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Aproximadamente, uno de cada cinco vecinos de Castilla-La Mancha fuma. Aunque las estadísticas disponibles ofrecen resultados desiguales, el consenso de los diferentes estudios señala la presencia de en torno a un 20 % de personas adictas a esta sustancia en la región.

Así, unas 350.000 personas consumen tabaco en la comunidad autónoma de forma regular. Además, otros 50.000 castellanomanchegos lo hacen de manera puntual. Se trata de los fumadores ocasionales, aspiradores esporádicos.

Las tres fuentes consultadas, el Observatorio del Cáncer de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), la encuesta de la Semana sin humo que publica la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria, y la Encuesta de Salud de España elaborada por el Instituto Nacional de Estadística, estiman en algo más de un millón el número de no fumadores en la región, un porcentaje cercano al 57 % sobre el total de la población.

La cifra de exfumadores se antoja similar a la de quienes mantienen el hábito nocivo, alrededor de un 20 % de la población regional con más de 15 años, otros 350.000 residentes.

En el caso de Castilla-La Mancha, la evolución del tabaquismo confirma una paulatina reducción de su consumo en las últimas décadas. Según los datos de la AECC, la región contaba con 458.000 fumadores diarios en 2010. En tres lustros, la cifra se habría reducido en unas 100.000 personas, un 30 % si se toma la cifra media estimada.

Además, y aunque despacio, ha crecido el número de antiguos fumadores. Las personas que han conseguido abandonar tal costumbre son unas 10.000 más que en 2010.

Perfil del fumador

La franja de edad en la que se registra una presencia más arraigada del nocivo hábito se sitúa entre los 25 y los 34 años. En ese grupo hay un 28 % de fumadores. Sin embargo, la cohorte que más fumadores aporta es la comprendida entre las edades de 45 y 54 años, con algo más de 91.000 personas enganchadas.

Por sexos, se observa una presencia mayor de hombres adictos. Ellos representan un 60 % del consumo; ellas suponen un 40 % del total de fumadores de la región.

La distribución territorial del consumo señala una mayor presencia en la zona meridional. En Extremadura fuman el 25 % de sus vecinos. La Región de Murcia (23 %), Andalucía y Cataluña (ambas con un 21 %) le siguen en tan ingrata clasificación. Por el contrario, en el País Vasco (16 %) y Asturias (17 %) se alcanzan los datos más halagüeños.

Los valores de Castilla-La Mancha en todas las categorías que definen la relación de una persona con el tabaco son equiparables a los del conjunto de España, donde también se atisba un 20 % de fumadores, un 2 % de tomadores ocasionales, un 22 % de exfumadores y un 56 % de personas que nunca han consumido.

Prevención y prohibición

Esta semana, el Gobierno de España ha anunciado su intención de profundizar en las medidas restrictivas que incluye la ley antitabaco. La propuesta, apenas esbozada desde el Ministerio de Sanidad, prevé la prohibición del consumo en, entre otros espacios, discotecas al aire libre, terrazas de hostelería, vehículos de uso laboral o campus universitarios.

El veto al humo en el interior de la hostelería, decretado en 2011, contribuyó a la progresiva pérdida de presencia social del tabaco. También otras propuestas como la limitación de la publicidad, la inserción de mensajes sobre los riesgos de su consumo o los continuos incrementos en sus precios.

Castilla-La Mancha cuenta con el Plan Respira para la prevención y el control del tabaquismo. Desde la Consejería de Sanidad recuerdan que la inhalación de estos productos se relaciona con "más de una veintena de enfermedades entre las que destacan los tumores, incluido el cáncer de pulmón, el cáncer de la cavidad oral y el cáncer de laringe, faringe y esófago o el de vejiga".

Asimismo, hay un vínculo demostrado entre el tabaco y las enfermedades respiratorias, las cardiacas y las cardiovasculares.

Los expertos han advertido tanto del creciente consumo de váper en las edades más jóvenes como de la falsa creencia de las bondades comparativas del tabaco de picadura o de liar frente a los clásicos cigarrillos.