Señoras, señores, créanme. Aquí estamos ya en una subasta electoral con un objetivo único y fundamental de la clase política: llegar a mayo vivos y en condiciones de ganar las autonómicas y municipales. Ya está, no hay otra cosa. En estos meses todo es pose, imagen, foto. Campaña y postureo. Venderse más y mejor que el otro, ganar terreno mediático y social y salir al mundo con la sonrisa más abierta y beatífica. Miren a Emiliano García-Page y Paco Núñez, y a toda su corte de candidatos detrás, y ya verán. Todo lo que pase el 28 de mayo será fundamental: porque se juegan el poder en la Junta y los ayuntamientos, y eso ya es el todo por el todo, y porque esas urnas de primavera serán la antesala de las generales, que se convertirán en la madre de todas las batallas. Plebiscito a Pedro Sánchez. Examen a Alberto Núñez Feijóo.

Así que, no lo duden, observen a la clase política con asombro y escepticismo y separen el grano de la paja, la información de la propaganda y la noticia del anuncio publicitario. Es realmente complicado, pero imprescindible. El crisantemo y la espada será la estrategia de todo candidato que se precie: héroes y villanos, dioses y diablos. Soluciones y desastres. Y sólo puede quedar uno: un mundo binario en el que García-Page y Núñez, y viceversa, van a exprimirse como líderes políticos y harán de la comunicación el gran eje de su campaña, convencidos de que quien se lleve el gato al agua en ese terreno tendrá muchas posibilidades de convertirse en el próximo presidente de Castilla-La Mancha. En cuestiones electorales, la historia no importa tanto como la magia del momento, la pegada del último día. Todo es aleatorio, caprichoso y elemental, y echarse al barro de la última inundación puede dar más votos que todo el esfuerzo gestor de una legislatura. Somos así de simples y desmemoriados y, por eso, juegan con nosotros.

Todo, por tanto, está en el aire y yo lo tengo claro: ni Page ha ganado nada todavía, ni Núñez lo ha perdido, y al contrario. Por mucho que no lo parezca Sánchez y Feijóo tendrá que batallar hasta el último segundo de la noche electoral. Mayo que te quiero mayo y el aire quebradizo e incierto que no sabemos por dónde nos atrapará. Es verdad que, por ejemplo, Narciso Michavila, el gran gurú de las encuestas en España, apuntala sus certezas en Feijóo, con Núñez tan contento mirando de reojo, pero no me negarán que un volcán de último estallido puede significar una revolución.

En fin, que el mundo y la vida son tan inestables como nuestros corazones. Miren a Page iluminando su reflejo en la promesa cristalina de las aguas del Tajo y cuenten primero hasta diez. Vean a Núñez arrimándose a Isabel Díaz-Ayuso y comprueben la fecha del calendario. Fijen los ojos en el saco de inauguraciones de sus alcaldes y alcaldesas, que se van a hinchar en estos meses, y escruten el mundo alrededor con microscopio. Echen una mirada a los diputados y senadores de su barrio y calculen si los habían visto antes alguna vez. Y prohíbanse a sí mismos asistir a cualquier mitin y bajen el volumen del telediario cuando vean a un portavoz detrás de un atril, amén.

El abrazo de Milagros Tolón y Tita García

Tengo el sueño no cumplido de que Toledo y Talavera, mis dos ciudades favoritas, dejen de darse la espalda. De vivirse antipática y aisladamente, como si tuvieran que soportarse enfrentadas y nunca mirándose a la cara ni dándose un abrazo. Creo que tristemente siempre ha sido así y es un dolorcillo que llevo clavado en mi alma de talaverana de Toledo. Ojalá ocurra que algún día estrechen un lazo de amistad y puedan llegar a quererse. Un poquito siquiera. Talavera y Toledo, dos amores. Por eso me ha gustado ver este martes, con el presidente Page de anfitrión, a las alcaldesas Milagros Tolón y Tita García en una misma foto celebrativa del Tajo. Obviamente, hay una posturita electoral en esa imagen, pero yo quiero ir un poco más allá y que este lazo se convierta en el inicio de una, aunque sea pequeña, amistad. Milagros y Tita, ¿no será tan difícil, no? Venga un abrazo, y un futuro más amable.