Al norte del océano Atlántico, se encuentra una isla descubierta por los vikingos allá en el año 860 y habitada por primera vez –por seres humanos– una década después. Se trata de Islandia, el país europeo más conocido como la 'tierra de hielo y fuego' por su compleja orografía y clima. Y es que tanto te puedes encontrar con un glaciar como con un géiser o un río hirviendo.

Sin embargo, eso no es lo más peculiar de la nación europea más occidental. Tampoco que tenga más tierra cubierta por glaciares que toda Europa continental. Islandia destaca sobre todas las cosas por su descomunal población de ovejas: más de medio millón de estos animales campa a sus anchas por esta isla volcánica. 

En un país con una población, a finales de 2022, de 376.374 personas, sus 500.000 cabezas de ganado ovino en invierno –que aumenta considerablemente en verano– lo convierten en el que más ovejas per cápita tiene del mundo. Y no son especímenes cualquiera: se tratan de los descendientes directos de los primeros pobladores vikingos de la isla.

Cuándo llegaron las ovejas a Islandia

Las ovejas islandesas llegaron a la isla entre el siglo IX y X para formar parte de los recién constituidos asentamientos vikingos. Son una de las razas más comunes en el Viejo Continente, pues este tipo de oveja de cola corta del Norte de Europa era la dominante en Escandinavia y las islas británicas allá a principios del siglo pasado. 

Lo más peculiar de la familia ovina islandesa es que prácticamente no ha cambiado desde aquella época. Y eso que se han intentado cruzar, pero siempre con desastrosos resultados, pues los cruces venían acompañados de la rápida proliferación de enfermedades.

Es precisamente por eso por lo que los granjeros islandeses decidieron cortar de raíz y mantener a sus ovejas alejadas de otras razas. Y es que en el país está prohibido la importación de otras ovejas. Por eso, en la actualidad se han convertido en las ovejas domesticadas más antiguas que se conocen.  

Un 50% menos de ovejas que en 1980

Sin embargo, las ovejas islandesas, a pesar de seguir superando en número a la población humana, se enfrentan a una lenta merma que ha venido reduciendo su número desde la década de los 80.

Según datos oficiales, en aquella época las cabezas de ganado ovino en la temporada de invierno superaban los 800.000 ejemplares. Ahora, sin embargo, a duras penas alcanzan el medio millón. Lo que supone una reducción de casi el 50% de su población.

Algo que puede entenderse por la reciente apuesta por el ganado bovino, cada vez más popular. Esta situación, de seguir así, podría poner en riesgo a estos animales que, principalmente, proporcionan lana, lácteos y, en algunos casos, proteína cárnica. 

Cómo se vive en Islandia

Las ovejas islandesas, animales genuinamente montañosos, campan prácticamente a sus anchas por el país. Por eso, vivir en Islandia significa recorrer sus carreteras alerta por si un grupo de ellas –suelen moverse de tres en tres, por un gen que favorece el nacimiento de trillizos– se cruza en tu camino. Esto sucede, sobre todo, en verano. 

Además, como ya se ha mencionado, su pelaje es idóneo para fabricar jerséis y otras prendas de lana. Tejido común en un país como Islandia, con una temperatura media en invierno de 0 °C y que puede llegar a bajar el termómetro hasta los 20 grados bajo cero en algunas zonas más remotas. 

El precio de la vida en Islandia es relativamente alto, aunque el nivel de vida también lo es. Se trata de un país bastante tolerante e inclusivo, en el que el bienestar de la comunidad está en el centro de la mayoría de las políticas locales. Además, sus habitantes alardean de la seguridad que se vive en sus calles.