"Que nadie me ponga a prueba nunca entre los intereses de mi partido y los intereses de mi tierra, porque siempre voy a poner a Castilla-La Mancha por delante". Estas fueron las palabras que obtuvieron un mayor eco mediático entre todas las que Emiliano García-Page pronunció durante el discurso que ofreció el pasado mes de octubre nada más ser reelegido como secretario general de los socialistas castellano-manchegos con un incuestionable apoyo del 99,7 % de la militancia.

Una contundente declaración de intenciones con la que el presidente de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha trataba de exhibir la que muchos consideran su principal valía política: haber construido en torno a su figura una marca propia más allá de las siglas del PSOE, elemento clave que le llevó a cosechar en las elecciones autonómicas de 2019 una mayoría absoluta de la que solo él y el extremeño Guillermo Fernández Vara pueden presumir hoy por hoy dentro del partido.

Durante los siete años que lleva al frente del Ejecutivo castellano-manchego, a García-Page no le ha temblado el pulso cuando ha tenido que llevar ante los tribunales al Gobierno de España, pese a ser del mismo color politico que el suyo, para recurrir los trasvases de agua desde el Tajo hasta el Segura o para reclamar el ingreso de 136 millones de euros en concepto de IVA no transferido. Y tampoco ha dudado en afearle a su jefe Pedro Sánchez cierta timidez a la hora de defender la unidad de España o sus concesiones al independentismo catalán y vasco para sacar adelante la legislatura.

La pasada semana, sin ir más lejos, García-Page criticó sin ambages que el PSOE permitiese la inclusión de los partidos independentistas en la Comisión de Secretos del Congreso de los Diputados, que tras dos años inactiva quedó desbloqueada como contraprestación al voto favorable de Bildu al decreto del Gobierno para combatir los efectos económicos de la invasión de Ucrania, que permitió al Ejecutivo de Sánchez sacar adelante el texto pese a la negativa de una enfadada ERC a consecuencia del caso Pegasus. "Ahora se pone de moda meter a los lobos en los mismos rebaños que las ovejas. No tiene explicación", dijo el presidente de Castilla-La Mancha durante un acto público celebrado en Guadalajara.

Sin embargo, la oposición castellano-manchega acusa al díscolo García-Page de simple postureo, una tesis que tanto el PP como Ciudadanos defienden basándose en un argumento principal: los diputados del PSOE de Castilla-La Mancha jamás han roto la disciplina de voto del partido en la Cámara Baja, por muy en contra de lo votado que se haya mostrado públicamente su líder regional.

"No es ningún mérito"

Además, según ha asegurado a EL ESPAÑOL - EL DIGITAL CLM la secretaria general del PP de Castilla-La Mancha, Carolina Agudo, "hasta en 13 ocasiones hemos llevado a las Cortes regionales temas nacionales de especial trascendencia sobre los que García-Page había criticado en los medios nacionales la gestión de Pedro Sánchez, pero siempre ha votado lo contrario de lo que ha dicho". Como ejemplos recuerda que el PSOE castellano-manchego impidió la reprobación del ministro de Consumo, Alberto Garzón, cuando puso en duda la calidad de la carne española o cuando no conceder indultos, o no no consideró oportuno que el Parlamento autonómico rechazara los pactos del Gobierno "con comunistas, independentistas y proetarras".

"En Castilla-La Mancha estamos acostumbrados a escuchar a García-Page decir una cosa y hacer totalmente la contraria. Ya no engaña a nadie. Es igual que Pedro Sánchez, porque no hay socialistas buenos y socialistas malos", afirma Agudo.

"Se disfraza de moderado y dice lo que la gente quiere oír, pero los diputados nacionales del PSOE de Castilla-La Mancha respaldan con sus votos la deriva radical de Pedro Sánchez. El PSOE ha llegado hasta tal extremo de radicalización que algunos le consideran un héroe por defender la Constitución, cuando es lo mínimo que se le debe exigir y no es ningún mérito", dice en la misma línea sobre García-Page la líder castellano-manchega de los liberales, Carmen Picazo.

