Cuarenta años después de la entrada de España y Portugal en la entonces Comunidad Económica Europea, la sede del Gobierno de Castilla-La Mancha ha acogido este miércoles en Toledo un acto conmemorativo que ha reunido a dos protagonistas de aquel hito: el expresidente del Gobierno español Felipe González y el exprimer ministro portugués Aníbal Cavaco Silva, firmantes de los respectivos tratados de adhesión.
Organizado por el Ejecutivo castellanomanchego, el Real Instituto Elcano y la Fundación Felipe González, el encuentro ha subrayado el papel de la Unión Europea como motor de transformación en la península ibérica. Pero también ha servido para lanzar una seria advertencia sobre las amenazas que hoy acechan a ese proyecto común.
El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, ha ejercido como anfitrión y ha alertado del resurgir de "muchísimos síntomas de odio" en Europa, que ha vinculado a la expansión de los populismos y los separatismos: "Vuelven a campar por sus respetos el odio al otro, al que piensa distinto, al que cree en otro dios, al que viene de fuera".
En este contexto, ha parafraseado al Papa Francisco para recordar que "el otro eres tú, y si no lo eres hoy, lo puedes ser mañana". Una llamada de atención sobre el riesgo que, a su juicio, suponen los discursos excluyentes en un continente que nació precisamente para superar las divisiones del pasado.
Frente a esos riesgos, Page ha reivindicado los valores de la Unión Europea: "La unidad hace la fuerza. Lo contrario es lo que busca cualquier separatismo, que no deja de ser otra forma de populismo".
Independentismo
A modo de ejemplo, ha aludido a la fallida intentona separatista de Cataluña que derivó en los disturbios del 1-O. "Los disturbios más graves del independentismo brotaron cuando surgió ese vértigo: el de no estar en Europa", ha reflexionado el dirigente socialista castellanomanchego.
Page, además, ha recordado que la banda terrorista ETA segó la vida a tres personas en distintos atentados el mismo día que España firmó su adhesión europea. "Hasta ETA tenía claro que la entrada en la Unión Europea era lo mejor para España, para la democracia y, en definitiva, para la unidad del país", ha señalado.
Crecimiento con "alma social"
Durante su intervención inicial, el jefe del Ejecutivo castellanomanchego ha defendido que la integración europea ha sido una oportunidad histórica para España. "Desde la incorporación a la Unión Europea, no hay ninguna cifra en España que no haya mejorado", ha afirmado.
En su opinión, fue la "excusa perfecta" para transformar las estructuras del país: "Europa nos obligó a cambiar métodos, enfoques, perspectivas y formas de funcionar. Fue una disciplina útil. Sin la Unión Europea, España no sería reconocible hoy".
Con González y Cavaco Silva escuchando su discurso, Page ha destacado además la aportación que España y Portugal hicieron al proyecto europeo: "Se reconocía la economía de mercado, pero se cohesionaba con el alma social. Llegamos a un consenso: crecer no es un problema, pero hay que compartir".
A modo de conclusión, ha lanzado una reflexión sobre la identidad compartida: "España se completó en su perfil como país. Somos españoles, luego somos europeos. Forma parte de nuestra esencia. Sean como sean los tiempos actuales, se tomó el camino correcto y nos definimos, la inmensa mayoría, como europeos convencidos".