Carolina y Erika son madre e hija y se acaban de mudar a una casa del Casco Histórico de Toledo que se encuentra justo enfrente del conservatorio de música "Jacinto Guerrero", ubicado en la calle San Juan de la Penitencia. Y solo han tardado tres semanas en arrepentirse. Aseguran que el "ruido" que tienen que soportar de lunes a viernes, todas las tardes y algunas mañanas, es "un sinvivir" y "un horror". Se quejan de que los alumnos aprenden a tocar los distintos instrumentos con las ventanas de las aulas abiertas durante toda la clase, lo que hace que el sonido de los instrumentos se cuele constantemente en su vivienda robándoles la calma e impidiendo su descanso. El vídeo que encabeza esta noticia está grabado desde una de las habitaciones.

Por ahora, antes de tomar otro tipo de medidas, han decidido denunciar su caso a través de las redes sociales y han escrito varios correos electrónicos pidiendo soluciones tanto al propio centro académico como a la Delegación Provincial de Educación, Cultura y Deportes en Toledo, puesto que el conservatorio depende de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. Las afectadas proponen que se revise el protocolo anti covid que hace que las clases se impartan con las ventanas abiertas para favorecer la circulación del aire, lo que provoca que la insonorización del espacio se pierda por completo. Carolina y Erika creen que las molestias se acabarían si las aulas se ventilasen "entre clase y clase, cuando no molesten a los demás". Aseguran que todavía no han recibido contestación.

Ventilación

Según el manual vigente de medidas de prevención frente al SARS-COV-2 en los centros educativos de Castilla-La Mancha, revisado el pasado 14 de septiembre por la Consejería de Educación, "se deberán ventilar con frecuencia las instalaciones del centro, a poder ser de manera permanente, o al menos durante 10-15 minutos al inicio y al final de la jornada, durante el recreo, y siempre que sea posible entre clases, garantizando además una buena ventilación en los pasillos". Ángel Molina, el director del conservatorio de música "Jacinto Guerrero", ha recordado a EL DIGITAL que, además, muchos de los alumnos necesitan quitarse la mascarilla durante las clases para hacer sonar los instrumentos, por lo que se hace necesaria una "mayor ventilación".

Molina afirma también que el sonido que sale del conservatorio "dista mucho de contaminación acústica" y que las quejas le parecen "sobredimensionadas" puesto que el horario lectivo habitual del centro comienza a las cuatro de la tarde y finaliza a las ocho. Pero Carolina y Erika aseguran que "como mínimo se tiran (ensayando) desde las tres de la tarde hasta las nueve de la noche", aunque algunos días también tocan por la mañana.

"Termino llorando de puro nervio"

"Estoy desesperada porque se forma aquí un jaleo impresionante. Termino muchas tardes llorando de puro nervio", cuenta Carolina, que prefiere no hacer público su apellido porque, según dice, "le han dicho de todo" cuando ha denunciado su caso en las redes sociales y quiere evitar conflictos. Algunas de las contestaciones que ha recibido han sido: "Discúlpeme, pero lo que usted oye no es ruido, es música" o "queremos el Casco vivo, pero uno de los pocos centros educativos que hay molesta a los cuatro vecinos que quedan porque el protocolo Covid impide cerrar las ventanas". Ella y su hija insisten en que no quieren acabar con la actividad del conservatorio sino que simplemente piden que se cierren las ventanas durante las clases para que ellas puedan estar tranquilas. 

Carolina, que dice estar "agotada" y adelanta que el ruido le puede dejar "secuelas psicológicas", se queja de que desde que vive en esta casa alquilada del Casco toledano la actividad del conservatorio le ha impedido preparar y dar clases de francés, que es uno de sus medios de vida. "Es imposible porque no puedo concentrarme. Esto no es como escuchar una banda de música sino que cada instrumento suena de forma descoordinada con los demás, y cuando empiezan con los tambores no te cuento", afirma.

Más decibelios de lo permitido

Mientras, su hija Erika tiene claro que las clases de música generan "más decibelios de lo permitido" por la ordenanza municipal. Pese a ello, y a la espera de recibir una contestación por parte de la Delegación de Educación, no han denunciado el caso ni ante la Policía Local ni en los juzgados, como sí ha ocurrido en otras ciudades de España donde los conservatorios de música han provocado problemas de ruidos por falta de una adecuada insonorización.

Ni la asociación de vecinos 'Iniciativa Ciudadana' ni el Ayuntamiento de Toledo tienen constancia de que las clases del conservatorio estén provocando molestias generalizadas a los habitantes de la zona, aunque el pasado mes de mayo (cuando Carolina y Erika todavía vivían en otro barrio de la capital) a través de una plataforma online de participación del Consistorio toledano llegó una petición de cambio de uso del "Jacinto Guerrero" puesto que, según aseguraban los autores del escrito, los vecinos vienen sufriendo ruidos "desde hace años"

Al director del centro, que llegó al cargo el pasado verano tras varios años como profesor, tampoco le consta que la convivencia entre el conservatorio -que inició su actividad hace cuatro décadas- y los vecinos del barrio sea problemática. "Al Casco le da vida y es un valor añadido, al igual que los colegios, donde quizá a algunos vecinos les moleste que los niños salgan al patio y griten". Pero Carolina no está de acuerdo y asegura que, en su caso, algunos días el "escándalo" que padece se prolonga durante doce horas, por lo que exige una solución para poder vivir en paz.