En España, cerca de 2.300 personas mueren cada año a causa de un atragantamiento. Por ello, puesto que nadie está exento de sufrirlo, es vital actuar con rapidez para salvar la vida del afectado y para que no se produzcan secuelas graves.

Precisamente hace unos días, el presidente del PP en Castilla-La Mancha, Paco Núñez, sufría un episodio de este tipo mientras comía en un restaurante de Toledo con varias personas. En un momento dado, se atragantó con un trozo de comida y, dada la gravedad del asunto, su jefe de prensa se acercó de manera decidida y le practicó la 'Maniobra de Heimlich', consiguiendo que expulsase lo que tenía en la garganta y que recobrase la respiración con total normalidad.

Lo mismo ocurrió hace unos meses en un área de servicio de Albacete, donde una mujer de 49 años sufrió un atragantamiento que le obstruyó las vías respiratorias mientras ingería un bocadillo. Por suerte, agentes de la Guardia Civil que se encontraban tomando café en ese mismo bar, al obervar la expresión de su rostro y el color azulado de sus labios, le empezaron a realizar los primeros auxilios utilizando la misma maniobra. Gracias a ella, la señora fue recuperando poco a poco la respiración y la conciencia.

Como podemos comprobar, nadie está a salvo de sufrir un atragantamiento por cualquier causa. Sin embargo, no todo el mundo sabe qué hacer si se produce un episodio de este tipo. ¿Golpes en la espalda? ¿Compresiones abdominales? María Villar, formadora de Cruz Roja en Toledo, explica las instrucciones que hay que seguir en cada caso.

Cómo actuar según el tipo de atragantamiento

Según explica Villar, es importante saber que existen dos tipos de atragantamiento: incompleto y completo. En el primero de ellos, la persona puede hablar, toser o respirar porque el objeto que tiene en la garganta deja pasar un poco de aire. Sin embargo, si es completo, la víctima se quedará bloqueada, se llevará las manos a la garganta y sus labios se empezarán a poner azules, indicadores que avisan de que hay que actuar de inmediato.

En el primer caso, si la persona respira o emite algún sonido, "tan solo hay que animarle a que tosa sin practicarle ninguna maniobra, ya que todo lo que hagamos puede mover ese trozo de comida y provocar que el atragantamiento se complique", indica Villar. Por el contrario, si no puede respirar ni toser, "hay que inclinarla hacia delante y darle cinco golpes entre los omóplatos con la palma de la mano". Si con esto no se soluciona, habrá que llevar a cabo la famosa 'Maniobra de Heimlich'. Pero, ¿cómo se hace?

En primer lugar, hay que rodear a la víctima por la cintura con los brazos. Seguidamente, se debe cerrar una mano y colocar el nudillo del pulgar cuatro dedos por encima del ombligo, realizando hasta cinco compresiones rápidas hacia arriba y hacia dentro. Si el objeto no sale, se deben alternar las compresiones abdominales con las palmadas en la espalda hasta que la persona consiga expulsarlo. 

En el caso de que el afectado quede inconsciente, Villar señala que "hay que abrirle la boca para ver si el objeto con el que se ha atragantado se puede sacar" y, si no es posible, "habría que realizar un masaje cardiopulmonar". No obstante, indica que "es imprescindible llamar al 112 en el momento que veamos que la persona ya no respira".

Consejos para prevenirlo

Según señala Villar, tanto los niños como las personas mayores son los colectivos más propensos a sufrir atragantamientos, sobre todo con alimentos como los frutos secos, las palomitas de maíz, los caramelos, las golosinas o las uvas. Por ello recomienda que, a no ser que sean partidos o molidos, se eviten hasta que los pequeños tengan una cierta edad. Además, "es importante enseñarles a masticar y que no tengan prisa por comer".

En cuanto a la gente mayor, sobre todo aquellas personas con algún tipo de demencia que tienen dificultades para tragar, aconseja comidas "en modo puré o gelatina" y todo "muy bien partido".

Finalmente, en el caso de los adultos, indica que es importante masticar bien y comer sin grandes distracciones. Además, insta a extremar la precaución a la hora de usar la boca para sujetar objetos como capuchones de bolígrafos o palillos.