A los chapuceros por excelencia de este país, Pepe Gotera y Otilio, les ha salido una dura competencia. La presidenta de VOX Madrid, Rocío Monasterio, lleva también años presuntamente en el mundillo de las chapuzas urbanísticas, un sector en el que los celebres personajes del maestro Francisco Ibáñez parecían no tener rival. Igualmente en pareja, en este caso junto a su marido, el promotor inmobiliario Iván Espinosa de los Monteros, otro gerifalte de VOX. Hasta su cierre hace un mes, antes de que el Ayuntamiento de Madrid ejecutase unaorden de clausuradel conjunto de la vivienda del matrimonio porno tener licenciade funcionamiento de esta actividad ni licencia de primera ocupación, el estudio Rocío Monasterio y Asociados se dedicaba a la arquitectura, rehabilitación e interiorismo de lo que se ponía por medio, sin importar la titulación, legalización y habilitación descubiertas ahora por El País. Una actuación supuestamente fraudulenta que investigan los organismos correspondientes.

Así actuaba la pareja, firmando y vendiendo proyectos durante años sin que la arquitecta Monasterio tuviera la titulación para hacerlo. Unos estudios con excelentes calificaciones pero a falta del proyecto fin de carrera, imprescindible para el ejercicio de la profesión, colegiación y visado de obras. Este déficit profesional para redactar y dirigir proyectos urbanísticos se complementaba con la labor del marido como vendedor inmobiliario. Espinosa de los Monteros, entusiasta comerciante de inmuebles construidos sin licencia, célula de habitabilidad, y otros permisos, según letanía de afectados y deficiencias técnicas y urbanísticas ahora conocidas.

En este país es ya casi un género periodístico con sección propia el del político con un currículo falseado, o inflado con una generosa presencia de máster, títulos, y estudios universitarios que abandonaron, sencillamente no los hicieron o, como Monasterio, se tomaron su tiempo, digamos años, para terminar definitivamente la carrera y poder ejercerla legalmente. Tantos, que ahora no recuerda si ya era arquitecta cuando firmaba proyectos, según indiciosa manifestación de la acusada. Responsables políticos que luego justifican su actitud, cuando los pillan, por errores de lo más variopintos, a veces increíbles, pero siempre ajenos a su voluntad.

Mas esta fiebre por acumular diplomas universitarios que les da a nuestros políticos, le ha salido hasta ahora a cuenta a Monasterio. Simultáneamente a engrosar su currículo profesional con titulaciones indebidas, también la hacia su cuenta corriente. La desmemoria que ahora aduce la dirigente de VOX para recordar si era arquitecta cuando durante tantos años ha dirigido indebidamente proyectos urbanísticos, no era tan distraída a la hora de presentar a los clientes la minuta correspondiente por los servicios prestados irregularmente o inmuebles vendidos. Sin dudarlo, nos quedamos con la otra pareja de chapuceros, Pepe Gotera y Otilio, al menos su factura se salda con la sonrisa del lector. La de Rocío Monasterio y Asociados con la frustración e impotencia de los clientes engañados. Presuntamente, claro.