El Casco Histórico de Toledo vuelve a recuperar su pujanza habitual después de más de un año de letargo asociado a la pandemia de coronavirus, que provocó la práctica desaparición de los turistas y el padecimiento de los comercios de la zona, que vieron reducidos sus ingresos de manera drástica.

Mientras tanto, los vecinos claman contra la turistificación del Casco y piden a las administraciones que fomenten también su uso residencial, para que se convierta en un barrio atractivo para vivir en él, con todos los servicios necesarios para ello.

Y entre todas las viviendas disponibles para mudarse a la zona antigua de Toledo hay una que destaca sobre todas las demás. Se trata de la Casa del Armiño, una mansión renacentista, con influencia mudéjar, cuyo diseño y propiedad se atribuyen a Jorge Theotocópuli, el hijo de el Greco.

Una casona llena de historia

Reformada al detalle a principios de siglo por la familia Díaz, propietaria de la empresa cárnica Navidul, cuenta con 1.300 metros construidos con materiales nobles, un total de 12 habitaciones y ocho baños, garaje, trastero, jardín con un gran porche, cueva con dos dormitorios y torreón con unas imponentes vistas panorámicas sobre la ciudad.

Como se pueden imaginar, la propiedad no está al alcance de todos los bolsillos, aunque ahora ha bajado de precio. Salió a la venta a principios de 2020 por 1.700.000 euros y ahora se anuncia en un portal inmobiliario por 1.500.000 euros. Además, se asegura que "urge venta", por lo que se anima a los interesados a realizar ofertas.

Ubicada en la céntrica calle San Clemente, junto al convento del mismo nombre y al de San Pedro Mártir, la casona principal se distribuye en tres plantas, techos de cuatro metros de altura, artesonado de madera, columnas de piedra y un patio solado con árboles, fuentes y un porche de 80 metros cuadrados. Además, el inmueble cuenta con otras dos viviendas anexas: una casa de invitados y otra para los guardeses.

La Casa del Armiño toma su nombre del cuadro del Greco 'La dama del Armiño' (1577), el único en el que el cretense retrató a una mujer lejos de la iconografía religiosa. Según se cuenta en Toledo, la obra fue expuesta por primera vez en este inmueble diseñado por su primer propietario Jorge Theotocópuli, el hijo del famoso pintor. La principal teoría que se maneja es que la protagonista del cuadro es Jerónima de las Cuevas, mujer del Greco y madre de su hijo.