Esta es la historia de dos enfermeros cansados de la inestabilidad laboral del sistema sanitario. Elena y Goyo han levantado un obrador de tartas de queso artesanas en el centro de Albacete capitalizando el paro y reformando el local a base de tutoriales de YouTube.
El amor entre esta albaceteña y este joven de Granada se forjó en los pasillos de un conocido hospital público de la comunidad de Madrid donde ambos contaban con una plaza de interino.
La pandemia marcó un punto de inflexión para esta pareja. "Estuvimos mucho tiempo sin ver a la familia y decidimos vivir por lo menos en la ciudad natal de alguno de los dos", explican en conversaciones con EL ESPAÑOL de Castilla-La Mancha.
Elena y Goyo en una jornada de trabajo en el hospital.
Adquirieron su propio inmueble en Albacete, aunque el regreso a su hogar no fue tan dulce. Los contratos que ofertaba el Servicio de Salud de Castilla-La Mancha (Sescam) escaseaban y en su mayoría eran temporales.
"Tener que trabajar tres meses en verano y un mes en Navidad y sobrevivir con eso el año entero...Hay muchas personas que lo hacen, pero nosotros no estábamos dispuestos a aceptarlo", denuncian.
Las únicas propuestas que les llegaban eran de centros sanitarios de carácter privado, pero "el sueldo era tan irrisorio que no me daba ni para la hipoteca", lamenta el granadino.
Además del impacto económico, pone el foco en el desgaste emocional y profesional. "Genera mucho estrés porque no tienes una seguridad, además no siempre te destinan a la misma unidad. Parece que somos un número y no lo somos", apunta Elena.
Testimonios que casan con las reivindicaciones de la huelga de cuatro días secundada la semana pasada por el 34 % del personal médico castellanomanchego: denunciaban el "profundo deterioro" de las condiciones laborales y el "grave déficit estructural" del sistema sanitario público regional.
"Le dije a Elena que teníamos que montarnos nuestro propio negocio para pagar las cosas, ya que de enfermeros no iba a ser". Ese desencanto les empujó hacia otros sectores y fue entonces cuando un hobby se convirtió en una oportunidad.
Una foto de Goyo y Elena con su obrador de fondo.
"Goyo siempre me ha hecho tartas de queso para mi cumpleaños porque sabe que me encantan", resalta Elena. Regalo tras regalo, Goyo se convirtió en el repostero experto del grupo y sus allegados le animaban a montar su propio obrador.
"Vimos que en Albacete no había pastelerías especializadas en tartas de queso y fue un poco la locura esa de a ver qué sucede", confiesan. Con esa valentía y un presupuesto muy limitado tras capitalizar el paro, alquilaron el mítico local del mono Pepe en la calle Zapateros.
El local de la calle Zapateros de Albacete.
"Llevaba años cerrado porque no tenía ni saneamiento de agua ni nada", aclaran. Su idea era reformar solo una parte dado el escaso capital con el que contaban, pero la normativa les exigía acometer la remodelación completa del establecimiento para obtener la licencia.
Esas dificultades se suplieron con puro ingenio. "No teníamos albañil ni nada. Viendo vídeos en YouTube aprendimos cómo poner pladur, alicatar, pintar y el resto de cosas", confiesan.
Elena y Goyo reformando el local.
De forma autodidacta levantaron con sus propias manos 'La Noguera', una modesta pastelería que no solo sirve tartas de queso y café de especialidad sino que cuenta la historia de superación de estos dos enfermeros. En este arduo proceso fue clave el apoyo familiar.
"Mi padre tiene una tienda de cortinas y nos ayudó muchísimo. Además, la hermana de Goyo es arquitecta y nos elaboró el proyecto...cada uno iba aportando un poco de lo que sabía", relata Elena.
La cara oculta en su experiencia como emprendedores no fueron las obras, sino las exigencias técnicas. "El local contaba con instalación eléctrica, pero al incluir el horno el ayuntamiento nos obligó a cambiar todo", revela el granadino.
Por si fuera poco, también tuvieron que instalar una salida de humos a pesar de no contar con freidoras o fogones dentro de la pastelería. "Tienes en mente unos plazos y es muy complicado cumplirlos porque la burocracia es muy lenta".
Cuando por fin consiguieron la ansiada licencia de funcionamiento, lo vivieron como si un paciente de riesgo saliera adelante: "Se te cae hasta la lágrima y todo". Nada más abrir las puertas de su obrador hace apenas seis meses, la carga de trabajo era excesiva para solo dos personas.
"Llamé a mi amigo Isidro de Granada que estaba opositando para bombero y le dije: ¿Qué te parece si te doy casa en Albacete y arrancamos esto?", recuerda Goyo. Así fue como arrancaron, Isidro y Goyo ejercían de camareros, Elena estaba en cocina y por la noche hacían las tartas.
'La Nogera', obrador de tartas de queso en Albacete.
Un sistema que duró pocos días hasta que se vieron obligados a contratar a Juan, el siguiente camarero. "Aguantamos diez días más o menos, apenas dormíamos", subraya.
Desde entonces, el equipo ha crecido al ritmo de la demanda y siempre con un prisma realista. "Estamos muy contentos porque ahora no solo nosotros vivimos de esto, damos trabajo a seis personas más", destaca esta pareja de sanitarios.
Su receta básica, sin ningún tipo de conservantes y "como si la hicieras en tu propia casa" ha conquistado el paladar de los albaceteños. Los números hablan por sí solos: "Un viernes o un sábado podemos vender 250 porciones grandes y unas 110-120 tartas pequeñas", explican.
Exterior de la tienda.
El corazón del negocio está en esas raciones individuales y en las tartas pequeñas, aunque también ofrecen un café de especialidad. "Si no es el único, es de los pocos sitios de Albacete donde puedes tomarte un buen café", afirman.
En un futuro no descartan abrir más locales, pero de momento prefieren volcar todo su tiempo en la calle Zapateros. "Cuantas más tiendas tienes, al final vas dejando de lado cosas y la calidad se pierde", subrayan.
Si algo tienen claro Elena y Goyo es que no se arrepienten de cambiar las camillas y los hospitales por el horno y la repostería. "Con la enfermería se aprende mucho, pero esto es otro mundo y es igual de enriquecedor", concluyen esta pareja de enfermeros que ahora cuida de su comunidad a base de dulce.
