La vivienda dignifica. Por eso, "es básica y transversal a todo en la vida, más allá de lo económico", indica Cesarina Fabián, directora de la oenegé Hábitat para la Humanidad en República Dominicana.
Un hogar "en condiciones", insiste, impacta en la salud y la educación, como también en la capacidad financiera de una familia. Motivo por el que la entidad sin ánimo de lucro a la que representa Fabián pusiera en marcha en 2022 el proyecto 100.000 pisos para jugar, un programa que busca sustituir los suelos de tierra que hay en América y el Caribe por otros de hormigón para 2028.
Desde su puesta en marcha, el programa, galardonado este año con el Premio al Mejor Proyecto por su Impacto Social de la Fundación MAPFRE, ha cambiado 19.653 suelos de tierra. Así, ha beneficiado a 98.265 personas en 14 países. Uno de ellos República Dominicana, donde ya ha impactado a 3.250 hogares.
"La meta de Dominicana es cambiar 10.000 pisos en los próximos tres años. Pero el déficit anda en torno a los 69.000, así que tenemos un gran desafío por delante y habría que seguir", indica Fabián. Y añade que "cada día surgen viviendas en terrenos informales, a veces de una noche al otro día, y tienen el suelo de tierra".
Suelo y salud
Encontrar este tipo de hogares no es tarea fácil. Sin embargo, como cuenta Fabián, en República Dominicana se incluye esta casuística en el Censo Nacional de Población y Familia.
Dos niñas jugando en su casa, una de las beneficiadas por el proyecto 100.000 pisos para jugar.
"Ahí tenemos todos los indicadores sobre las viviendas: a las que les hacen falta suelos de hormigón, o techos, o las que no tienen baño, o las que tienen malas paredes… Algunas no tienen cocina. En otras, las familias son grandes y viven en hacinamiento, quizás solo tienen una habitación donde duermen todos", indica Fabián.
Todo eso, recuerda la directora de Hábitat para la Humanidad en el país caribeño, "hay que mejorarlo y cambiarlo".
Salud, educación y juego
Tal vez el lector se pregunte a qué se debe la importancia del material del suelo. El problema está en que los de tierra no están aislados y, según los expertos, son uno de los reflejos más evidentes de la pobreza en Latinoamérica.
De acuerdo a datos censales, más de 2,4 millones de viviendas en Perú (31,8%), 843.958 en Guatemala (26,5%) y 392.200 en Nicaragua (29,6%) se encuentran aún en estas condiciones.
A ellas se suman países como Honduras, con 422.871 viviendas (23%), y Bolivia, con 619.160 hogares (18,5%). O las ya mencionadas de República Dominicana.
Estas cifras, explica Fabián a ENCLAVE ODS, se traducen en un riesgo para la salud pública, el desarrollo infantil y la calidad de vida de millones de personas.
Suelo y salud, en datos
Para Fabián, "el tema de la salud" es fundamental. Y recuerda las cifras que arroja el estudio realizado por el Banco Mundial y la Universidad de Berkeley al respecto. En él, se demuestra que con el cambio del suelo de tierra por el de hormigón, principalmente los niños y las personas mayores mejoran en los siguientes aspectos:
- un 81% en anemia,
- un 78% en enfermedades parasitarias,
- un 49% en diarrea.
Desde Hábitat por la Humanidad también han realizado estudios comparativos en República Dominicana "para ver cuál fue el cambio después de hacer el piso de hormigón". La directora de la oenegé insiste en "los gastos de las familias disminuyen un 79% porque ya no hay que llevar a los niños todas las semanas al médico".
En cuanto a la salud mental y emocional, la entidad asegura que han registrado "una disminución del estrés y una mejora de la autoestima asociada a contar con una vivienda más digna y segura".
Asimismo, Fabián recuerda que un gesto tan sencillo como verter hormigón en el suelo "motiva" a la familia. Muchas, dice, "deciden invertir un 12% más en la mejora de su vivienda".
Además, los informes de la oenegé aseguran que con esta iniciativa "el ausentismo escolar disminuye un 15% porque los menores, al estar ya sanos, pueden ir a la escuela".
Pero no solo eso: "También pasan más tiempo en la casa, y un 80% más de juego se da en ella". Esto, indica Fabián, hace que "la familia —y principalmente la madre— esté más tranquila porque el niño no sale tanto al tener su suelo de hormigón".
Salir de la pobreza
La vivienda es el primer paso para salir del círculo de la pobreza. De ahí que desde Hábitat por la Humanidad apuesten por el proyecto 100.000 pisos para jugar.
Pero un hogar seguro y decente, por sí solo, no lo cambia todo. "Lo principal es capacitar y empoderar a las familias", insiste Fabián. Y matiza: "No haces nada con cambiarle el piso si las personas siguen viviendo en las mismas condiciones".
Uno de los matrimonios beneficiados por el proyecto en República Dominicana.
Por eso, dice que la oenegé apuesta por capacitar en educación financiera para que "la familia sepa, de esos pocos ingresos que recibe, cómo priorizar el gasto".
También ofrecen formación en temas relacionados con agua y saneamiento para que las personas puedan "hacer sus propias mejoras". En definitiva, dice: "Formamos a las personas y les damos un acompañamiento de asistencia técnica constructiva".
Viviendas productivas
Asegura que hay viviendas que la oenegé ha ayudado a mejorar porque "las familias tienen un emprendimiento dentro". Y pone como ejemplo a una madre soltera que arreglaba el pelo y las uñas de sus vecinas.
U otra que vendía alimentos semiprocesados. O, incluso, una que "después de tener el suelo, decidió traer niños de la vecindad y cuidarlos ahí; ese es su medio de sustento.
Una familia muestra su nuevo suelo de hormigón.
En estos casos, Hábitat por la Humanidad adecúa la vivienda "al tipo de negocio que sea" y la denominan "vivienda productiva".
La clave, dice Fabián, está en que cuando se capacita y empodera a las familias, ellas mismas se convierten en "dueñas de su propio proceso". Forma parte todo de un círculo virtuoso que mejora la autoestima de la gente y "cuando se sienten mejor, salen a buscar trabajo y a prosperar".
