A las variopintas propuestas que escuchamos cada día al líder popular en Castilla-La Mancha, ora para salvar la pandemia, ora la economía, o también la sanidad de la región, Francisco Núñez parece, al fin, haber encontrado el faro que guiará su programa para llegar hasta Fuensalida, al despacho presidencial me refiero. En Madrid, ante la presidenta madrileña como estrella invitada, Isabel Díaz Ayuso, y con el expresidente del Gobierno, José María Aznar, como testigo en un curso de liderazgo organizado por la Universidad Francisco de Vitoria, Núñez ha proclamado que tiene “muy claro” el programa de gobierno que aplicará “cuando sea presidente de esta tierra”, es decir, Castilla-La Mancha. Será el “modelo Ayuso”, copyright de la presidenta madrileña, un prototipo de liderazgo que el adalid castellano-manchego pretende “extrapolar” para la región en el año 2023.

En la toma de posesión de Díaz Ayuso los barones del PP, sin excepción, marcaron distancias con el modelo de la presidenta madrileña, en absoluto extrapolable al resto del país y, desde luego, a cada una de las comunidades donde gobiernan. Maneras bien distintas de hacer política como las de Alberto Núñez Feijóo, que sostiene que "en unas elecciones en Galicia las propuestas son para la comunidad gallega”. Un mensaje similar al emitido por Alfonso Fernández Mañueco. El presidente de Castilla y León manifestó que "cada comunidad tiene particularidades distintas" y por ello no cree que el "modelo" de Ayuso sea "extrapolable" a su territorio. También el presidente andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla, aseguró que el modelo Ayuso no se puede exportar porque "cada comunidad autónoma tiene su modelo". Incluso la propia Ayuso ha insistido en numerosas ocasiones en que su manera de hacer política está adaptada a la idiosincrasia madrileña.

No obstante, Núñez insiste, llegado el caso, en remedar el modelo de la "lideresa" madrileña para su ejecución en esta tierra. Falto de ideas para sus aspiraciones futuras de gobierno, las que se le suponen las toma prestadas del vecino. Una forma de hacer política bien distante de las virtudes y métodos imprescindibles para cualquier candidato que aspira alcanzar el gobierno de Castilla-La Mancha. Arengar a la militancia y subirse a la ola de la victoria ajena, no pueden ser argumentos de un candidato con pretensiones, salvo que estas sean para seguir en la oposición.