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Ser pastor en España se ha convertido en un acto heroico más que en un oficio. El origen de esta profesión se remonta hace más de 10.000 años, ligado a la domesticación de animales en el Neolítico.

La Unión de Pequeños Agricultores (UPA) denunció hace unos años que tan solo quedaban 1.500 pastores tradicionales en Castilla-La Mancha. Una cifra que previsiblemente haya menguado por la falta de relevo generacional y las duras condiciones laborales que rodean esta labor.

El Gobierno autonómico creó en 2022 la Escuela de Pastores de Castilla-La Mancha con sede en Las Pedroñeras (Cuenca) con el objetivo de profesionalizar y digitalizar la labor. Desde entonces más de 400 personas se han formado sobre el manejo del ganado y prevención de incendios mediante pastoreo a través de iniciativas como 'ovejas bomberas'.

El pastor a menudo trabaja solo y pasa largas jornadas fuera de casa, a menudo bajo condiciones climáticas adversas (lluvia, frío y calor). "Paso más tiempo con las ovejas que con la familia", afirma José Vicente, un hombre de 66 años que ha dedicado toda su vida al oficio de pastor de ovejas en los municipios de Aliaguilla (Cuenca) y Camporrobles (Valencia).

En un vídeo compartido por la cuenta 'Nosvamospalpueblo', (un proyecto de redes sociales promovido por dos valencianos que muestra las oportunidades de la España vaciada a través de la voz de sus habitantes) José cuenta lo interminables que son sus trashumancias recorriendo los bonitos montes de la Serranía Baja de Cuenca.

"Echo unas 15 horas al día. Te levantas temprano, te vienes al campo y hasta que no se hace de noche no vuelves a casa", explica.

"A la que empieza a calentar el sol, recoges las ovejas y luego a la tarde sobre las seis o siete de la tarde las sueltas y estás hasta las doce o una de la madrugada que es cuando los insectos y el calor se han ido y la oveja está cómoda", añade.

Imagen de un pastor.

Muchos pastores encuentran su satisfacción en ese contacto directo con la naturaleza y el rebaño. "Creas un vínculo con las ovejas, una amistad y un cariño que no tiene palabras...", expresa José visiblemente emocionado.

Las largas caminatas, un calendario laboral que no entiende de fines de semana ni festivos y unos salarios mediocres, repelen a las nuevas generaciones que ven este oficio como algo del pasado.

José Manuel Sánchez, un pastor de Valverde de la Sierra (León) afirmó en una entrevista a EL PAÍS que puede cobrar "entre 1.600 y 1.800 euros limpios, con un rebaño de 1.500 ovejas. También depende de si se tiene finca propia o de alquiler".

En 2023, la Consejería de Desarrollo Sostenible impulsó ayudas para 'el mantenimiento de la Red de Áreas de Defensa contra incendios forestales mediante pastoreo controlado' que brinda compensaciones económicas de entre 100 y 150 euros por hectárea a los pastores y está vigente hasta 2027.

El pastoreo se considera un aprovechamiento forestal regulado en la Ley de Montes y Gestión Forestal de Castilla-La Mancha. En esa misma línea, proyectos como Territorios Pastoreados 2025 o Naturaleza Pastoreada promueven la ganadería extensiva como herramienta fundamental para el control de la vegetación y la prevención de incendios.

A pesar de ello, el futuro de los pastores está entredicho por el ya mencionado grave déficit de relevo generacional y de mano de obra. Cabe preguntarse, ¿quiénes serán los guardianes activos de los bosques?, si esta profesión centenaria acaba desapareciendo.

El testimonio de José Vicente llega en un momento clave. Sus palabras llenas de cansancio y orgullo recuerdan que el trabajo en el campo no es solo una profesión, es una forma de vida que parece olvidada, pero que todavía sigue latiendo entre las praderas y montañas de pequeños municipios como Aliaguilla (Cuenca).