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Es posible que ustedes hayan oído hablar del test de Bechdel. Fue una broma en una tira cómica de la dibujante Julie Bechdel publicada ahora ya 40 años, en 1985. Dos amigas se están pensando si van al cine rodeadas por carteles de películas de acción y una le dice a la otra que nunca ve ninguna que no cumpla las siguientes reglas: que haya dos personajes femeninos (la versión modernizada del test añade que con nombre propio), que hablen entre ellas en algún momento y que no hablen de un hombre. Al final, se van a tomar algo en vez de entrar.

Bechdel quiso criticar el tradicional machismo del cine de Hollywood sin darse cuenta de que creaba una especie de meme que se ha reproducido hasta el infinito. Tanto que ella misma ha admitido que esas tres preguntas son una herramienta limitada (en la viñeta original, la protagonista bromeaba con que la última película que pudo ver fue Alien y porque el extraterrestre es hembra). 

El éxito del Test de Bechdel es tan grande que el activismo climático lo ha tomado como ejemplo para comprobar si el cine se preocupa por la crisis climática y divulga de forma correcta sus efectos. Aún no hay un ganador que haya igualado la facilidad de aplicación y viralidad de la versión feminista, pero ya se han propuesto varias alternativas. 

En este caso en ENCLAVE ODS hemos decidido pasarle los dos más populares a las películas de los Premios Goya 2025, los más importantes del cine español, que se entregan este sábado 8 de febrero. Y sí, el titular hacía spoiler: la mayoría suspenden, y de forma estrepitosa. Aunque tienen una buena excusa para ello: buena parte de las favoritas están ambientadas en el pasado.

Los dos test

Nuestros dos candidatos al Test de Bechdel climático vienen de Estados Unidos y de la propia España. El primero es el Climate Reality Check, impulsado por la organización Good Energy, y que propone dos cuestiones para detectar si una película: 

  • En la historia, el cambio climático existe. Tal vez la historia retrata una ola de calor sin precedentes, una noticia sobre el aumento del nivel del mar o grafitis sobre el cambio climático.

  • Uno de los personajes lo sabe. Y esta conciencia se muestra a través de diálogos, voz en off, las acciones o las imágenes visuales.

El segundo es el Test Ecosocial, propuesto por el sociólogo español José Luis Fernández, inspirado en el anterior y bajo el lema "lo que no se nombra no existe". Es más complejo y lo amplía a tres preguntas. Por su especialidad, Fernández llama a la crisis climática ecosocial para incluir los efectos en las organizaciones humanas, como la subida de los precios alimentos consecuencia de una sequía, por ejemplo.

  • ¿Aparece en algún momento la crisis ecosocial?

  • ¿Los personajes desarrollan alguna conversación en torno a estas cuestiones?

  • ¿Muestra políticas o iniciativas colectivas para enfrentarla?

¿Son útiles? Bueno, el gran éxito reciente No mires arriba (2021), de Adam McKay, esa comedia sobre el negacionismo climático, suspendería los dos, porque transforma la crisis climática, metafórica, en un meteorito como el que acabó con los dinosaurios.

Sí aprobaría una película de catástrofes cuyo rigor muchas veces ha sido puesto en duda, como El día de mañana (2004), de Roland Emmerich. Así que pueden ser útiles, pero, como el de Bechdel, no son infalibles.

Almodóvar aprueba, el resto no

La primera conclusión al pasarle ambos test a las principales nominadas a los premios Goya 2025: todas suspensas. Vamos a considerar principales a las cinco candidatas a Mejor Película más las tres cuyos realizadores compiten por Mejor Dirección sin estar nominadas en la anterior. Serían: Casa en flames, El 47, La Infiltrada, La estrella azul, Segundo premio, La habitación de al lado, Marco y La virgen roja.

Si las has visto ya te imaginas la respuesta: suspenden porque cinco de ocho están ambientadas en el pasado. En concreto, La virgen roja en los años 30 del siglo XX, El 47 en la Transición y La Infiltrada, La estrella azul y Segundo premio en los años 90. Aunque en esta última década ya existían las COP y se firmó el Protocolo de Kioto, ni los efectos del calentamiento global eran tan evidentes ni se hacían sentir como los vivimos en la actualidad.