Las operaciones de búsqueda y rescate de embarcaciones que transportaban migrantes a través del Mediterráneo central no parecieron afectar a la tasa de intentos de travesía entre 2011 y 2020, lo que echa por tierra la tesis del 'efecto llamada' que sostienen muchos políticos conservadores. Así lo revela un estudio, publicado el jueves 3 de agosto en la revista Scientific Reports.

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A partir de un modelo que emplea datos de diferentes fuentes, los autores, entre los que se incluye la socióloga Alejandra Rodríguez Sánchez, de la Universidad Humboldt de Berlín, concluyen que no hay una sola razón detrás del aumento de los intentos de llegar al continente europeo. 

La intensidad de los conflictos, los precios de las materias primas y las catástrofes naturales, así como las condiciones meteorológicas, los cambios de divisas y el tráfico aéreo entre los países del Norte de África, Oriente Medio y la UE están dentro de la amalgama de factores que lo explican.

Esta no es la primera vez que se refuta la tesis del 'efecto llamada'. Un estudio del Migration Policy Centre (MPC) del Instituto Universitario Europeo descubrió que entre 2014 y 2019, "las operaciones SAR no gubernamentales [no] se correlacionaron con el número de migrantes que abandonaban Libia por mar". Y, arrojaron conclusiones parecidas a las del recién publicado estudio. Las condiciones medioambientales y las políticas de Libia tuvieron un impacto mayor en el número de personas que intentaron cruzar. 

Los resultados de otro estudio que respaldaba estas conclusiones fueron publicados en 2022 por investigadores de Alemania, que concluyeron que "la búsqueda y rescate no es otro factor causal de la migración y no incentiva más cruces".

La ruta más peligrosa

Según los datos de la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas (FRONTEX), el año en el que más llegadas se registraron a través de la ruta del Mediterráneo Central fue en 2016: 181.456 personas llegaron a territorio europeo de manera irregular

Número de llegadas de migrantes por la ruta del Mediterráneo central.

Desde ese año, las llegadas se han reducido drásticamente. Los autores del estudio han empleado dos series de datos de sobre rescates en el Mediterráneo: las que hacen un recuento de las operaciones dirigidas por el Estado y las conducidas por oenegés de salvamento u otras entidades privadas. 

Así, han combinado en su modelo los datos de la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas (FRONTEX), los guardacostas tunecinos y libios, la Organización Internacional para las Migraciones y UNITED for Intercultural Action.

El Mediterráneo central es la ruta migratoria más peligrosa del mundo, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). La agencia de la ONU calcula que desde enero de 2023 se han producido 79.386 intentos de llegar a Europa a través de dicha ruta. Y esta misma semana, FRONTEX detalló que los cruces del Mediterráneo central aumentaron más de un tercio y representaron la mitad de la cifra total, al crecer las llegadas desde Túnez a Italia.

Altercados con barcos libios

Y detectaron un factor que explica la variación a partir de 2017. En febrero de ese año, los dirigentes de la UE acordaron nuevas medidas para reducir las llegadas irregulares por esta ruta y se aumentó la cooperación con libia para luchar contra el tráfico de migrantes. Desde entonces, la guardia costera libia comenzó a involucrarse en la intercepción y devolución de embarcaciones que partían de las costas del país norafricano. Su acción, según los autores, podría haber disuadido los intentos de llegar a Europa. Pero a un precio. 

La investigación también señala que esta disminución coincidió con informes de un deterioro de la situación de los derechos humanos de los posibles migrantes en Libia durante las interceptaciones y devoluciones de embarcaciones, así como en los centros de detención.

Las intervenciones de la Guardia Costera libia ha sido objeto de controversia desde que empezaron. El pasado lunes 10 de julio la ONG SOS Méditerranée y la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (FICR) denunciaron los disparos de los guardacostas libios durante una operación de rescate.

Y unos días antes, el 6 de julio, la comisaria europea de Asuntos de Interior, Ylva Johansson, declaró que había indicios claros de que la guardia costera libia estaba infiltrada por grupos criminales. Johansson afirmó que "algunos de los países vecinos y de tránsito son más difíciles que otros, como Libia, donde también tenemos claros indicios de que hay grupos delictivos infiltrados en los guardacostas".

Una de las conclusiones que sacan los autores es la necesidad de investigar en el futuro las posibles repercusiones de las operaciones de búsqueda y rescate en los procesos de toma de decisiones de los migrantes individuales y de las mafias que coordinan los intentos de cruce.