Ansiedad elevada. Episodios de disociación. Hiperalerta. Agresividad. Esas son las palabras que utiliza Yasmina Pérez, psicóloga de Betania, para describir la situación en la que llegan las víctimas de trata y prostituidas a la casa de protección que tiene la asociación en La Línea de la Concepción (Cádiz).
A todas estas sintomatologías habría que unirle el estrés postraumático. Este lo sufren el 68% de las mujeres en prostitución, sean o no víctimas de trata, según un estudio de la Facultad de Psicología de la Universidad Pontificia de Salamanca.
Esta cifra, aseguran desde Fiet, oenegé creada en 2009 para luchar contra la trata de personas con fines de explotación sexual, "supera incluso las tasas registradas en veteranos de guerra de Vietnam".
Asimismo, según el Hospital Vall d’Hebron, más del 60% de las mujeres en situación de prostitución presentan algún trastorno de salud mental. El más común, como señalan desde Fiet, sería el trastorno de ansiedad generalizada.
Sin embargo, como recuerda Fiona Bellshaw, fundadora y directora de Relaciones Institucionales de la oenegé, "la saturación de los servicios públicos de salud mental constituye una de las principales barreras de acceso a la recepción de una atención adecuada". Y eso, asegura, es lo que intentan ofrecer desde Fiet.
Más allá de las huellas físicas
Mordiscos, hematomas, desgarros, embarazos no deseados, abortos espontáneos, enfermedades de transmisión sexual… La manera en que se manifiesta físicamente la explotación es "cada vez más brutal", explicaba el ginecólogo Abel Renuncio durante el III Congreso Internacional sobre Trata de Seres Humanos el pasado 11 de septiembre.
"La violencia es cada vez mayor", repetían experto tras experto durante la jornada. Y precisamente por eso, insiste Bellshaw, "ningún cuerpo debería estar en venta porque un cuerpo no es un lugar de trabajo".
Porque, repite la fundadora de Fiet, "la prostitución y la trata con fines de explotación sexual no solo dejan huellas físicas en las mujeres, sino también profundas cicatrices emocionales que acompañan su vida durante años".
Son, matiza, "las secuelas invisibles y más graves" de esta lacra. En Fiet tienen un programa de rescate y restauración que busca detectar casos y ofrecen ayuda sanitaria, psicológica y educativa; hay un área de recreación y ocio… en "casas de nuevos comienzos".
Además, explica Bellshaw, han puesto en marcha una "terapia solidaria". Es decir, cinco psicólogas atienden in situ a las mujeres en sus lugares de explotación.
Porque, insiste la experta, "sufren estrés postraumático, y cada vez llegan peor". Y añade: "También trastorno límite de la personalidad y otros problemas de salud mental que están derivados directamente de las situaciones traumáticas, como violaciones, que viven a diario".
Desde Fiet alertan, también, de un aumento del 20% en los casos de problemas de salud mental severos entre las mujeres que atienden.
"Las que logran salir de estos contextos llegan con graves alteraciones emocionales. Entre las secuelas psicológicas más comunes destacan el insomnio, la ansiedad, los problemas de autoestima, la dificultad para confiar en los demás, la disociación y la sensación de no ser dignas de recibir un trato respetuoso", alertan.
Atención pública inexistente
Bellshaw alerta de que, actualmente, la atención psicológica específica para mujeres víctimas de trata no está garantizada en la sanidad pública. Son las entidades sociales las que se encargan de cubrir ese "vacío" con profesionales expertos en trauma.
Esta saturación de los servicios constituye, insiste, "una de las principales barreras de acceso a una actuación adecuada".
Y eso que los expertos advierten de la "importancia de la intervención temprana". Pues los primeros momentos tras salir de una red de explotación son críticos: "La mujer se encuentra confundida, con incertidumbre sobre su futuro y en una situación de extrema vulnerabilidad", indican desde Fiet.
En ese contexto, el acompañamiento psicosocial (trabajo social, asesoría legal y apoyo comunitario) es clave junto a la terapia psicológica. Y es que "el proceso de recuperación es desigual". Desde la entidad recuerdan que "depende de factores como el tiempo de exposición a la prostitución, el nivel de violencia sufrido y la existencia de apoyo social o familiar".
Por desgracia, lamenta Bellshaw, "muchas mujeres carecen de una red afectiva, lo que dificulta aún más su recuperación". E incluso cuando cuentan con ella, "se vuelve más una carga que otra cosa, por las expectativas poco realistas o presiones económicas que el entorno ejerce sobre ellas".
De ahí que desde Fiet quieran "alertar de la urgencia de integrar la salud mental en las políticas públicas y de ofrecer una atención especializada a este colectivo".
Una historia real
Bellshaw ejemplifica el sufrimiento de los miles de mujeres víctimas de trata y explotación sexual en el caso de Sandra (nombre ficticio), a quien Fiet asistió el pasado 2024.
"Tenemos un equipo en Irún, en País Vasco. Ellos encontraron a una mujer que había escapado de un piso en Francia, donde había chicas muy jóvenes, siempre nuevas. Nos contó que las obligaban a drogarse, las pegaban, se veían obligadas a prostituirse 24/7…".
La fundadora de Fiet recuerda que la "mayor pena" de Sandra era que había dejado atrás a mujeres que pudieron escapar con ella. "Junto a la policía francesa, conseguimos encontrar el piso y entrar en él. Desgraciadamente, solo había dos, porque al resto las habían movido".
El nivel de trauma que sufren las mujeres prostituidas las acompaña el resto de sus vidas, aunque salga de esa situación.
Una de las rescatadas estaba embarazada "como resultado de su explotación y decidió volver a su país". La otra está alojada en el hogar de Fiet. "En su país de origen tiene un hijo con dependencia y vino con la promesa de un trabajo con el que poder mantenerle. A nuestro recurso llegó llena de mordiscos, demacrada… y luego nos dimos cuenta de las secuelas psicológicas que tenía".
De esto último, explica Bellshaw, no fueron realmente conscientes hasta que la mujer consiguió empleo en España. "En el camino de la casa al trabajo decía ver a los tratantes, que venían a por ella… Era todo resultado del estrés postraumático que sufría".
Porque, zanja la fundadora de la oenegé, "el nivel de trauma que ellas sufren, aunque estén recuperadas después de un largo tratamiento, las acompaña toda la vida".
Y esto es algo sobre lo que "hace falta mucha sensibilización en todos los sectores: jóvenes, hombres, mujeres, profesionales de salud mental, médicos, jueces…". Solo así, concluye, se podrá acabar con esta lacra que es la prostitución y la explotación sexual.