"Otros ni siquiera hablan"

Fuentes del PSOE castellano-manchego, por su parte, consideran que tanto PP como Cs "se olvidan hasta de su esencia con tal de criticar a García-Page". "Llama mucho la atención que sean partidos que dicen defender los intereses nacionales y a las vez pretendan que en el Congreso o en los parlamentos autonómicos cada uno mire solo por lo suyo. Emiliano siempre ha marcado su propia posición política y es de los pocos que atreve a hablar cuando no está de acuerdo con su partido, pero su opinión no siempre coincide con la de la mayoría del PSOE. Pedir al PSOE de Castilla-La Mancha o a los diputados castellano-manchegos que no respeten las decisiones internas y democráticas que se toman dentro del partido es rizar demasiado el rizo", afirman.

Además, los socialistas afean al PP de Castilla-La Mancha "no solo que voten siempre lo que dicta su partido a nivel nacional, sino que ni siquiera hablan para desmarcarse en los temas que perjudican a la región". "A Paco Núñez -el presidente regional de los 'populares'- no se le recuerda una sola declaración contra los posicionamientos de Rajoy, Casado o Feijóo sobre el trasvase Tajo-Segura o sobre financiación autonómica", finalizan.

En ese complicado equilibrio que supone tener una voz propia dentro del PSOE y utilizarla sin no dañar temerariamente al partido, instalado en la dicotomía de tener que defender sin contemplaciones los intereses de Castilla-La Mancha a la hora de reclamar una mejor financiación autonómica o que se cumpla el convenio de la dependencia pese a que el presidente del Gobierno pueda salir trasquilado, Emiliano García-Page ha protagonizado durante los últimos años sonados desencuentros con Pedro Sánchez y varios de sus ministros.

1. Batalla por el control del PSOE

El primer choque entre García-Page y Sánchez, que también es el más fuerte de todos los que han tenido hasta ahora, se produjo en septiembre de 2016, cuando el barón castellano-manchego dimitió junto a otros 16 miembros de la Ejecutiva Federal del PSOE para forzar la salida del entonces debilitado secretario general del partido. El objetivo final de todos ellos era entronizar a Susana Díaz, pero ocho meses más tarde la misión se les desmoronó cuando la andaluza perdió las primarias contra un Sánchez que resurgió como el ave fénix para seguir al frente de Ferraz apoyado mayoritariamente por las bases.

Durante aquella batalla interna, en la que el partido se jugó incluso su propia existencia, García-Page acusó a Sánchez de "haber querido meter aluminosis en el edificio" y afirmó que, además de no responder "ni a las preguntas ni a las necesidades que tiene el PSOE de hoy", abría "problemas nuevos".

En un escenario de ruptura total entre 'sanchistas' y 'susanistas', el entorno de García-Page llegó a plantear incluso la posibilidad de que el político castellano-manchego no volviese a ser candidato a la Presidencia de la Junta de Comunidades si Pedro Sánchez era el elegido para seguir al frente de la formación, una amenaza que no llegó a consumarse pese a la victoria en las primarias del ahora inquilino de la Moncloa.

2. Modelos de partido y de país

En aquella época, García-Page también se desmarcó de las tesis del PSOE 'sanchista', que proponía en "una reforma constitucional federal, que mantenga la unidad del Estado, perfeccionando el carácter plurinacional del mismo". En un encuentro informativo organizado por EL DIGITAL CLM, el castellano-manchego expresó su "discrepancia abierta" en este sentido con Sánchez, al que pidió no inventarse "otra España para ganar cuatro votos del PSC", y añadió: "Apostar por lo plurinacional no es de izquierdas. Es hacer el caldo gordo a los nacionalistas. El PSOE no es nacionalista ni plurinacionalista. España es una nación, solo una".

Más adelante el PSOE abandonó el concepto de plurinacionalidad tan defendido por Pedro Sánchez durante las primarias y en su 40º Congreso Federal, celebrado el pasado mes de octubre en Valencia, la ponencia defendía la "España multinivel moderna" que ofrece "cauces democráticos de diálogo y pacto en el marco de la ley para dar salidas a situaciones como la de Cataluña, en clave de mayor profundización del Estado de las autonomías". "Cada día inventan un término nuevo. No puede haber niveles, hay diferencias", aseguró García-Page al respecto.

