Más calor, más intenso y más frecuente. Es la previsión que la emergencia climática nos deja para los próximos años, con un aumento también de los desastres naturales asociados a la subida de las temperaturas. Esta combinación fatal, alerta la Organización Meteorológica Mundial (OMM) en un informe, puede hacer que la calidad del aire empeore considerablemente de aquí a final de siglo.

Esto, sin duda, acarreará serios perjuicios en la salud humana y en la de los ecosistemas del planeta.

En el último boletín sobre la calidad del aire y el clima, la OMM se centra en las consecuencias del humo de los incendios forestales, cada vez más habituales en los escenarios de calor extremo. El estudio ha hallado un incremento generalizado de los niveles de partículas en suspensión, que suponen un riesgo para la salud de cientos de millones de personas y especies animales y vegetales.

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“Esto ha sucedido en las olas de calor que se produjeron en Europa y China este año, cuando las condiciones estables de la atmósfera superior, la luz solar y la baja velocidad del viento dieron lugar a altos niveles de contaminación”, afirma el secretario general de la OMM, Petteri Taalas.

Sanción climática

El término “sanción climática” hace referencia al efecto de amplificación del cambio climático en la producción de ozono al nivel del suelo, lo cual tiene un efecto negativo en el aire que respiramos. Las regiones con la sanción climática prevista más fuerte, principalmente en Asia, albergan aproximadamente a una cuarta parte de la población mundial.

La calidad del aire y el clima están interconectados porque las especies químicas que provocan su degradación, en general, se emiten de forma conjunta con los gases de efecto invernadero. Por eso, los cambios en uno inevitablemente afectan al otro. La quema de combustibles fósiles —una fuente importante de dióxido de carbono— también emite óxido de nitrógeno, que puede reaccionar con la luz solar y dar lugar a la formación de ozono y aerosoles de nitratos.

La calidad del aire, a su vez, afecta a la salud de los ecosistemas mediante la deposición atmosférica, dado que los contaminantes del aire se quedan en la superficie de la Tierra. La deposición de nitrógeno, azufre y ozono puede tener un efecto negativo en los servicios provistos por los ecosistemas naturales, por ejemplo, el agua limpia, la biodiversidad y el almacenamiento de carbono, así como perjudicar el rendimiento de las cosechas.

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Aire más sucio y más tóxico

Pendiente de la vigilancia de las concentraciones mundiales de partículas en suspensión se encuentra Copernicus, el Servicio de Vigilancia Atmosférica de la Unión Europea. Según el organismo, la inhalación partículas con un diámetro de 2,5 micrómetros o menos durante períodos prolongados constituye un grave peligro para la salud.

Entre las fuentes de dichas partículas se incluyen las emisiones provenientes de la quema de combustibles fósiles, los incendios forestales y el polvo del desierto levantado por el viento. A escala mundial, las observaciones de la superficie incendiada total anual muestran una tendencia descendente durante las dos últimas décadas.

No obstante, a escala continental, sí se han observado un aumento de incendios en algunas regiones específicas, como por ejemplo algunas partes de la zona occidental de América del Norte, el Amazonas y Australia. En 2021, por ejemplo, las concentraciones de partículas tóxicas en Siberia alcanzaron niveles nunca observados.

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El Sexto Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) ofrece distintos escenarios sobre la evolución de la calidad del aire a medida que va aumentando la temperatura en el siglo XXI. Si las emisiones de gases de efecto invernadero resultan siendo elevadas, y las temperaturas mundiales aumentan 3 grados con respecto a los niveles preindustriales en la segunda mitad del siglo XXI, se prevé que se incrementarán las concentraciones de ozono en superficie en las zonas gravemente contaminadas, especialmente en Asia.

Por el contrario, el IPCC señala que el escenario con bajas emisiones de carbono estará asociado a un calentamiento menor a corto plazo, antes de que la temperatura disminuya. Esto obedece a que primero se producirán los efectos de la reducción de las partículas tóxicas, mientras que el alcance de la temperatura en respuesta a la reducción de las emisiones de dióxido de carbono llevará más tiempo.

Por último, un escenario mundial de neutralidad en cuanto a emisiones de carbono limitaría los fenómenos extremos futuros de contaminación del aire por ozono. Esto se debe a que las medidas para mitigar el cambio climático mediante la eliminación de la quema de combustibles fósiles también eliminarían la mayoría de las emisiones causadas por el ser humano.

Las mayores emisiones en 15 años

Copernicus ha informado de que los devastadores incendios forestales de este verano en toda Europa han causado las emisiones más altas desde 2007. El servicio de observación ha explicado que la combinación entre la ola de calor de agosto y las condiciones secas prolongadas en la parte más occidental del continente resultó en una mayor actividad, intensidad y persistencia de los incendios forestales.

De acuerdo con los datos del Sistema Global de Asimilación de Incendios (GFAS), las emisiones totales de los incendios forestales de la Unión Europea más el Reino Unido del 1 de junio al 31 de agosto de 2022 se estiman en 6,4 megatoneladas de carbono, el nivel más alto para estos meses desde el verano de hace 25 años.

Tal y como refleja Copernicus, en otras regiones del hemisferio norte, que normalmente experimentan un pico en la actividad de incendios forestales durante los meses de verano, las emisiones totales estimadas fueron considerablemente menores que en los últimos años, a pesar de algunos incendios devastadores.