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El IX Informe sobre el Estado del Océano no deja lugar a dudas: el planeta se está calentando a ritmos acelerados y los mares lo están pagando.

En concreto, asegura el análisis realizado por Copernicus Marine Service, la rama marina del servicio europeo de observación de la Tierra, "todo el océano está ahora afectado por la triple crisis planetaria".

Esto, indica el documento publicado en la mañana del 30 de septiembre, significa que tanto el cambio climático como la pérdida de biodiversidad y la contaminación tienen un impacto directo en las masas hídricas planetarias.

Este informe anual documenta los cambios generalizados en los océanos y cómo estos impactan en los ecosistemas, la producción de alimentos, la economía, las vidas humanas y los medios de subsistencia. También, afirma, afecta a la regulación climática tanto regional como global.

Este año, destaca que las zonas con más biodiversidad marina se están acidificando con una rapidez mayor que la media global. Algo que evidencia el calentamiento del océano, acelerado especialmente desde la década de 1960.

Ilustración de la triple crisis planetaria, según la ONU, representada a través del cambio climático, la pérdida de la biodiversidad y la polución del océano. Copernicus

El problema está en que estas masas de agua absorben el 90% del exceso de calor que causan las emisiones de gases de efecto invernadero. Sin embargo, "los múltiples y rápidos cambios oceánicos amenazan cada vez más a las especies en peligro de extinción", indica el informe.

Asimismo, los residuos plásticos que llegan de todos los continentes contaminan ya, según Copernicus, todas las cuencas oceánicas.

Más agua

El informe del programa europeo asegura que el aumento del nivel del mar se acelera "a un ritmo sin precedentes". A nivel global, lo hizo en 228 milímetros entre 1901 y 2024.

Las costas españolas no son ajenas a este fenómeno. Para Marta Marcos, profesora asociada del Departamento de Física de la Universidad de las Islas Baleares e investigadora en el Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (IMEDEA), esta situación "pone a las comunidades, las infraestructuras y el patrimonio cultural en un riesgo cada vez mayor".

Y matiza: "Con casi 200 millones de personas viviendo cerca de la orilla en toda Europa, España está en primera línea de esta crisis". Marcos apunta a la amenaza de inundación en la zona del golfo de Vizcaya o la erosión del litoral mediterráneo.

"La ciencia es clara: sin una acción urgente para reducir las emisiones y reforzar la resiliencia costera, el océano en ascenso redibujará poco a poco el litoral español", advierte.

21 grados de temperatura

El análisis de Copernicus es claro: el océano se está calentando más rápidamente de lo que se había calculado.

En concreto, las temperaturas globales de la superficie marina rompieron todos los récords la primavera de 2024 al alcanzar los 21 °C de media. Esto es, 0,25 grados por encima de las máximas registradas en 2015 y 2016, años excepcionalmente calurosos para los océanos.

Gráfico comparativo de la extensión del hielo marino del Ártico. Copernicus

Asimismo, tanto en 2023 como en 2024 se registraron "olas de calor marinas sin precedentes". Fueron, dice el programa de la UE para la observación de la Tierra, "excepcionalmente intensas y persistentes".

Por si esto fuera poco, en 2023, ciertas zonas del Atlántico pasaron más de 300 días en condiciones de ola de calor marina.

Tal y como recuerda Marilaure Grégoire, profesora de modelización de sistemas marinos en la Universidad de Lieja (Bélgica), estos eventos de temperaturas extremas "generan estrés en las especies, lo que afecta negativamente al bienestar de los moluscos y reduce la productividad de la industria acuícola afectada". Lo mismo ocurre con otros sectores dependientes del mar.

Gráfica comparativa de la extensión del hielo marino de la Antártida. Copernicus

Por su parte, Riccardo Martellucci, tecnólogo del Instituto Nacional de Oceanografía y Geofísica Aplicada de Italia, insiste en que "en 2023, el Mediterráneo experimentó la ola de calor marina más prolongada en cuatro décadas, e Italia fue una de las áreas más afectadas". Ese año, la temperatura superficial del agua en el país superó en 4,3 °C la temperatura normal.

Más especies invasoras

El estudio, dice Martellucci, demuestra que el aumento de las temperaturas del agua de mar ha acelerado la propagación de especies invasoras, como el cangrejo azul atlántico (Callinectes sapidus) y el gusano de fuego barbudo (Hermodice carunculata), en la costa italiana.

Esto, asegura, tiene consecuencias "graves" para las pesqueras, la biodiversidad y las comunidades locales. "Esta proliferación también podría extenderse por el norte del Mediterráneo en general, lo que subraya la necesidad urgente de estrategias coordinadas para proteger tanto los ecosistemas como los medios de vida costeros", lamenta el experto.

Asimismo, Martellucci matiza: "Paradójicamente, mientras las poblaciones atlánticas nativas de Callinectes sapidus se han visto mermadas o fuertemente limitadas por episodios de frío, pérdida de hábitat, enfermedades y variaciones en la explotación, en el Mediterráneo esta misma especie ha experimentado una liberación demográfica expandiéndose a densidades excepcionales con impactos ecológicos y económicos desproporcionados".

Acidificación, calor, deshielo

Precisamente es esta dualidad la que explica a la perfección la presión bajo la que vive la diversidad marina. Y es que, indica el informe de Copernicus, tanto el calentamiento como la acidificación están afectando a los ecosistemas marinos.

"El calentamiento del océano está provocando cambios en las zonas clave de presencia de micronecton, lo que hace que sus límites se desplacen hacia los polos", explica el texto respecto a estos organismos de menos de 20 centímetros capaces de nadar fuera de las corrientes oceánicas.

Esto, en parte, sucede porque el hielo marino ha ido disminuyendo. El Ártico registró, por ejemplo, cuatro mínimos históricos entre diciembre de 2024 y marzo de 2025. En concreto, el pasado marzo había 1,94 millones de kilómetros cuadrados menos de hielo marino que la media invernal.

Asimismo, en 2024, la Antártida vivió su tercer año consecutivo con una baja extensión de hielo marino. En febrero de este año había 1,6 millones de kilómetros cuadrados menos de lo normal, es decir, casi tres veces la superficie de Francia.