3. Gobernar con los independentistas

Han sido numerosas las ocasiones en las que el presidente de Castilla-La Mancha ha mostrado su incomodidad por el hecho de que la estabilidad del Gobierno de España dependa de los partidos independentistas. Ya en 2016, dos antes de la moción de censura que llevó a Pedro Sánchez a la Moncloa, García-Page advirtió: "Es bueno hablar con todos, también con los independentistas, pero una cosa es hablar y otra es depender de ellos, por activa o por pasiva".

Días después de las elecciones generales del 10 de noviembre de 2019, el político toledano mantuvo el mismo discurso y rechazó que los partidos independentistas pudiesen tener la posibilidad de condicionar toda la legislatura a cambio de apoyar la investidura de Pedro Sánchez: "El Gobierno no debe en ningún momento depender de los independentistas", dijo, aunque añadió que llegar a la Moncloa gracias a su abstención no debería suponer "necesariamente depender de ellos".

4. Los indultos del Procés

La primavera del año 2021 fue otro de los momentos en los que García-Page y Sánchez escenificaron sus diferencias. Mientras que el Gobierno de España decidió conceder el indulto a los nueve condenados en el juicio del Procés para "favorecer la convivencia", desde Castilla-La Mancha el líder socialista se mostró absolutamente contrario a la medida, que calificó como "uno de los graves errores de la democracia", además de considerarla "estéril" para encauzar el problema catalán.

El dirigente castellano-manchego dijo no entender por qué se indultaba a los responsables del referéndum ilegal de independencia del 1-O cuando ni siquiera se habían arrepentido. "Lo más grave de todo es que los afectados, aquellos que pervirtieron a sabiendas y a conciencia el orden constitucional, insisten en que volverían a hacerlo, en reincidir", recordó García-Page, que se preguntó "en qué posición quedaría el que toma la decisión de indultar sin garantizarse primero la renuncia expresa a volver a las andadas".

El día antes de que el Consejo de Ministros aprobase los indultos, García-Page compareció con una mano vendada a consecuencia de un accidente doméstico y ante los periodistas dijo: "Mañana lo que menos me va a doler, al menos a mí, es la mano. Me dolerá casi todo lo demás".

5. Apoyarse en Bildu

Más allá de que García-Page se haya posicionado recientemente en contra de que el partido vasco EH Bildu forme parte de la Comisión de Secretos Oficiales del Congreso de los Diputados, anteriormente ya había manifestado sentirse "incómodo" por el apoyo brindado por los abertzales a los Presupuestos Generales del Estado (PGE).

En 2020 aseguró en la cadena SER que el apoyo de Bildu a los PGE del año siguiente no tenía "un pase". Según dijo, "ni Bildu está en un proceso de normalización como tal, ya que fue la democracia y la sociedad española las que ganaron la batalla al terrorismo, ni han hecho un proceso de reconciliación, sino que están haciendo lo contrario, exigiendo a cambio de seguir aportando votos". Sin embargo, su postura se hizo algo más flexible un año después: "Para mí es una tortura tener que pactar con ellos, pero si no queda más remedio, evidentemente, es lo que se tiene que hacer", dijo en noviembre de 2021 en plena negociación entre Pedro Sánchez y sus socios parlamentarios, recordando que las cuentas del 2022 eran "estratégicas" y que de ellas depende que se haga "una buena o mala gestión de los fondos europeos" tras la pandemia de coronavirus.

Eso sí, después de que Arnaldo Otegui asegurase que Bildu votaría a favor de los presupuestos si era necesario para "sacar a los 200 presos", en referencia a los etarras que siguen encarcelados en España, García-Page se posicionó firmemente en contra de un intercambio de tales características, en este caso alineado con lo expresado por el propio Pedro Sánchez en el Congreso de los Diputados: "No voy a caer en la dialéctica de los pasamontañas y, personalmente, me ofende. Me resulta un insulto a la dignidad de las familias y a la moral de un país que hoy los perdedores de la banda terrorista puedan estar planteando un intercambio de presos por dinero. Es inmoral".

