Raquel Nogueira
Publicada
Actualizada

"Por un Dios en el que jamás he creído. Por una justicia de la que desconfío. Por el orden de un mundo que no respeto. Para que renunciéis a vuestra guerra, yo renuncio a mis dudas". Estos versos del poema Oración, de Luis García Montero, entonados por el músico Miguel Ríos, inundaron en la noche del 18 de marzo el Círculo de Bellas Artes (CBA) de Madrid. 

Esas palabras, con las que el poeta desgrana la frustración que le provocó la invasión de Irak allá en 2003, fueron las escogidas para erizar la piel de todos los asistentes al homenaje a Federico Mayor Zaragoza, organizado por el CBA junto a la Fundación Cultura de Paz y Tiempo de Arte.

Así, la capital se vistió con los colores de la paz para recordar al que fuera ministro de Educación y Ciencia durante el Gobierno de Leopoldo Calvo-Sotelo y exdirector general de la UNESCO. 

El evento, presentado por la directora de ENCLAVE ODS, Charo Izquierdo, contó con las intervenciones del secretario general de Naciones Unidas, António Guterres; la ministra de Educación, Formación Profesional y Deportes, Pilar Alegría; el secretario de Estado de Ciencia, Innovación y Universidades del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, Juan Cruz Cigudosa; el Defensor del Pueblo, Ángel Gabilondo; el alto representante para la Alianza de Civilizaciones de Naciones Unidas, Miguel Ángel Moratinos; o la subdirectora general de Ciencias Sociales y Humanas de la UNESCO, Gabriela Ramos.

Asimismo, hablaron los rectores de la Universidad Autónoma de Madrid y la Universidad de Granada, Amaya Mendikoetxea y Pedro Mercado Pacheco, respectivamente; la directora adjunta del Centro de Diagnóstico de Enfermedades Moleculares de la UAM, Belén Pérez González; o el director de la Fundación Ramón Areces, Raimundo Pérez-Hernández.

Un homenaje en tres actos

Como si de una obra teatral se tratase, este tributo a Mayor Zaragoza estuvo organizado en tres actos. Cada uno de ellos reflejó la vida de este humanista. 

En el primero se reflexionó sobre su trayectoria científica, pues hay que recordar que era farmacéutico de formación y profesión. En este punto, se destacaron sus aportaciones en bilogía molecular y genética. Un ejemplo de ello es la famosa prueba del talón en los recién nacidos.

El segundo acto de la vida de Mayor Zaragoza estuvo protagonizado por su gran pasión: la cooperación internacional y la paz. Y es que trabajó activamente en favor del diálogo, la educación y los derechos humanos. 

Algo en lo que hizo hincapié Moratinos durante su discurso, que recordó que las pocas aportaciones españolas a la ONU las hizo Mayor Zaragoza, especialmente desde la UNESCO.

Este homenaje a esta figura clave de la diplomacia española concluyó con referencias al ámbito más personal de su vida. Fue en ese momento cuando se subrayó su compromiso con la humanidad y la justicia social. A fin de cuentas, su vida estuvo marcada por la defensa de los derechos humanos y la lucha por la igualdad de oportunidades y la dignidad de todas las personas.