Un grupo de jóvenes leyendo.

Un grupo de jóvenes leyendo. iStock

Historias

Leer todos los días para salvar la democracia: cómo los libros nos ayudan a desarrollar la empatía

Expertas y educadores recomiendan el regreso a los libros para combatir la epidemia de falta de atención de nuestro tiempo.

28 enero, 2024 00:54

Cuando Maryanne Wolf empezó a escribir Lector vuelve a casa. Cómo afecta a nuestro cerebro la lectura en pantallas (Deusto, 2020), su conocido ensayo sobre la lectura profunda, lo hacía como experta en aprendizaje y profesora preocupada por los problemas de atención que detectaba en sus alumnos más jóvenes y en el uso de las pantallas para ayudar a menores con dislexia.

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Wolf, profesora de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), que ha trabajado gran parte de su carrera con niños con problemas de aprendizaje, no esperaba acabar escribiendo una suerte de panfleto político sobre la necesidad de la reflexión en plena de la polarización.

"Quería escribir sobre dislexia y pantallas, ¡no pensé acabar preocupada por la democracia!", bromea al atender a ENCLAVE ODS por videollamada. "Si he acabado recomendando volver a la lectura profunda, y en formato físico, no es tanto por las pantallas o la tecnología en sí, como por el uso que les damos", explica.

Y es que, dice Wolf, "el ser humano tiene un mecanismo de defensa cuando recibe más información de la que puede absorber: evitarla o procesarla más deprisa". El problema está, continúa, en que "los medios digitales, al fomentar el scroll, están aprovechando que activamos ese mecanismo sin darnos cuenta, de manera que no activamos el mecanismo de la lectura profunda [entendida en un sentido amplio, no lectura literal] y hacemos una inferencia real del conocimiento".

La experta asegura que, así, "es imposible realizar un análisis crítico". Por eso, "nos quedamos en un espacio seguro, en el que no evaluamos la credibilidad de las fuentes, sino solo las que nos reafirman en nuestra burbuja".

En sus ensayos y charlas más recientes, Wolf da una definición de lectura profunda como la capacidad de “crear imágenes” de aquello que leemos de manera que accedemos “a las múltiples capas de significado que subyacen en un texto”. Algo que aplica casi siempre a lo escrito, pero puede referirse también a imágenes y otros tipos de comunicación.

Este mecanismo es automático, pero requiere de unos milisegundos en nuestro cerebro que el actual consumo digital no permite. El lector profundo es capaz de secuenciar y procesar la densidad de significados y, en opinión de Wolf, hacer un mejor análisis de lo que recibe.

En Lector vuelve a casa, la investigadora defiende que esa lectura profunda, del "ojo tranquilo" que no salta de story en story nos ayuda a desarrollar "paciencia cognitiva", algo que define como "recuperar el ritmo del tiempo que nos permita atender consciente e intencionadamente los pensamientos a comprender la belleza, a apreciar las cuestiones, a recordar las ideas a desarrollar". También que desarrolla la empatía, pues al sumergirnos en ideas ajenas de forma pausa y reflexionada, permite ampliar el bagaje cultural y los puntos de vista en nuestra forma de conocimiento.

Estudios y atención

“Un aspecto esencial de la atención es seleccionar lo que es relevante en cada momento y centrarse en ello”, explica Teresa Rossignoli, investigadora del proyecto STap2Go: plataforma de cribado e intervención de atención y funciones ejecutivas, de la Universidad Nebrija. Rossignoli ha dedicado varios trabajos a cómo las actuales formas de consumo de información están mermando incluso la capacidad de atención de los adultos criados en un entorno analógico.

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"Cuando la estimulación es alta, no sabemos identificar qué es relevante y qué debemos ignorar. Además, hay un perfil de usuario, que yo diría que somos todos, que se llama el media multitasker, que implica que estamos conectados de forma simultánea a diferentes tecnologías y dispositivos, de modo que estamos a todo y a nada”, explica.

La experta señala como investigaciones como las de Jason M. Lodge y William J. Harrison, de la Universidad de Queensland, en Australia, han detectado que los trastornos de atención han incrementado en los últimos años. “Es obvio que si no tenemos control sobre nuestra atención, o no somos capaces de mantenerla en algo de forma consciente durante tiempos prolongados, esto tiene efectos en la productividad de los trabajadores, en el rendimiento escolar de los alumnos, y efectos aún mayores sobre la capacidad de atención de los más pequeños”.

La plataforma STap2Go del equipo de Rossignoli se creó precisamente para evaluar e intervenir casos de personas con el célebre trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), que ha puesto a prueba y respaldado procesos que no le sonarán tan marcianos a ningún estudiante de la vieja escuela: autorregulación, planificación, flexibilidad mental…

“En este sentido, lo esencial sobre el impacto de la tecnología sobre la atención u otros procesos radica en el contenido y en su diseño”, dice, y no tanto en la tecnología en sí. Y añade: “En los estudios que estamos llevando a cabo actualmente estamos viendo cómo llega a tener un impacto en la inteligencia, el rendimiento académico o la regulación del comportamiento. Es decir, que existen intervenciones tecnológicas eficaces para entrenar la atención que además inciden en otros procesos”.

Así, más que eliminar o reducir el uso de las pantallas, en las aulas o fuera de ellas, “hablaría más bien de restringir el uso, pues el impacto también dependerá del contenido". Y lo explica: "No es lo mismo usar una tecnología para realizar una tarea escolar, para hacer unos ejercicios de memoria, de percepción visual…, o el uso que hacemos de ocio. En una clase, la tecnología bien dirigida puede ser útil, o también a nivel terapéutico”.

En el caso de la lectura, “en algunas cuestiones el formato físico tiene ventajas sobre el digital", indica Rossignoli. En general, continúa, "el formato físico permite una mayor manipulación del material que, además, podemos visualizar de forma general. Aunque en una tablet puedas subrayar o hacer anotaciones, tienes que ir recorriendo el texto por partes".

Por el contrario, zanja, "en un papel impreso puedes visualizarlo de forma completa con todas tus anotaciones, etcétera. Para muchas personas, el formato papel facilita el estudio. En este punto que lo ideal es ajustar el formato al usuario y a sus necesidades".

Wolf, por su parte, insiste en que el suyo “no es un discurso antitecnología ni elitista, sino todo lo contrario, la lectura profunda te hace responsable de tu propia toma de conocimiento". Por eso, dice, las pantallas hay que usarlas "con conciencia".

Las consecuencias políticas de la investigación de Wolf afirma verlas a su alrededor en EEUU, pero también en Israel: “No soy ingenua, sé que la deshumanización del enemigo ha existido siempre, pero la forma en que recibimos y leemos la información ahora lo acelera al sumergirnos en eso pequeños silos de información, nichos donde solo se confirman nuestras ideas y todo lo que venga fuera de ellas es un ataque”.