Ya lo dijo Nietzsche: "Sin música, la vida sería un error". Esta afirmación se volvió universal, y llegó hasta Haití en 2010, donde un grupo de voluntarios quisieron volver a dar vida a las escuelas de música que, debido al terremoto de aquel año, quedaron devastadas. 

Ese año, las labores humanitarias que se desplegaron en el país fueron inmensas: todos, desde cualquier parte del mundo, querían contribuir a su reconstrucción. Fue en ese flujo inminente de ayudas cuando nació BLUME Haití, un proyecto cuyo objetivo se centra en reforzar el desarrollo profesional y personal de muchos jóvenes haitianos a través de la música.

"No había organizaciones que apoyaran directamente las escuelas de música que fueron parcial o completamente destruidas", explica la cofundadora de la asociación y directora ejecutiva del programa musical, Janet Anthony.

Dos niños haitianos tocando el piano. Danielle Cho BLUME Haití

El trabajo de BLUME Haití es apoyar las actividades de programas o proyectos de escuelas musicales. Está vinculado con socios nacionales e internacionales que pretenden despertar el potencial individual y crear oportunidades para la colaboración cívica. Anthony asegura que el proyecto "aumenta y desarrolla el ecosistema de educación musical en el país".

Unidos por la música

Actualmente, Haití se encuentra en una situación de extrema vulnerabilidad. Como señalaba en enero de este año un informe de la Oficina de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, la ONU muestra preocupación "por la inseguridad, la pobreza y las desigualdades estructurales" por las que pasa el país caribeño.

En este contexto, "la música se convierte una de las pocas vías que permite a la gente reunirse como iguales", cuenta Anthony. Y es por eso que luchan para traer confianza, alegría, disciplina y optimismo a cada niño y niña que pisa sus aulas. Y añade que "muchos directores de programas dicen que quieren ver a los niños con instrumentos en sus manos en lugar de armas".

Jóvenes haitianos reparando sus instrumentos. Lanaud Derazin BLUME Haití

Una segunda vida

En su planificación musical, la asociación incluye algo que su directora ejecutiva del programa considera esencial: la reparación de instrumentos.

Para ayudar a la sostenibilidad de las escuelas en cada rincón del país, capacitan y dotan de las herramientas necesarias a los alumnos puedan reparar sus propios instrumentos cuanto estos se estropean. De este modo, las escuelas también son capaces de mantener un stock.

El camino del liderazgo

Cada mes, desde BLUME Haití presentan lo que ellos llaman un líder emergente. Es decir, alguien que ha generado un cambio y que ha participado en algunos de los programas de los que dispone la asociación. Personas que tras años de formación finalmente han sido capaces de convertirse en grandes maestros.

Los líderes emergentes son capaces de motivar a los más jóvenes a través de ideas transformadoras. Por eso, Richard Casimir, profesor de música y colaborador de BLUME Haití, asegura que, en un futuro no muy lejano, en esta joven nación habrá "una nueva generación de líderes pragmáticos, competentes, innovadores y transformadores iniciarán un brillante porvenir para su gente".

Anna, profesora de música y una estudiante. Rachael Cohen BLUME Haití

Y los jóvenes que participan en el programa musical de BLUME ya empiezan a destacar como futuros líderes con proyectos prometedores. Entre sus colaboraciones internacionales destaca la Orquesta Sinfónica de Utah (MOTUS), que otorga apoyo al Instituto de la Orquesta de Haití (HOI, por sus siglas en inglés), liderada por el director de orquesta, Thierry Fischer.

En el HOI, los músicos haitianos reciben formación orquestal e instrumental intensiva. Algo que les abre la puerta a diferentes carreras profesionales.

Amigos de Haití

Casimir es profesor de música en el Colegio Sagrado Corazón de Pamplona y Amigos de Haití es el nombre que ha utilizado en los conciertos benéficos que organiza en apoyo a la población haitiana.

"Me entristecen los continuos desastres naturales que golpean al país, perturbando tantas vidas, así como la agitación social y política que está ahogando a la gente", explica el músico. 

Ha organizado tres conciertos desde el año 2004; dos en Filadelfia (Estados Unidos) y uno en Pamplona. Cuenta que aunque la mayor parte de su vida adulta ha estado fuera de su país natal, intenta a través de estos conciertos "aliviar el dolor" que siente por sus compatriotas. 

Niños y niñas aprendiendo a tocar la flauta en Haití. David Ferdinand BLUME Haití

A través de sus conciertos inició su contacto y colaboración con BLUME Haití. En esta asociación participa como animador y difusor, pues se considera defensor de la "enseñanza de la música como una metáfora para fortalecer a la población haitiana en su lucha contra la pobreza y la desesperanza".

Amigos de Haití refleja la preocupación y empatía por las dificultades que sufren los haitianos. Casimir enfatiza que este tipo de proyectos son esenciales "para traer vida, futuro y esperanza al pueblo haitiano".