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En la comarca de la Sierra del Segura, hay un lugar cuya arquitectura desafía a la naturaleza. Se trata de Liétor, un pueblo de la provincia de Albacete cuyas casas se asoman vertiginosamente a un profundo acantilado tallado por el río Mundo creando un "enclave natural único", según el creador de contenido de viajes @rubengarciatravel.

Para Rubén este es uno de los pueblos más bonitos de Castilla-La Mancha porque "el agua está siempre presente". Su patrimonio histórico y artístico es tan impresionante como sus vistas.

Sus calles estrechas invitan a perderse hasta llegar a sus espectaculares miradores donde podrás observar con detenimiento las casas colgadas sobre la hoz del río Mundo.

En el apartado religioso, merece especial mención la imponente parroquia de Santiago Apóstol que guarda en su interior un histórico órgano barroco que inunda de profundo sonido el pueblo durante el Ciclo de Conciertos de Órgano.

Aunque la joya de la corona es la ermita de Nuestra Señora de Belén, famosa por sus pinturas populares del siglo XVIII que cubren por completo su interior.

Ermita de Liétor (Albacete). / Foto: Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha.

Su ubicación estratégica cerca de la frontera con el reino nazarí de Granada apunta a que en sus orígenes Liétor podría haber sido un antiguo asentamiento islámico. Tras la reconquista cristiana, fue entregado a la Orden de Santiago.

Este municipio es de película y nunca mejor dicho ya que el director José Luis Cuerda inmortalizó sus calles para la famosa comedia 'Amanece, que no es poco'. Los amantes de la gran pantalla pueden revivir las escenas míticas de esta película en las localizaciones como la ermita de Belén.

Imagen de la localidad albaceteña de Liétor. Foto: Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha

Esto no es todo, Liétor también es misterio. Cada año a finales de octubre acoge el Encuentro Nacional de Brujas que reúne a hechiceras de todos los puntos de España en una jornada de celebración con desfiles, mercadillo, talleres y el encendido de una hoguera.

Por todo ello, este pueblo de Albacete asentado al borde de un acantilado es un destino casi obligatorio durante esta época otoñal.