Mariana Goya
Publicada

Es una realidad, la tecnología se ha convertido en un aliado de lo más poderoso, independientemente del ámbito al que nos refiramos. El último sector en sumarse a la lista ha sido el de la naturaleza, y es que ahora los nuevos dispositivos pueden ayudar a descifrar los misterios que entraña la biodiversidad y sus ecosistemas

Grabadoras de ultrasonidos capaces de detectar a un murciélago a kilómetros o sensores que miden la calidad del agua en la alta montaña, son solo algunos de los ejemplos de cómo la ciencia está aplicando herramientas cada vez más sofisticadas para proteger la vida en el planeta. 

Parecen sacadas de una serie de CSI —aunque con la naturaleza como investigado principal— y se dedican a transformar la manera de estudiar y conservar especies. Entre sus apuestas está la bioacústica, las cámaras de fototrampeo, los drones, el ADN ambiental y las redes de sensores. 

Y es que aunque pueda tener apariencia de ciencia ficción, estas herramientas ya se están utilizando en diversos puntos de Europa, especialmente en Cataluña, donde forman parte de programas punteros de monitoreo de fauna, suelo y ecosistemas acuáticos. 

La bioacústica

Uno de los avances más sorprendentes viene del mundo del sonido. Ahora, gracias a la bioacústica se pueden utilizan los cantos o ultrasonidos que emiten animales como aves, murciélagos, insectos y anfibios, para estudiar su presencia, comportamiento y patrones migratorios

A través de equipos especializados se recogen estas señales y programas como BirdNET, que incorporaran inteligencia artificial, analizan los datos recabados e identifican las especies con alta precisión. 

En Cataluña, por ejemplo, el Museo de Ciencias Naturales de Granollers lidera el Programa de Seguimiento de Murciélagos, mostrando el gran potencial de la tecnología para este sector. 

Gracias a su aplicación, indica Adrià López-Baucells, coordinador científico del seguimiento de quirópteros del grupo de investigación en biodiversidad mediante el uso de bioindicadores (BiBio) del centro de Granollers, "la grabación de sus gritos sociales ha permitido identificar los pocos puntos concretos del territorio por donde pasan"

Y es que esta ha sido una "información clave" que ha permitido descubrir rutas migratorias de quirópteros a escala europea, como la de una especie que llega a Cataluña en otoño a invernar. 

Fototrampeo

Las cámaras de fototrampeo son otro pilar fundamental. Dispuestas estratégicamente en el campo, estas cámaras se activan al detectar movimiento, capturando imágenes o vídeos sin molestar a los animales.

Se usan principalmente para observar mamíferos discretos o nocturnos, pero su aplicación en otros grupos aún es limitada.

Zorro rojo en el bosque captura a través del fototrampeo. ysbrandcosijn Istock

El desafío aquí es el volumen de datos, y es que esta tecnología es capaz de aportar miles de fotografías, con lo que ello conlleva: tener que revisar manualmente multitud de imágenes, muchas de las cuales ni siquiera contienen información útil. 

A pesar de ello, estas cámaras son insustituibles para conocer la distribución y hábitos de fauna en libertad.

Los drones

Los drones, tanto aéreos como submarinos (ROVs), están ganando protagonismo en estudios de fauna y hábitats. Equipados con cámaras y sensores, permiten crear mapas tridimensionales, detectar cambios en la vegetación o monitorizar ecosistemas inaccesibles.

En Dinamarca, por ejemplo, los drones submarinos sustituyen a buceadores para estudiar la vegetación de lagos profundos.

En Cataluña, también se utilizan para censar colonias de aves nidificantes, obteniendo recuentos más precisos. Sin embargo, el alto coste, la formación técnica necesaria y la sobrecarga de datos aún limitan su uso generalizado.

Por ahora, las aves y mamíferos son los grupos más beneficiados, mientras que los anfibios, reptiles o peces siguen esperando su turno.

El ADN ambiental

El análisis de ADN ambiental (eDNA) permite detectar especies a partir de restos genéticos presentes en el agua, el suelo o incluso el aire. Esta técnica es especialmente útil para identificar organismos acuáticos y del suelo que escapan a los métodos tradicionales.

En Cataluña, el proyecto SISEBIO aplica esta herramienta para estudiar el suelo de hábitats naturales. 

Y así lo explica Xavier Domene, profesor en la UAB e investigador del CREAF: "Las técnicas basadas en morfología no permitían abordar la enorme biodiversidad presente en los suelos. Hoy, gracias al ADN ambiental, si es posible". 

Los sensores

Las redes de sensores interconectados están revolucionando el seguimiento ambiental. Estos dispositivos recogen datos físicos y químicos, como temperatura, oxígeno disuelto, pH o CO₂, en tiempo real. Su uso es frecuente en medios acuáticos y empieza a expandirse a suelos y ecosistemas terrestres.

Un ejemplo emblemático se encuentra en el Parque Nacional de Aigüestortes, donde el Limnological Observatory of the Pyrenees (LOOP) ha desplegado sensores en suelos y riachuelos de alta montaña.

"El punto clave de estas redes es que son autónomas e interconectadas, lo que permite medir varias variables a la vez y entender mejor los procesos ambientales que nos interesan", Lluís Gómez Gener- Investigador Ramon y Cajal al IDAEA-CSIC y participante del proyecto de seguimiento LOOP.