Siguiendo el rastro de las raíces del vino en las tierras de Don Quijote, se recorre la Ruta del Vino de La Mancha, un sendero de patrimonio, viñedos y mucha tradición que atraviesa el mayor viñedo del mundo.
Con el envero, ese momento mágico en el que las uvas empiezan a teñirse de color, el paisaje manchego se vuelve aún más emocionante, anticipando silenciosamente la llegada de la vendimia. Ahora, cuando el calor anima a buscar planes diferentes, el enoturismo se convierte en una opción perfecta para conocer la esencia de esta tierra a través del vino.
La Ruta del Vino de La Mancha propone una serie de experiencias que permiten disfrutar del verano de manera diferente, combinando cultura, historia y gastronomía en algunos de los pueblos con más encanto vinícola de la región.
Vinos con Dulcinea
El Toboso, conocido como la patria de Dulcinea, es parada obligatoria para los amantes del vino y la literatura. Allí se puede visitar el Museo Centro Cervantino y la Casa de Dulcinea, antes de adentrarse en los viñedos de Campos de Dulcinea, una bodega familiar donde descubrir vinos con mucha personalidad.
El viaje continúa en Campo de Criptana, en pleno corazón de la Sierra de los Molinos. Allí, el Restaurante Las Musas, reconocido con el distintivo Bib Gourmand de la Guía Michelin, ofrece una experiencia gastronómica única con vistas privilegiadas sobre los icónicos molinos de viento que Don Quijote confundió con gigantes. Y para cerrar la visita, nada mejor que conocer de cerca la maquinaria de uno de estos molinos históricos.
Sunset Wine
Alcázar de San Juan propone una experiencia perfecta para las tardes de verano: Sunset Wine, una cata de vinos y degustación de productos típicos al atardecer, desde lo alto del Cerro de San Antón. Allí, el sol se despide tiñendo de tonos dorados la inmensidad de las viñas manchegas, creando un momento inolvidable.
Además, quienes busquen una experiencia más completa pueden sumarse al Tour de Enoturismo, que incluye la visita a espacios como el Museo del Hidalgo, el FORMMA y el Conjunto Palacial.
Elaboración de vinos en tinajas
Villarrobledo es referente mundial en la fabricación de tinajas de barro, una tradición artesanal de cuatro siglos. La visita al Centro de Interpretación de la Alfarería Tinajera (CIAT) permite descubrir cómo se elaboran estas impresionantes piezas que durante siglos han servido para almacenar vino.
La experiencia se completa con la visita a Bodegas César Velasco, donde se producen vinos únicos criados en tinajas de barro hechas por artesanos locales, y con una cata comentada para descubrir el sabor más auténtico de la tierra.
Planes familiares o en pareja
A partir de aquí, la ruta invita a seguir descubriendo experiencias de forma más continua. 'Manos a la Viña' propone a las familias sumergirse de lleno en la vida rural manchega. Durante una jornada en el viñedo, niños y adultos colaboran en las tareas de la vid y terminan disfrutando juntos de una comida típica de campo entre viñas. También aprenderán recetas tradicionales, en un entorno que respira calma y tradición.
Para quienes buscan un plan más romántico, 'Atardecer Manchego' ofrece la posibilidad de disfrutar de una cena fría de productos locales maridados con vinos seleccionados mientras el sol se oculta sobre el viñedo. La música ambiental y un paseo entre viñas convierten la experiencia en un recuerdo para toda la vida.
El viaje continúa en Tomelloso, una ciudad que guarda bajo tierra un patrimonio insólito: sus históricas cuevas centenarias, que narran siglos de esfuerzo y pasión por el vino. La propuesta 'Tomelloso Infinito' descubre estas galerías subterráneas, ofrece catas de vinos y quesos de kilómetro cero, y muestra la riqueza gastronómica local, todo ello promoviendo prácticas sostenibles.
En Socuéllamos, la visita a Explotaciones Hermanos Delgado permite conocer de primera mano cómo se elaboran vinos de agricultura 100% ecológica, sin químicos de síntesis. La bodega cuenta con su propia cueva de crianza y produce además aceites, vinagres, cosmética y otros productos derivados de la uva, todo bajo la misma filosofía sostenible.
Finalmente, la ruta llega a la mayor bodega del mundo, Virgen de las Viñas. Su visita recorre el Lagar, convertido en Museo Etnológico, las antiguas cuevas donde se almacenaba el vino, y las modernas instalaciones de envasado. El recorrido termina en el Museo de Arte Contemporáneo 'Infanta Elena', donde conviven arte, historia y enología gracias a una colección que incluye obras de Dalí o Eduardo Naranjo.