6. El papel de Podemos

En la misma entrevista de 2018 en la que aseguró que pactar con Bildu no tenía un pase para el PSOE, desmarcándose de la estrategia seguida por el Gobierno de Pedro Sánchez para sacar adelante los PGE, García-Page también criticó el papel que se le estaba permitiendo desempeñar a Podemos dentro del Ejecutivo de coalición. "El compromiso inicial era que de la política social se hablaba con Podemos y que en la institucional y territorial el PSOE marcaba la pauta, pero veo con preocupación que Podemos nos marca la agenda y nos está arrastrando a una esquina del tablero político que está muy fuera del sitio habitual de las grandes mayorías del PSOE", advertía el castellano-manchego pese a ser el primer presidente que introdujo al partido morado en un gobierno autonómico, algo que hizo en verano de 2017 para no abocar a la comunidad autónoma a unas elecciones anticipadas después de la ruptura del pacto de investidura alcanzado con la formación entonces liderada por Pablo Iglesias.

Hace un mes, con Pablo Iglesias ya lejos de la política activa y con Podemos siendo liderado por Ione Belarra mientras que la vicepresidenta Yolanda Díaz sigue sin concretar su proyecto personal, García-Page aseguraba en TVE: "Podemos, en muchos aspectos, es 'Pudimos'. Se quedaron anclados en el pasado".

7. El "diablo" Alberto Garzón

Si hay un ministro del Gobierno de Pedro Sánchez que ha sido "atacado con ferocidad" -en palabras del propio afectado- por García-Page, ese ha sido Alberto Garzón. El titular de la cartera de Consumo, también coordinador federal de Izquierda Unida y por tanto del ala de Podemos en el Ejecutivo, se ganó una reprimenda del presidente castellano-manchego por sus declaraciones a un periódico británico en las que cuestionaba la calidad de la carne que España exporta desde las macrogranjas.

García-Page, que pidió insistentemente una rectificación a Garzón, dijo sobre él que, al igual que el diablo, "mata moscas con el rabo cuando no tiene nada que hacer". "Uno está acostumbrado a que los errores en la vida y en la política van en la misma proporción a la carga de trabajo, pero aquí se invierte la cosa", añadió el socialista castellano-manchego presentando de nuevo al líder de IU como un ministro florero.

Ya en 2020, en una entrevista con Telecinco, el presidente de Castilla-La Mancha calificó como "lamentables" las críticas a la Monarquía expresadas tanto por Garzón como por Pablo Iglesias, que todavía era vicepresidente del Gobierno y ministro Derechos Sociales y Agenda 2030. "Se dedican a desviar la atención o crear problemas. En vez de hablar de la gestión de las universidades, de consumo o de las residencias de mayores" -todas ellas competencias de Unidas Podemos al frente del Ejecutivo- atacan a "una autoridad que no puede defenderse constitucionalmente", lamentó García-Page.

8. Bienestar animal "urbanita"

La última decisión del Gobierno de España que ha sido recibida con total desagrado por el de Castilla-La Mancha ha sido la aprobación del proyecto de Ley de Bienestar Animal que ha desarrollado el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, comandado por la jefa de Podemos, Ione Belarra.

Desde Toledo se considera que el texto perjudica el modo de vida del campo porque ha sido concebido "desde una mentalidad urbanita", en palabras del propio García-Page, y "sin conocer la realidad del medio rural", según dijo el vicepresidente castellano-manchego José Luis Martínez Guijarro. Por eso, Castilla-La Mancha ha enmendado "de plano" el proyecto con un duro texto de alegaciones en el que, entre otras cosas, se opone a que los perros de caza, de pastoreo o de vigilancia sean considerados mascotas. "Necesitan salir de cachorros con otros perros para aprender y esto seria imposible en la forma prevista en el anteproyecto, que impone una edad mínima para el trabajo e incluso una edad de jubilación", alega el Gobierno castellano-manchego alineándose con el sector cinegético.

