El empresario y político mexicano Mauricio Fernández Garza ha adquirido el Palacio de los Marqueses de Torremejía de Almagro (Ciudad Real), una joya arquitectónica construida a principios del siglo XVI en esta localidad manchega. Este palacio forma parte del conjunto de edificaciones surgidas en la época de más esplendor de Almagro, que la llevó a ser considerada en la actualidad conjunto histórico.

Remodelado y modificado en el siglo XVIII por sus propietarios originarios, en el siglo XX lo donaron a la orden religiosa de los Dominicos, que lo convirtieron en convento y en sede de una escuela-hogar para niñas, administrada por monjas. La orden de los dominicos lo puso a la venta este mismo año en varios portales inmobiliarios y el empresario mexicano acabó adquiriendo por un precio que habría rondado los 800.000 euros.

Mauricio Fernández Garza, que mantiene un especial vínculo con Almagro, ciudad que visita a menudo y en la que ya en la década de los años 70 adquirió en una subasta pública el artesonado del siglo XVI de la Antigua Universidad Renacentista de la localidad, ha mostrado este jueves ante los medios de comunicación su satisfacción por haber añadido a su patrimonio personal esta joya arquitectónica.

La intención del empresario mexicano, según ha explicado en una visita a su nuevo palacio, es recuperar el edificio, que, aunque no ha sufrido muchas transformaciones desde su construcción, sí fue intervenido por la orden religiosa de los Dominicos cuando lo convirtieron en escuela-hogar.

Restauración

Los trabajos de restauración y consolidación que se han realizado en el palacio han sacado a la luz los primeros grandes tesoros que ocultaba, entre ellos, unas ricas pinturas murales realizadas entre los siglos XVIII y XIX, que fueron descubiertas por el propio empresario y en cuya recuperación trabaja ahora el afamado restaurador mexicano Manuel Serrano.

Las pinturas murales se reparten por todos los salones y, aunque no se sabe ni cuándo se pintaron, mantienen un alto grado de conservación que ha sorprendido a los restauradores. En ellas se representan antiguas embarcaciones portuguesas indígenas y escenas chinas que representan la vida cotidiana que han cautivado la atención de los expertos y que ahora se van a investigar.

Para hacerlas visibles, los responsables de la restauración del palacio han explicado que ha sido necesario retirar varias capas de otro papel con las que habían sido tapadas. La idea del empresario mexicano es usar como vivienda particular el palacio, de más de 1.000 metros cuadrados construidos y que llevaba cerrado cuatro años, aunque dedicará una parte importante también a la musealización, donde se podrían ver parte de las colecciones de arte, fósiles y monedas que posee.

En cualquier caso, ha reconocido que el uso final del palacio se decidirá en el futuro, porque no se descarta que pueda también tener uso como hotel e, incluso, albergar un restaurante de lujo. Mauricio Fernández ha señalado que no se podría creer que hubiera en España un palacio renacentista tan bien conservado, algo que ha atribuido a que, durante todo este tiempo, "siempre estuvo habitado". "Es una verdadera joya, un diamante sin pulir" sobre el que ahora se trabajará para remozarlo y darle nuevos usos, ha concluido el empresario mexicano.