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Las sandías de Velada (Toledo) son famosas por su intenso sabor y, sobre todo, por su gran tamaño. Algunos ejemplares han llegado a pesar más de 30 kilogramos. Pero, a pesar del reconocimiento de esta fruta, este año los agricultores la están vendiendo incluso por debajo de los costes de producción.

ASAJA denunció hace unos días la situación "de ruina" que atraviesan los productores de melón y sandía en la Mancha por los bajos precios que les ofrecen las lonjas. En algunos casos, los agricultores cobran solo 10 céntimos por cada kilo de sandía.

Conchi Calvo, de 55 años, es agricultora y ganadera en Velada. Lleva más de 30 años combinando el cultivo de sandías y melones con un rebaño de casi dos mil ovejas. En declaraciones a EL ESPAÑOL - EL DIGITAL explica que "la zona de la Mancha es la referencia porque al ser de regadío tienen mayor producción, pero aquí en Velada también nos afecta aunque cultivemos en secano y no nos tengan en consideración".

Sandías de Velada (Toledo).

Conchi recuerda cómo antes colocaba un puesto en la carretera que cruza su pueblo hacia Ávila para vender directamente. "Eso nos ayudaba a no depender de los intermediarios". Sin embargo, la situación ha cambiado: "Cuando llegan compradores de mercados grandes con cargas de 12.000 o 15.000 kilos de sandía nos pagan una miseria, entre 9 y 12 céntimos".

"En ocasiones no te queda otra alternativa si no quieres echar a perder la fruta", añade. Para sobrevivir como productora, Conchi y su familia han apostado por vender su fruta directamente a los comercios locales que "quieren unos 500 kilos para sus tiendas y con ellos sí podemos mantener un precio de entre 20 y 25 céntimos".

Comercio de Conchi.

Las sandías de Velada se cultivan parcialmente enterradas en la tierra en una zona concreta llamada 'El Baldío'. La campaña de cosecha arranca en julio y se extiende hasta noviembre. En este municipio toledano se producen dos tipos: la negra y la rayada.

Según ASAJA, los costes de producción de una sandía de secano rondan los 18-20 céntimos por kilo. A este respecto, esta agricultora toledana detalla que "en secano los gastos varían cada año" debido a los imprevistos de la naturaleza como por ejemplo las tormentas o las malas hierbas.

Falta de rentabilidad

"El trabajo no es solo plantar y recoger, también cuidar la tierra, el riego natural, la polinización… Todo eso tiene un coste y vender a ocho o diez céntimos el kilo es directamente arruinarse", denuncia Conchi.

El consejero de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural de Castilla-La Mancha, Julián Martínez Lizán, señaló la semana pasada que la superficie destinada a ambos cultivos frutales ha ido recuperándose en la región. El año pasado se destinaron un total de 9.058 hectáreas.

En contraposición, esta vulnerabilidad económica sigue haciendo mella en los agricultores, que se ven obligados a vender a pérdidas por los bajos precios que imponen las lonjas y por la creciente demanda de producción.