Salir a la calle las primeras semanas de este otoño ha sido algo peculiar. Las hojas secas caían de los árboles, pero el sol seguía manteniendo un calor propio de estaciones más cálidas. Muchos miraban el cielo extrañados, a la espera de esas lluvias tan típicas de octubre. Parecía como si el otoño hubiera desaparecido.

Lo cierto es que este año está siendo atípico. La falta de lluvias y el calor inusual han acaparado más días de los que debería. Hasta el punto de que el pasado 18 de octubre se calificó por la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) como el día de este mes más cálido para el conjunto de España desde 1950.

El récord de calor para este mes de otoño no acaba aquí. Según Rubén del Campo, portavoz de la AEMET, tras el análisis de los 17 primeros días de octubre, “este mes es el segundo más cálido de la serie histórica, con una temperatura de 2,9 grados superior a lo normal”. De hecho, se superaron los 30 grados en numerosas localidades.

Si se mantienen las previsiones, cuenta el experto, octubre de 2022 podría terminar como uno de los tres más cálidos y secos de la serie histórica. Recordemos que en los últimos meses hemos tenido el mayo más cálido, el cuarto junio más caluroso, el julio más cálido y el segundo agosto con temperaturas más altas. Es decir, llevamos seis meses encadenando temperaturas más altas de lo normal.

“Hemos tenido en España condiciones veraniegas con temperaturas altas y escasez de precipitaciones desde comienzos de mayo hasta mediados de octubre. Es algo excepcional”, comenta Del Campo. Y es la prueba de que el verano se come cada vez más días de estaciones intermedias como son el otoño y la primavera.

Las condiciones meteorológicas acumuladas de un tiempo a esta parte deja como resultado una sequía prolongada y una escasez de agua que se está volviendo estructural en varias regiones de España. Además, los ríos están disminuyendo su caudal y los embalses alcanzan niveles preocupantes –ahora al 31,4%–. Una situación con visos de alargarse más de lo que nos gustaría.

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Según la previsión estacional de la AEMET, en los próximos tres meses hay un 40% de probabilidad de que la temperatura sea superior a la normal en toda la Península y un 45% de probabilidad de que la precipitación sea inferior a lo habitual en todo el oeste peninsular.

Como asegura Pilar Paneque, catedrática de Geografía Humana en la Universidad Pablo de Olavide (UPO) y responsable del Observatorio Ciudadano de la Sequía, “la situación con respecto al año pasado está peor”. Si se comparan los meses de septiembre, este 2022 la sequía abarca casi el doble del territorio que en 2021.

La región más afectada es la del oeste peninsular (sobre todo las unidades territoriales de Galicia Costa, Miño Sil, Guadiana…), señala Paneque, por lo que “es previsible que con esa predicción de menores precipitaciones y temperaturas más cálidas la situación de este otoño se siga agravando en términos tanto de sequía como de escasez de agua”.

Seguimiento de los indicadores de sequía prolongada.

Qué supone la llegada de ‘Armand’

Las previsiones de sequía meteorológica y de temperaturas inusualmente altas contemplan también variaciones en el tiempo que, de pronto, pueden traer días de lluvia y frío. De hecho, esas son las previsiones para los próximos días. De acuerdo con Irene Santa, meteoróloga de eltiempo.es, Armand, la primera borrasca del otoño, está por llegar.

Sin embargo, son lluvias que, según los datos existentes, “no se van a notar en todo el país”, asegura Santa. Las lluvias más generosas afectarán sobre todo al oeste de la Península –a zonas castigadas por la falta de precipitaciones como Galicia– y pueden llegar también a la zona centro. Una “buena noticia”, según señala la meteoróloga, porque desde finales del invierno pasado, en estos puntos, persiste la sequía meteorológica.

En esas zonas, se acumularán hasta 300 litros por metro cuadrado. En el resto de la Península se podrán recoger entre 20 y 50 litros por metro cuadrado durante este episodio. Además, las temperaturas parece que mantendrán sus valores elevados tanto en la zona sur como el este peninsular. No así en el resto de la Península, donde sí acusarán una bajada más propia de la época otoñal.

No obstante, de acuerdo con Del Campo, las noches tropicales o las temperaturas nocturnas más altas de lo normal pueden continuar. Como explica el experto, la nubosidad evita el escape del calor nocturno y, además, soplará el viento, lo que también impide una bajada notoria de las temperaturas.

La formación de una tormenta sobre el casco histórico de Toledo. Ismael Herrero EFE

Veranos 40 días más largos

Las lluvias, a partir de ahora, tendrían que ser generosas, sostenidas en el tiempo y muy generalizadas para solucionar lo que llevamos arrastrando desde el otoño pasado, que es principalmente la falta de lluvias y las temperaturas inusuales. Un problema que acaparará más protagonismo en los países del entorno Mediterráneo en los próximos años.

Según Del Campo, en España se están alargando los veranos como consecuencia de la subida de las temperaturas asociada al cambio climático. Un verano actual dura alrededor de 40 días más que en los años 80. Asegura que “una prueba de que la subida de temperaturas se traduce en más récords de calor se traduce en el hecho de que en los últimos 10 años, los días más cálidos son 10 veces más frecuentes que los fríos”.

Los datos de la última década demuestran que estos récords fueron casi tres veces más frecuentes de lo esperable en un clima no alterado por la emisión de gases de efecto invernadero. “Este 2022 se está llevando la palma, porque llevamos 25 récords de días cálidos. Este registro multiplica por cinco el número esperable para todo el año”, cuenta el portavoz de la AEMET.

En esto mismo coincide Valladares, que explica que el cambio climático se caracteriza por la absorción y retención de energía por parte del sol, una mayor de la que normalmente guardaba. “Esto provoca los famosos eventos extremos”, asegura el experto.

Bajo esa directriz, las lluvias suaves van haciéndose más raras y se van haciendo más frecuentes las torrenciales. Y ocurre también que estaciones de transición como el otoño se vuelven “más abruptas, con extremos y bandazos”, explica Valladares.

Como consecuencia, esa gradualidad del otoño, sobre todo representada con la caída de las hojas, con el acortamiento de los días y con temperaturas que se van haciendo progresivamente más frías, se están viendo alterados como consecuencia del cambio climático. “Esta va a ser nuestra nueva normalidad, la desaparición del otoño y la primavera, la radicalización del clima”.