Hay un lugar en la Tierra donde la noche cae un día y el sol no vuelve a ponerse hasta cuatro meses después. Allí, las auroras boreales están a la orden del día, los gatos han sido desterrados por siempre y los renos salvajes campan a sus anchas y conviven con los seres humanos. En este sitio, que también es el más septentrional del planeta que está habitado, además, sus moradores se consideran inmortales, y de ahí su nombre —el que reza el titular—. 

Aunque tal vez no sean inmortales como tal. Más bien, las personas que viven en este archipiélago a medio camino entre Noruega y el polo norte no pueden morir en él. Y si por un golpe fortuito del destino ocurriese, los restos del difunto no podrían, por ley, descansar en paz en estas islas de los inmortales. 

Se trata de Svalbard, un lugar que, como explica la meteoróloga y física Mar Gómez en su cuenta de X (antes Twitter), "es único por su naturaleza y fauna". En su capital, Longyearbyen, escribe la experta, "hay una ley establecida desde el año 1950 que obliga a emigrar antes de pasar a la otra vida". Así que sus apenas mil habitantes se trasladan a la Noruega continental si enferman.

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Prohibido morirse

¿Y qué pasa si morimos de golpe, si tenemos un accidente y perecemos, si la parca aparece de pronto? "Si morimos seremos trasladados al continente, a Noruega", recuerda en sus redes Gómez.

Y lo explica: "El problema está en los cuerpos enterrados en el permafrost, la capa de terreno permanentemente congelada durante dos años consecutivos como mínimo y que está bajo el suelo activo que pisamos en regiones frías del planeta". Si un cadáver acaba enterrado en Svalbard, tarde o temprano reaparecerá sin descomponer. Por tanto, el "miedo a la propagación de virus" estaría detrás de que el descanso eterno no se pueda alcanzar aquí. 

"El temor de que los cadáveres diseminen enfermedades no es infundado, aunque existe poco riesgo real. Nos remontamos hace décadas cuando un equipo exhumó cuerpos de mineros que habían llegado hasta allí y muerto de gripe española y vieron que el virus estaba presente en ellos", tuitea Mar Gómez. Y explica que la paranoia por un posible contagio de esta enfermedad se extendió como la pólvora entre los habitantes y el gobierno se vio obligado a tomar una medida tan drástica como prohibir los entierros. 

También hay que reconocer que no es plato de buen gusto encontrarse el cuerpo, en perfecto estado, de un pariente fallecido hace años al visitar el cementerio. De aquí que este lleve décadas vacío.

Prohibido nacer

Se podría decir que en Svalbard también está prohibido nacer, pues el hospital más cercano está al otro lado del mar, en el continente. Por tanto, los partos en casa no están recomendados, pues sería imposible recibir ayuda si hay complicaciones. 

Por tanto, las futuras madres optan por trasladarse a Noruega unas semanas antes de salir de cuentas. Tras el parto, una vez recuperadas, tanto ellas como los bebés pueden volver a su isla de los inmortales. 

Prohibido tener gato

Como se ha explicado en ENCLAVE ODS con anterioridad, los felinos domésticos son grandes depredadores —a pesar de su reducido tamaño— y un peligro para la biodiversidad que les rodea. En Svalbard residen multitud de aves endémicas al Ártico a las que podrían poner en serio peligro. De ahí que el gobierno noruego decidiese prohibir los gatos como mascota.

Y es que, de introducirlos en este archipiélago, se convertirían rápidamente en una especie invasora. Se pondría, así, en peligro el frágil equilibrio de este ecosistema único. 

El reino de los osos y los renos

Pero si los gatos están prohibidos, los renos y los osos polares están a la orden del día. En cualquier momento uno se puede encontrar cualquiera de estos dos animales.

Los renos salvajes campan a sus anchas, como también lo hacen los osos polares, que encuentran en este archipiélago su propio reino. Y precisamente por la abundancia de osos polares, explica Mar Gómez en X, "se permite llevar armas cuando se sale de casa como motivo de defensa". Eso sí, especifica que "para entrar en las tiendas hay que dejarlas fuera". 

La bóveda del fin del mundo

Svalbard no es solo una fuente de curiosidades. También es un punto estratégico para la conservación de la vida en la Tierra. Aquí se sitúa la famosa bóveda del fin del mundo o de las semillas, un arca de Noé en el que todo el conocimiento humano yace protegido de terremotos, maremotos, bombas nucleares o cualquier desastre imaginable. 

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Este lugar está pensado para salvaguardar la biodiversidad de cultivos existente, y evitar que algunas semillas se pierdan para siempre con el calentamiento global o las decisiones humanas, como ya ha ocurrido con algunas. Esta despensa de la humanidad conserva 1.059.646 semillas de diferentes.

Pero, ¿por qué se sitúa en la isla de los inmortales y no en otro lugar? Mar Gómez lo explica en su red social. "Está construida aquí precisamente por el permafrost, ya que las bajas temperaturas permiten su conservación incluso cuando desaparece la nieve. Es el permafrost el que actuará como refrigerante natural en caso de fallo eléctrico".

Ojo con el alcohol

En Svalbard, además, el alcohol está limitado. Los residentes registrados pueden comprar un límite mensual, que se controla con una cartilla específica. Los turistas también, siempre y cuando muestren su tarjeta de embarque. Todo es fruto de una ley que entró en vigor en los años 70 para prevenir el alcoholismo.