Mariana Goya
Publicada

Un equipo de investigación ha identificado una nueva especie de abeja nativa en la región de Goldfields, en Australia Occidental. Así, el hallazgo aporta nueva información sobre la diversidad de polinizadores del país y sobre los ecosistemas poco estudiados en zonas sometidas a presión ambiental.

La especie, denominada Megachile (Hackeriapis) lucifer, se caracteriza por la presencia de pequeños apéndices —como si fueran unos cuernos— en el rostro de la hembra, un rasgo morfológico poco común dentro de este grupo de abejas.

El descubrimiento tuvo lugar en la Bremer Range, un área situada entre las localidades de Norseman y Hyden, durante una serie de trabajos de campo centrados en el estudio de Marianthus aquilonarius, una flor silvestre catalogada en peligro crítico de extinción.

Fue Kit Prendergast, investigador adjunto de la Escuela Curtin de Ciencias Moleculares y de la Vida en la Universidad de Curtin, el responsable del estudio. Según explicó, la nueva especie fue detectada mientras se analizaban las interacciones entre insectos y plantas locales.

"Descubrí la abeja mientras inspeccionaba una planta rara en Goldfields y noté que esta visitaba tanto la flor silvestre en peligro de extinción como un árbol mallee cercano", señaló.

Apariencia "diabólica"

Uno de los elementos más llamativos del hallazgo fue la morfología facial de la hembra, que tenía "unos cuernecitos increíbles en la cara", tal y como explicó Prendergast. Y precisamente fue ese rasgo el que inspiró el nombre de la especie.

El término lucifer procede del latín y significa "portador de luz", aunque el investigador reconoce que también alude de forma lúdica a su apariencia. Lo que, sumado a que durante el proceso de descripción científica, Prendergast se encontraba viendo la serie Lucifer, dio como resultado la elección final del nombre.

Hembra de Megachile lucifer. Prendergast y Campbell

La confirmación de que se trataba de una especie hasta entonces desconocida se obtuvo mediante análisis genético y confirmaciones morfológicas.

"El código de barras de ADN confirmó que el macho y la hembra eran de la misma especie y que no coincidía con ninguna abeja conocida en las bases de datos", indicó el investigador.

Además, los ejemplares recolectados no presentaban coincidencias con los especímenes conservados en colecciones de museos.

Nuevo hallazgo

Desde el punto de vista taxonómico, el descubrimiento resulta especialmente relevante. Y es que se trata del primer nuevo miembro descrito de este grupo de abejas en más de 20 años.

De hecho, para los autores del estudio, este hallazgo pone de manifiesto que, incluso en regiones relativamente estudiadas y sometidas a actividades como la minería, persisten importantes lagunas de conocimiento.

O, por lo menos, así lo defendía Prendergast: "Muestra cuánta vida aún tenemos por descubrir, incluso en áreas con riesgo de minería, como los yacimientos de oro".

Al mismo tiempo, el descubrimiento plantea interrogantes sobre la conservación de los hábitats locales. Pues, tal y como se indica en el estudio, la especie fue localizada en la misma área reducida que la flor silvestre en peligro crítico, lo que sugiere una posible interdependencia ecológica.

Incluso, el investigador advirtió de que esta nueva abeja podría estar también "en riesgo por la alteración del hábitat y otros procesos amenazantes como el cambio climático".

Conservar el ecosistema

Ante tal escenario, Prendergast subrayó la necesidad de mejorar los análisis de impacto ambiental, especialmente en zonas con actividad minera.

"Muchas empresas mineras aún no realizan estudios de abejas nativas, por lo que es posible que estemos pasando por alto especies no descritas, incluidas aquellas que desempeñan un papel crucial en el sustento de plantas y ecosistemas amenazados", afirmó.

De ahí que el investigador indique que la falta de información sobre las relaciones entre estos insectos y las plantas locales estaría aumentando el riesgo de perder especies antes de que puedan ser identificadas y protegidas.