Ya en diciembre de 2018, cuando la ministra socialista de Transición Ecológica, Teresa Ribera, aseguró que si de ella dependiera prohibiría la caza, García-Page le remitió una carta en la que se mostraba "sorprendido y preocupado" por dicho planteamiento. "Respetando profundamente tu posición personal al respecto, quiero recordarte nuestra posición en defensa de la actividad cinegética", decía la misiva, en la que el presidente castellano-manchego recordaba la importancia "no solo económica, sino además medioambiental, que esta actividad tiene para el sostenimiento del Ecosistema en prácticamente toda Castilla-La Mancha, lo que incluye el mantenimiento de las poblaciones animales autóctonas, la cubierta vegetal y, también, el medio rural".

García-Page, además, durante su etapa como presidente de la Junta de Comunidades castellano-manchega ha acudido como espectador a varias corridas de toros y se ha mostrado en numerosas ocasiones a favor de promocionar la tauromaquia. De hecho, expresó su desacuerdo cuando el Gobierno de España excluyó a los espectáculos taurinos del bono cultural para los jóvenes de 18 años. "No me parece bien trabajar con ánimo de fomentar la cultura excluyendo. Hay que cubrir todos los espectros, opiniones y sensibilidades", aseguró.

9. Dureza contra los ocupas

Otro de los pulsos que mantiene desde hace tiempo la administración castellano-manchega con el Gobierno de Pedro Sánchez es a cuenta de la ocupación de viviendas, al considerarse desde la Junta de Comunidades que la legislación nacional es poco contundente para luchar de manera efectiva contra el problema. De hecho, el Ejecutivo autonómico ha dado varios ultimátums al de Pedro Sánchez -sin éxito por ahora- para que haga suya y traslade al Congreso de los Diputados la proposición de ley 'antiokupas' aprobada por las Cortes de Castilla-La Mancha en 2020, calificada desde Toledo como la "más clara de toda España para acabar con la ocupación ilegal". De no obtener respuesta, la llevarán a una futura conferencia de presidentes autonómicos o directamente a la Cámara Baja.

El presidente regional, con un posicionamiento más cercano al del PP en este aspecto que al de su propio partido, ha pedido que no se haga "proselitismo político" con la ocupación ilegal de las viviendas, "porque eso genera una ausencia de derechos a otras personas". Por ello, ha pedido introducir "sin demagogias ni cortapisas", y de manera urgente, "cambios de estrategia o normativa" porque los ciudadanos "tienen derecho a vivir en sus viviendas y en tranquilidad".

10. Apoyo a policías y guardias civiles

Entre los compromisos incluidos en el pacto de gobierno firmado entre Pedro Sánchez y Podemos al comienzo de la legislatura se encuentra el de acabar con la conocida como 'Ley Mordaza', aprobada por el PP en 2014. "Vamos a derogar la Ley de Seguridad Ciudadana", insistió en el Congreso de los Diputados el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, el pasado 1 de diciembre, pocos días después de haberse celebrado en Madrid una multitudinaria manifestación en la que decenas de miles de policías de todo el país protestaron contra esta medida al considerar que les desprotege a la hora de ejercer su labor profesional.

García-Page no tardó en separarse de la postura de su partido. "Sobran los problemas como para estar inventado otro", apuntaba el presidente castellano-manchego sobre la modificación legal planeada por el Gobierno. De hecho, dijo no lograr comprender "que haya gente que en España piense que la Policía o la Guardia Civil son un problema" y pidió que los agentes puedan seguir "haciendo bien" su trabajo.

Treinta y cinco años han pasado desde que aquel joven militante del PSOE debutese, recién estrenada la mayoría de edad, en una responsabilidad institucional. Lo hizo como concejal del Ayuntamiento de Toledo, donde más adelante sería alcalde entre 2007 y 2015. Entre tanto creció políticamente como consejero y mano derecha de José Bono en el Gobierno de Castilla-La Mancha y hoy por hoy, con siete años de experiencia como inquilino del despacho presidencial del Palacio de Fuensalida, se ha convertido en uno de los pocos que se atreven a opinar con libertad sin atender a doctrinas partidistas. Quizá eso le haya permitido gobernar siempre que se ha presentado a unas elecciones, independientemente del momento de forma en el que se encontrase el PSOE.

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