Las aguas más claras no se encuentran ni en las costas del Caribe ni las del Pacífico, sino, según los científicos, en la Antártida: el mar de Weddell. Dado que se encuentra en esta remota zona. 

Es la parte más al norte de la Antártida continental y está rodeada por la Península Antártica de la Antártida Occidental y se enfrenta a la Tierra de los Abrigos de la Antártida Oriental. Al sur, limita con gruesas plataformas de hielo. La proliferación de icebergs dificulta mucho la navegación. Por eso, los cargueros no pasan por allí.

Su transparencia permite al ojo humano divisar un objeto hasta 80 metros de profundidad: casi lo mismo que si estuviera sumergido en agua destilada. Estas fueron las conclusiones a las que llegó un grupo de científicos del que se encontraba por la zona realizando observaciones en otoño de 1986. 

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Los investigadores lanzaron un disco Secchi —que se utiliza para la medición de la penetración luminosa— al agua y mientras seguían con la mirada su trayectoria se dieron cuenta de que estaba ya 79 metros de profundidad. Después de llegar a los 80 metros dejó de ajustarse. 

Quedaron perplejos, ya que sabían que en ese momento el récord de las aguas más cristalinas lo ostentaba el Mar Mediterráneo. Unos años antes, en 1985, un grupo de oceanógrafos presenciaron cómo el disco Secchi se hundía hasta los 53 metros y luego se desvanecía.

Exploradores y sirenas

Este mar fue bautizado con el nombre de explorador y cazador de focas John Weddell, que atravesó la zona en una de sus expediciones en 1832. El área que abarca es de 2,9 millones de kilómetros cuadrados y se estima que tiene una profundidad máxima de 6.800 metros.

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Ha sido también un mar muy romantizado por la literatura. En su libro, The White Continent: The Story of Antarctica, el historiador y explorador inglés Thomas R. Henry realizó una de las primeras descripciones detalladas del clima, el tiempo, la flora y la fauna de la Antártida. Y dedicó un capítulo a los mitos del tritón de pelo verde y las sirenas que viven en las aguas del mar de Weddell.

Luz y partículas

El uno de sus artículos, la Red Europea de Observación y Datos Marinos (EMODnet) especifica que "cuanta más materia haya en el agua, menos luz solar podrá penetrar a través de ella (menor transparencia)".

Y esto a su vez depende del número de partículas que estén en el mar. Pueden ser no vivas, como los sedimentos que se desprenden de la erosión u otros materiales que se han disuelto; o vivas, como el fitoplancton o algas microscópicas.

Este mapa, elaborado a partir de datos del Centro Común de Investigación (JCR, por sus siglas en inglés) de la Comisión Europea, muestra cuáles son las masas de agua donde menos se disipa la luz. Esto se mide a través del coeficiente de atenuación difusa (Kd). 

Este medidor es especialmente importante para la oceanografía. Muchos investigadores han subrayado su utilidad para identificar "cambios en la calidad de las aguas, incluyendo la acidificación, el aumento de la carga terrestre de carbono orgánico o la proliferación de algas". También sirve para evaluar las concentraciones de fitoplancton y sedimentos. 

Contaminación plástica

Las aguas antárticas tampoco se libran de los microplásticos. En un estudio publicado en 2021 en la revista Environmental Science, un grupo de investigadores descubrieron que en la superficie del mar de Wenddell había pequeños fragmentos de pintura. En general, la pintura de los buques puede desprenderse principalmente durante su mantenimiento en los diques secos o bien caerse por desgaste o abrasión cuando navegan. 

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Este tipo de microplásticos son los que más prevalencia tienen en el Océano Antártico. Normalmente, en este océano, uno de los más aislados del mundo, no hay mucha actividad humana que pueda contaminar con residuos plásticos el agua. 

Lo que pone en alerta a los científicos es su efecto a largo plazo. Pueden afectar a la salud de la biota bentónica, por ingestión directa o por exposición a compuestos. A pesar de que por ahora están flotando en la superficie marina, algunas investigaciones apuntan a que los fragmentos de pintura podrían acabar en el fondo marino.