"Un hombre me agarró (…) caminaba hacia la tienda cuando me tapó la boca (…) el otro me puso en una motocicleta". Con la voz quebrada, Zemzem (13 años) cuenta su historia ante el objetivo de un videógrafo de UNICEF. Su realidad es la de muchas niñas que en Derrera (Sidama, Etiopía) han sido abducidas por hombres adultos para ser obligadas a contraer matrimonio infantil. Gracias a un programa promovido por la agencia para la infancia de la ONU, fue puesta a salvo con la colaboración activa de un equipo de jóvenes que luchan para concienciar y prevenir este tipo de prácticas en las zonas rurales del país africano. 

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En la pequeña comunidad rural, la noticia corrió como la pólvora. El padre de la joven, Jemal Kedir, volvía de la mezquita cuando se enteró. E informó inmediatamente a la autoridad local del kebele, al trabajador social y a los voluntarios para iniciar las acciones de búsqueda. No había tiempo que perder. "No dejaba de pensar en lo peor, pero tenía que mantenerme positivo y con esperanza para recuperar a mi hija", recuerda en su entrevista con UNICEF. 

Retrato de Zemzem (13 años). Bethelhem Assefa UNICEF Derrera, región de Sidama (Etiopía)

Y ese momento fue cuando los jóvenes de Derrera se organizaron para seguirle la pista a Zemzem. "Nos enteramos de que Zemzem fue secuestrada, nos reunimos con su padre y nos pusimos a localizar a los perpetradores", relata Mereke Hameso, uno de los miembros del grupo. 

Los grupos de jóvenes de la región de Sidama sensibilizan y ayudan a la comunidad en la lucha contra las prácticas nocivas del matrimonio infantil. Bethelhem Assefa UNICEF Etiopía

Según el testimonio de Zemzem, sus secuestradores se la llevaron a una casa desconocida. La niña estaba aterrorizada, pero no perdió la fe por que un milagro sucediera y escapara de sus garras. Por suerte, no pasaron ni 24 horas hasta que los voluntarios localizaron el edificio y se movilizaron para el rescate. "Después de atraparlos, los entregamos a las autoridades", explica Hameso a UNICEF. Ahora, los tres asaltantes, de 22 años, están sirviendo una condena a dos años de prisión por este delito. 

Un alivio para sus padres

Jemal Kedir y su esposa Hajitu Mohammed se oponen a la nociva práctica del matrimonio infantil. Bethelhem Assefa UNICEF Derrera, región de Sidama (Etiopía)

Los padres de Zemzem, Hajitu Mohammed y Jemal Kedir, están convencidos de que el matrimonio precoz le roba el futuro a las niñas. El deseo de su madre es que consiga una vida mucho mejor que la suya y, en el futuro, "cuando decida casarse, espero que encuentre una pareja fuerte que comparta las cargas que conlleva ser esposa y madre", añade Hajitu.

Jemal confiesa que ahora quiere más que nunca que su hija siga en la escuela, aprenda y se convierta en una fuerza de cambio para su comunidad, como lo habían sido para ella. "No tengo mucho que darle a mi hija, pero llevaré toda la carga para asegurarme de que reciba una educación", confiesa Jamal. Y tiene la firme convicción de que su hija seguirá la estela de los voluntarios para levantar a su comunidad.

Zemzem escribe en una pizarra "I want to be a teacher" ("Quiero ser profesora", en inglés). Bethelhem Assefa UNICEF Derrera, región de Sidama (Etiopía)

Echando la vista hacia atrás, Abraham, el trabajador social dentro de Derrera, recuerda que en el pasado "solíamos tener entre 15 y 20 casos de matrimonio infantil en un lapso de 7 meses", pero la situación ha cambiado: "El número se ha reducido considerablemente". El rito de negociación entre familias que conducía a las menores de edad a un futuro de incertidumbre ha dejado de ser la norma. 

Ahora, "la comunidad ahora lo entiende y se niega a casar a sus hijas. También saben que un secuestro no se supera con una simple disculpa o negociación", dice Abraham. Este funcionario trabaja con UNICEF para concienciar sobre los efectos devastadores del matrimonio infantil en el desarrollo personal y educativo de las niñas. 

Poniendo fin al matrimonio infantil

Etiopía registra una de las tasas de matrimonio infantil más elevadas del mundo: el 40% de las niñas se casan antes de los 18 años y el 14% antes de cumplir los 15, según los recabados por la oenegé Girls Not Brides. Estas cifras son especialmente preocupantes si se tiene en cuenta que en este país de África Oriental la edad mínima para el matrimonio, tal como figura en el Código de Familia revisado de 2000, es de 18 años. 

"Las normas sociales y religiosas que ven a las niñas únicamente como esposas y madres son el principal factor impulsor del matrimonio infantil". Esta es una de las conclusiones que arroja el informe más reciente sobre la situación de este problema, publicado por UNICEF en marzo de 2016. Son normas que "valoran la virginidad de las niñas y las estigmatizan y a sus familias si son 'impuras' o 'demasiado mayores'".

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En muchos casos, las niñas —todavía en edad escolar— tienen que decidir un rumbo para sus vidas: seguir estudiando, con el estigma que eso acarrea, o casarse con la expectativa de formar una familia y de un futuro económicamente estable. UNICEF identificó varios escollos que perpetúan que haya niñas y familias que opten por la segunda opción: "Cuando no hay escuelas secundarias, empleo local ni modelos femeninos, el matrimonio infantil se convierte en la opción por defecto", reflejan en el informe. 

Pero eso está cambiando a pasos agigantados. La Iniciativa Spotlight —en la que se emarca la iniciativa de Sidama—, fruto de la colaboración entre la ONU y la Unión Europea (UE) ha facilitado la implementación de estrategias innovadoras en las comunidades locales y regionales para combatir la violencia contra las mujeres (Mutilación Genital Femenina y matrimonio infantil) y educar en masculinidad positiva en África.