Hay mucha literatura sobre ello, pero para Juan [nombre ficticio] no hay que hacer mucho análisis sobre los momentos de cambio. Simplemente tienen que ver con "tocar fondo".

Este sevillano de 45 años, que hoy no quiere revelar su nombre, vive con su mujer y dos niños pequeños en el barrio de Los Pajaritos, pero su trayecto vital ha sido complicado. "Yo empecé muy joven a trapichear y hacer robos para las drogas que consumía", explica a ENCLAVE ODS.

La experiencia de la cárcel le marcó profundamente, especialmente al reincidir, cuando daba todo por perdido. "En prisión lo pasé bastante mal. Para sobrevivir, intentaba aparentar que era una persona mala, hasta el punto de llegar a creérmelo", cuenta. Dejó atrás -por última vez- la cárcel en 2013, pero las drogas seguían en su vida.

"La cárcel te deja la mente machacada, no es como en las películas", cuenta Juan, beneficiario de la Fundación Integra

Estaba en una situación crítica. "Intentaba hacer encargos de pintura, lo que fuera. La cárcel te deja la mente machacada, no es como en las películas, había estado rodeado de asesinos, violadores, todos los días con movidas feas…", recuerda.

Ahora que estaba fuera quería configurar otra realidad, pero no le resultaba fácil. "Parece que llevo un cartel, yo pensaba que todo el mundo me miraba y que no se iban a fiar de mí. No me veía capaz, me daba vergüenza e inseguridad", confiesa. 

En ese momento, hace más o menos cuatro años, se topó con la Fundación Integra. "Llegué a ellos a través de Secretariado Gitano. Me ayudaron a hacer un currículum, una entrevista de trabajo, me explicaron cómo ir vestido y cómo quitarme complejos".

Juan consiguió a través de ellos un primer contrato con una empresa de mantenimiento de mobiliario urbano subcontratada por el Ayuntamiento de Sevilla. Aunque, dice, no se veía capaz, María Muro, responsable en Sevilla de la Fundación Integra, le recordó que tenía el graduado escolar, "porque me lo había sacado por libre en prisión, y con eso ya me iba animando".

No fue fácil. Poco después una nueva lesión de espalda le obligó a estar tres meses en cama. "Anímicamente me vine abajo", reconoce. Pero esta vez no recae en las adicciones. Se recupera físicamente de las secuelas de los excesos y consigue volver a encontrar un trabajo, como añade después, apoyado por Integra.

Ana Botella, en un evento de la Fundación.

Como explica Ana Botella, presidenta de la fundación, a ENCLAVE ODS, "Integra se gestó en un momento en el que, a pesar de que había casi pleno empleo en España, muchas personas no podían acceder al mercado laboral".

En ese momento, nueve grandes empresas dieron un paso adelante para unirse a este proyecto pionero. Empezaron integrando a dos personas al año. "Fue entonces cuando comprobaron que eran excelentes trabajadores, porque cuando se le da una oportunidad a alguien la aprovecha al máximo", explica la exalcaldesa de Madrid.

Y añade: "Se dieron cuenta de que este proyecto podía aportarles un valor infinito a sus propias compañías, a las personas integradas y a la sociedad. Supieron ver su potencial. Tras estas nueve empresas, vinieron muchas más".

Sin embargo, la relación con las empresas ha evolucionado: "Algunas de ellas están contratando cada año a más de 300 personas", añade. La realidad es que las empresas prefieren a los trabajadores que llegan por este cauce, porque encuentran personas con una motivación y agradecimiento excepcionales".

La misión de Integra es acercar el empleo a personas que se encuentran en exclusión social severa

Botella explica que si "la principal función de la empresa es la creación de empleo", cada vez más las empresas hacen "acciones dentro de lo que entendemos por responsabilidad social corporativa". Esto ayuda a la Fundación Integra en su misión de acercar el empleo a personas que se encuentran en exclusión social severa.

Pero ¿cómo se articula esta colaboración desde las empresas? Con discreción, inteligencia de búsqueda, periodos de adaptación, procesos de seguimiento… Grupo EULEN, como ejemplo, colabora con Fundación Integra desde los inicios de su actividad en 2001.

Jesús Murciano, director corporativo de Recursos Humanos de Grupo EULEN explica que su primer presidente y fundador apostó e impulsó desde el primer momento esta iniciativa, que se ha mantenido en el tiempo, incluso con fuerzas renovadas por su actual presidenta María José Álvarez Mezquíriz.

Murciano destacaría "la proactividad y capacidad que posee la fundación para conocer nuestros servicios y los del resto de empresas colaboradoras. Este conocimiento sobre actividades productivas les permite adelantarse y proponernos perfiles idóneos".

Después, a través de canales digitales de registro de candidaturas, en la fundación ayudan a sus candidatos (o usuarios) a inscribirse en las vacantes.

"Lo más positivo es conseguir que cada persona que nos llega acceda y consiga un nuevo proyecto vital", explica Murciano

A continuación, se articulan "reuniones de seguimiento periódicas para conocer de cerca las necesidades, donde la comunicación es fluida y cercana entre los equipos, lo que nos ayuda a ambas partes a reajustar nuestros procedimientos".

"Lo más positivo es conseguir que cada persona que nos llega acceda y consiga un nuevo proyecto vital, una nueva oportunidad. Lo más difícil, es no poder ayudar a todas las personas que se encuentran en esa situación y que necesitan un empleo", explica Murciano.

Por eso, cuenta, "trabajamos y nos esforzamos en ampliar la colaboración a través de la sensibilización de nuestros equipos mediante charlas, talleres de empleo a los usuarios de la Fundación Integra a fin de que, cuando lleguen a los procesos de selección, lo hagan con las mayores garantías de éxito en la integración".

Para Ana Botella, que conoce en detalle muchos de los casos de la fundación, una de las historias que más le han impactado es la de un beneficiario que "venía de una familia desestructurada y estuvo muchos años metido en las drogas". Cuando consiguió salir y encontrar un empleo, "fue él el que logró sacar a su padre de ese mundo", recuerda.

Beneficiaros de la Fundación Integra. Fundación Integra

Desde Sevilla, Juan dice ser, pese a todo, "muy afortunado". Tras media vida entre drogas y yendo y viniendo de prisión, lleva 18 meses en una empresa de limpieza. Y, haciendo referencia a una creencia fuerte que le ayuda, ya que considera un milagro su recuperación, "si Dios quiere, puede que me hagan fijo".

Explica animadamente cómo, a pesar de numerosas secuelas que no niega, "hace siete años que no consumo ni bebo. No me hace falta tabaco ni alcohol, que son el trampolín para la droga".

Juan termina señalando lo increíble que es que algunas personas "que pueden hacerlo decidan ayudar a los demás porque sí". No por conseguir nada a cambio, sino por el hecho simplemente de aportar algo a la sociedad.