Un niño durante una sesión de cine de VenTEA.

Un niño durante una sesión de cine de VenTEA. Cortesía de VenTEA

Historias

Sesiones de cine adaptadas para personas con autismo: “No entienden que la película empiece 20 minutos después”

Al haber poca adaptación, muchas familias con un miembro en el espectro autista deciden renunciar al ocio. 

27 julio, 2023 02:53

Ver el último estreno del que todo el mundo habla o disfrutar de la última película de tu superhéroe favorito son algunas de las razones por las que solemos ir al cine. Para la mayoría de nosotros, ir al cine, comer palomitas y tomar un refresco es algo común. Nada fuera de lo normal. Sin embargo, no todos corren la misma suerte. Para las personas que tienen un trastorno del espectro autista (TEA), ir a ver una película puede llegar a ser algo muy complicado

Los estímulos que percibimos en un cine, como el juego de luces, el sonido o la oscuridad, se pueden convertir en todo un mundo para una persona con TEA. Y es que aunque el espectro es muy amplio —y cada caso puede ser diferente—, la mayoría percibe el mundo sensorialmente de una manera distinta a cómo lo percibimos las personas normotípicas

En el ocio, precisamente, es donde más se manifiesta esta diferencia. “Los momentos de ocio, que son los más desestructurados que tenemos en la vida, es donde más dificultades se presentan, porque en el resto de los ambientes se mantienen bastante controlados”, explica Irene Morán, fundadora de VenTEA, una iniciativa que promueve actividades de ocio adaptadas a las necesidades que puedan tener las personas con TEA. 

[La odisea de conseguir un perro guía en España: listas de espera de 4 años y solo una escuela de entrenamiento]

Sobre todo, señala, el gran problema se da cuando interactúan con “personas que no saben nada del autismo y que no les pueden ayudar”. Ir al cine para ellos puede ser, por tanto, una experiencia traumática. De hecho, muchos jóvenes de 18 o 20 años con TEA no han llegado a ir nunca al cine. “Es un ambiente sensorialmente muy agresivo”, señala Morán. 

Otro aspecto complicado es la hora de comienzo de la película. En la mayoría de los cines, el inicio de la película no coincide con la hora de la entrada. ¿Quién no se ha tragado esos 20 minutos de publicidad? Y eso, explica la fundadora de VenTEA, es algo que puede resultar difícil de entender para una persona con TEA

Para una persona con TEA, el cine puede ser un espacio con excesivos estímulos.

Para una persona con TEA, el cine puede ser un espacio con excesivos estímulos. Cortesía de VenTEA

Por otro lado, cuando están disfrutando, a veces pueden levantarse, aplaudir o hacer algún tipo de vocalización o gestos con las manos. “El público que desconoce el autismo no lo recibe bien”, recuerda Morán. 

Por ello, muchas familias deciden renunciar a algo tan básico para nosotros como lo es el ocio. “Apenas hay apoyos en general para las personas en el espectro autista, y mucho menos en el ocio, eso que tanto nos gusta a todos, y tanto necesitamos”, recuerda. 

Sesiones adaptadas

En 2017, Morán puso en marcha un proyecto de cine inclusivo para que todas las personas que están en el espectro autista pudieran acudir al cine como cualquier otra persona. Todo empezó en los Cines Zoco del municipio madrileño de Majadahonda, donde se organizaba un domingo al mes la sesión VenTEAlcine. Ahora, seis años después, ya van 111 sesiones adaptadas en 17 salas de 15 ciudades españolas.  

En realidad, dilucida la fundadora de VenTEA, la mayoría de los problemas que se presentan son de fácil solución. Adaptar una sesión de cine consiste simplemente en bajar un poco el volumen, aumentar la luminosidad de la sala para que no esté completamente a oscuras o que la película empiece a la hora prevista. “Con eso conseguimos rebajar muchísimo los niveles de estrés”, señala. 

Adicionalmente, proporciona un material de anticipación (vídeos, fotos, etc.) para que puedan conocer de antemano cómo va a ser la experiencia. Para que puedan ver el trayecto, desde la entrada del cine hasta sentarse en la butaca y sepan qué va a ocurrir en cada momento. Abrir la puerta, enseñar la entrada, pedir palomitas. Todo ese ritual que siempre hacemos al ir al cine. “Saber todo lo que va a suceder hace que estén más tranquilos”, explica. 

Cartel de VenTEA en la barra de un bar durante una sesión de cine adaptada.

Cartel de VenTEA en la barra de un bar durante una sesión de cine adaptada.

La experiencia, señala Morán, ha sido muy positiva. Ya han sido más de 4.000 personas las que han acudido a estas sesiones inclusivas y, para muchos, ha sido incluso su primera vez que iban al cine. “Para mi hijo, un tiarrón de 16 años, fue fundamental empezar a ir a estas sesiones; sin ellas no habríamos conseguido ir al cine como vamos ahora a cualquier sesión, pero nos encanta seguir yendo a las adaptadas”, ilustra una de las madres. 

["¡Akalipe!", un grito de enfado que busca convertirse en una marca de moda de referencia]

Recientemente, han incorporado el Autocine Fever Madrid en su catálogo, un espacio donde es mucho más sencillo aplicar todas estas adaptaciones. “Para empezar, es un sitio que no está a oscuras, ya que está al aire libre. Además, hay sitio para correr si alguien lo necesita y todas las familias van en coche, por lo que siempre hay un espacio al que retirarse si la experiencia es demasiado intensa”, refleja Morán. 

De la misma manera, al poder ajustarse el volumen, ya que se utiliza la radio del coche, es mucho más sencillo regular la intensidad del sonido. Asimismo, se han creado accesos preferentes tanto para entrar al recinto como para pedir en todas las barras. 

Lo positivo de esta nueva incorporación, señala la fundadora de VenTEA, es que el autocine ya va a mantener siempre estas adaptaciones, por lo que podrán acudir a cualquier sesión y no sólo un domingo al mes como ocurre con las salas normales. “Es un paso muy grande hacia la normalización”, celebra Morán.

Una niña en una de las sesiones adaptadas de VenTEA.

Una niña en una de las sesiones adaptadas de VenTEA. Cortesía de VenTEA

Con esta iniciativa, Morán considera que ha hecho una gran labor de concienciación y de sensibilización, especialmente entre el personal de ocio. Además del cine, su iniciativa ofrece otras actividades de ocio como ir al museo, a un restaurante, a un parque infantil o a una piscina de bolas.  

“Hay gente que se ha equivocado y ha ido a ver una película que no estaba adaptada porque se habían confundido de fecha. Pero como ya les conocen por haber ido a sesiones adaptadas, el personal del cine les ha ayudado bajando un poco el volumen, sentándoles atrás e incluso ofreciéndoles la devolución de la entrada si llegan a tener algún problema”, ejemplifica. 

“Al igual que existe la audiodescripción para los ciegos y los subtítulos para los sordos —aunque insuficiente—, también hay que atender a la neurodiversidad y que esto también sea un cosa habitual y normal”, concluye.