"Nuestro avión no podía aterrizar, no paraba de dar vueltas por encima del aeropuerto". Así comienza su relato el doctor Muhammad Lawal Abubakar, uno de los cirujanos de Médicos sin Fronteras (MSF). Durante tres veces al año, un equipo profesional acude a la ciudad de Sokoto, en Nigeria. El objetivo: operar a gente que sufre de NOMA, una enfermedad gangrenosa que afecta cara y mandíbula.

El doctor cuenta uno de los aterrizajes en la ciudad nigeriana. "A bordo íbamos cuatro cirujanos, un anestesista y miembros del equipo de Médicos sin Fronteras. Debajo de la espesa nube de polvo estaba Sokoto, donde nos esperaban 40 pacientes, mayoritariamente niños y niñas, para poder ser operados", relata.

Y añade: "Al final el piloto nos anunció que debido a la poca visibilidad, no podíamos aterrizar. Tuvimos que volver a Abuja"Esta es su historia.

NOMA

Soy cirujano plástico en Zaria, Nigeria. Trabajo en el hospital público dónde me dedico a la cirugía reconstructiva causada por traumatismos o tumores. Siempre que puedo me uno al equipo de cirujanos de MSF y viajo a Sokoto para echar una mano en el proyecto NOMA.

La enfermedad NOMA se asocia con la pobreza. Afecta a personas que no tienen para comer o no pueden mantener una buena higiene bucal. La infección empieza en las encías y puede llegar a extenderse por la cara y la mandíbula. Se come el tejido, causando desfiguraciones faciales y deficiencias potencialmente mortales.

Una de las pacientes afectadas por NOMA en su casa de Sokoto. MSF

El proyecto NOMA ofrece asistencia sanitaria, consultoría y fisioterapia todo el año. Las cirugías se hacen en intervenciones intensivas de dos semanas, unas tres o cuatro veces al año.

"Pasaron dos días hasta que mejoró el tiempo y pudimos volar desde la capital. El primer día de intervenciones suele ser de descanso, pero ya habíamos perdido demasiado tiempo. Dejamos las mochilas y nos fuimos directos al hospital. Teníamos mucho trabajo por hacer".

Ado

Ado, nuestra primera paciente tenía seis años. Tenía una fístula oral, un agujero en un lado de la cara por donde caía saliva constantemente.

La primera vez que la vimos, Ado estaba muy callada. Sus padres nos explicaron que, al hablar, salivaba aún más y por eso la pequeña dejó de comunicarse. Ya nadie quiere hablar con ella. Hablaba en monosílabos y no iba al colegio.

Rápidamente, empezamos a buscar opciones. ¿Qué podemos hacer para que Ado pueda vivir una vida normal después de la reconstrucción?

Una nueva imagen

Cualquier cirujano plástico tiene una imagen tridimensional en su cabeza que quiere recrear y solo los otros cirujanos del equipo son capaces de imaginarse como es. Juntos trabajamos para modificar esa imagen y poder avanzar en el proceso de reconstrucción.

Con Ado, decidimos llevar a cabo un procedimiento más simple llamado colgajo cérvico-facial. Le trasplantamos parte de la piel del cuello y la movimos quirúrgicamente, doblándola sobre sí misma para reconstruir la mejilla y la boca. La fístula quedó completamente cubierta.

Todo salió bien. Aunque no daremos de alta a Ado hasta que no haya pasado la prueba postoperatoria, ya se la ve mucho más feliz y empieza a jugar con otros niños y niñas.

Ifeoma

Me alegra que Ado sólo tenga que pasar por una operación. Pero, normalmente, los pacientes sufren múltiples defectos y es por eso que tenemos que hacer más de una cirugía, como es el caso de Ifeoma.

Nos puede llevar años a reconstruir toda la cara, ya que muchas operaciones sólo las podemos hacer cuando el paciente está totalmente desarrollado. Esto afecta a los jóvenes por todo el estigma que se puede crear. Tenemos que explicarles a muchos pacientes que no se les está negando la operación, sino que nos esperamos para obtener un mejor resultado.

Una foto de una de las pacientes recuperadas cuando aún tenía NOMA. MSF

Los supervivientes de NOMA son gente normal, tienen sueños, tienen aspiraciones como todo el mundo. Ifeoma es una joven afectada por NOMA. Hace un año tuvo las últimas fases de la reconstrucción nasal, una operación que puede tener varias complicaciones. Cuando la vi en el hospital Sokoto, pensé en como podríamos ayudarla en los posibles problemas quirúrgicos que pudo haber tenido.

Una rara oportunidad

Ifeoma nos vino a ver al hospital. Estaba muy cambiada desde la última vez que la vi. Iba maquillada y se había hecho mechas en el pelo, se la veía segura de sí misma. Aun así, nos sorprendió verla y le preguntamos si había algún problema.

“No hay ningún problema,” nos dijo. “Sólo venía a saludaros.”

Nos alegramos muchísimo de que hubiera venido a vernos. Nos encantó que nos explicara lo bien que estaba y cómo había cambiado su vida desde la última vez que la vimos.

El doctor Abubakar Lawal Abdullahi, líder del equipo de médicos de MSF.

Cumpliendo nuestros retos

Los supervivientes de NOMA son gente normal, tienen sueños y aspiraciones. De parte del equipo médico, somos conscientes de lo difícil que es tener esta enfermedad y someterse a una reconstrucción. Así que nuestro objetivo es que la operación pueda ayudar a los afectados a poder tener una vida normal con menos daños funcionales posibles. Intentamos que NOMA no se convierta en una barrera para lograr todo lo que se propongan.

Cuando veo la confianza en Ifeoma, o veo a Ado jugando con otros niños y niñas, me da la sensación de que estamos cumpliendo nuestros retos.

Mirando hacia delante

Ha sido un viaje intenso. Después de todas las horas perdidas, tuvimos que ponernos las pilas y atender a más pacientes por día. Pero la motivación era alta dada a la cantidad de pacientes que teníamos que atender. Acabamos todos cansados, pero felices del trabajo hecho.

La siguiente intervención será en junio y yo espero poder volver a trabajar con todo el equipo.

*Los nombres de los pacientes con NOMA han sido cambiados por motivos de privacidad.

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