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Las icónicas escaleras mecánicas del paseo de Recaredo, en la zona de la Granja, cumplen 25 años desde su puesta en marcha en Toledo, convertidas en una "pieza cotidiana e indispensable" y un "orgullo" para toledanos y visitantes y elemento esencial para mejorar la accesibilidad del Casco Histórico y conectar barrios.

Con motivo de esta efeméride, sus arquitectos responsables, José Antonio Martínez Lapeña y Elías Torres, regresaron a Toledo para rememorar la gestación de una obra que, en su momento, generó debate, como casi todo lo que tiene que ver con el urbanismo en la ciudad.

En el marco de una conferencia promovida por el Colegio de Arquitectos de Toledo con motivo del Mes de la Arquitectura, la pareja de profesionales desveló detalles clave de su elección y diseño en una entrevista con EL ESPAÑOL de Castilla-La Mancha. Torres bromeó señalando que fueron seleccionados "a dedo, cuando se podía hacer", impulsados por el urbanista Joan Busquets tras la redacción del Plan Especial del Casco Histórico.

La obra, concebida bajo el mandato del alcalde del PP, Agustín Conde, fue posteriormente inaugurada por su sucesor, también popular, José Manuel Molina, en junio del año 2000.

"Funcionalidad" por encima de la polémica

Martínez Lapeña y Torres no ocultaron su satisfacción por la respuesta de la ciudad. "Estamos contentos sobre todo por la respuesta que la ciudad ha dado a esta infraestructura, que la encuentran útil, lo agradecen y están contentos. Eso es lo más importante", afirmó Lapeña al ser preguntado por su sensación 25 años después. "Nadie se imagina ya Toledo sin nuestra obra". 

El arquitecto rememoró los desafíos de la actuación, destacando que el principal no fue técnico, sino la propia ejecución. Subrayó la "buena elección" de la empresa constructora y la profesionalidad del jefe de obra. También recordó la "cierta prevención" inicial del Ayuntamiento respecto a la ubicación, a lo que él respondió que "el lugar era ideal por ser el punto de llegada a la ciudad" y por permitir la construcción del aparcamiento subterráneo.

Hormigón 'teñido' de mazapán

Respecto a la polémica elección de materiales, Martínez Lapeña defendió el hormigón. "El material más adecuado para hacer este tipo de infraestructura era el hormigón armado, sin duda". Su socio, Elías Torres, añadió con humor que el hormigón, además, se tiñó "de mazapán", un color apropiado para la ciudad imperial. Esta nomenclatura cromática estaba reflejada en el plan especial de Busquets, respetando el impacto paisajístico.

El "necesario" diseño en zigzag

Elías Torres incidió en el valor de que la escalera es una obra pública "respetada" y que "se aguanta porque funciona". Sobre el característico diseño en zigzag, que salva un desnivel de más de 30 metros, Torres desveló que no fue un "gesto caprichoso", sino una necesidad. "Si tú pones una escalera mecánica detrás de otra es inviable. Esta geometría va acompañada de una idea de que tú no puedes poner seis escaleras una detrás de otra, porque si no no las bajaría nadie", argumentó, refiriéndose a problemas de seguridad y de uso.

Ambos profesionales expresaron su orgullo por haber logrado una obra de "integración", que evitó "tocar la muralla" y se incrustó inteligentemente en la ladera. Una infraestructura que, a juicio de Torres, goza de una aceptación política generalizada por su utilidad. "Que me digan qué partido no las usa", ironizó.