Albacete rindió la pasada semana un merecido y cariñoso homenaje al gran cineasta José Luis Cuerda, uno de los artistas españoles más singulares de siglo pasado, poseedor de un universo propio y particular que fue muy admirado. Como director de cine, Cuerda fue un genio de gran altura, con una sensibilidad especial, pegada también a su tierra manchega, y una obra que sobresale por encima de todas y que siempre será recordada: Amanece que no es poco, la película que tanto amamos, ambientada en la localidad albaceteña de Ayna y su entorno y llena de fotogramas imborrables.

El alcalde de Albacete, Emilio Sáez, fue el encargado el pasado jueves de inaugurar la escultura de homenaje a Cuerda en la Plaza del Altozano, un monumento que es "el mejor homenaje" a un hombre que fue tan peculiar y lleno de vida.

El monumento, que mira hacia la Filmoteca de Albacete, "el Capital de la infancia", como lo definió el alcalde, está compuesto por la figura del célebre director, personajes y paisajes de sus películas, y está concebido como una “escultura relato”. Cuerda ya estará siempre presente en Albacete y lo hace gracias a la obra del escultor José Luis Serzo, que también ha sabido forjarse su particular universo”, tal como explicó el propio alcalde.

Un momento de la inauguración

La escultura, realizada en bronce, tiene la bella peculiaridad de surge desde la propia tierra, "como los hombres que brotaban en los bancales en Amanece que no es poco", la película más reconocida y celebrada de Cuerda. De hecho, el monumento recién inaugurado es una suerte de escultura de esculturas o “escultora relato”, como la ha definido Serzo, en la que aparecen personajes de su filmografía, que rodean o amanecen en distintos lugares de la figura de su creador como si de un paisaje o gigante en construcción se tratara.

La escultura mira hacia el antiguo Capitol, hoy Filmoteca Municipal, y en la misma Cuerda brota del suelo en un doble guiño a Amanece que no es poco y a su amor por Albacete, donde siempre tuvo sus raíces. El nombre del director, en grandes letras, rodea el monumento.