La Ermitaña, un restaurante consolidado en la escena gastronómica de Toledo, tomará las riendas del icónico Los Cuatro Tiempos en la calle Sixto Ramón Parro del Casco Histórico. Más allá de un simple cambio de negocio, este traspaso simboliza un relevo generacional cargado de nostalgia. Al frente de la empresa está Álex, nieto de Emiliano y Sagrario, los fundadores de Los Cuatro Tiempos e hijo y sobrino de los gestores hasta hace unas semanas.
Alejandro García Marcano es el nombre detrás del nuevo capítulo de este libro. Hasta hace poco dirigía una oficina bancaria, pero decidió dar un giro radical a su vida para seguir el legado familiar. "He crecido y he nacido en cocinas", explica.
Aunque se formó en Derecho, su verdadera escuela fue gastronómica. Ahora, su misión es clara: continuar la estela de los suyos. Ya lo ha hecho antes con el restaurante La Ermita, al lado de la Virgen del Valle, que renombró hace cinco años como La Ermitaña.
'El ritmo no cambia, solo afinamos los tiempos', se puede leer en la fachada.
Los Cuatro Tiempos fue inaugurado en 1973 por Emiliano y Sagrario y ha sido en Toledo algo más que un restaurante. Fue un punto de encuentro, un lugar donde los toledanos se reunían para "desayunar, comer, tomar una caña o simplemente pasar un rato con amigos", comenta Álex. Un espacio que se ganó la fama por su ambiente de mesón y su comida casera.
Álex no busca una réplica del pasado, sino una "interpretación moderna de esa esencia original". Su objetivo es que Los Cuatro Tiempos vuelva a ser un lugar donde se pueda disfrutar de "la comida de la abuela", con platos que rinden homenaje a la rica gastronomía toledana: el morro, la oreja, los callos y, por supuesto, los caracoles, un plato por el que el restaurante era famoso. "Quiero que nos sigan recordando por eso".
Uno de los detalles de la fachada.
La carta será un viaje a las raíces, un rescate de las recetas que han definido a la ciudad. "Mi intención es volver a los orígenes", afirma Álex. "Quiero volver a lo que hacía mi abuelo. Que la gente se vaya a tomar una cervecita, a tomar un vino, a disfrutar con los colegas, a un sitio de encuentro".
Un proyecto emocional
Concibe el proyecto como una inversión en el futuro de Toledo, un esfuerzo por revitalizar el barrio del Casco Histórico y crear un espacio de calidad en la ciudad que ama. "Creemos que la tendencia que viene hoy en día es volver a la tradición y volver a buscar las experiencias en las raíces", afirma.
También quiero ofrecer al local una dimensión social y cultural. Por eso, habrá exposiciones, coloquios, conciertos y también un escenario abierto con instrumentos para improvisaciones. "Tendremos agenda propia en un espacio que llamamos La Cueva", señala.
El espacio tendrá dos estancias diferenciadas: la taberna y el restaurante, cada una con su propia atmósfera creada principalmente a través de la iluminación, que cambiará a lo largo del día para ofrecer una experiencia única a cualquier hora. Pero con los cimientos del pasado. "Hemos respetado muchísimo la esencia de la casa", detalla.
Para Álex es un "proyecto emocional", la culminación de un "plan familiar", un homenaje a sus abuelos, Emiliano y Sagrario, y a la labor de su padre, Lorenzo, y sus tíos, Rafael y Sagrario.
"Voy a coger las riendas de la que ha sido mi casa y de mi familia", dice emocionado, "y voy a hacer el relevo de un negocio de 53 años, que lo promovió mi abuelo con mucho cariño y quiero que perdure en el tiempo y sea todavía mejor".
La reapertura es el 26 de septiembre. Este reemplazo es una invitación a que los toledanos vuelvan a "usar su Casco Histórico" y a reencontrarse con él. "Queremos invertir en hacer conciencia a los toledanos porque si los toledanos usamos Toledo, al final vamos a conseguir un mejor Toledo", concluye.
