Hacer política es meterse en problemas. Es lógico y es bueno. Problemas para resolver problemas. Por eso Carlos Velázquez, alcalde de Toledo, y José Julián Gregorio, alcalde de Talavera, ambos del PP, se han enzarzado esta semana a cuenta del AVE y se han tirado un par de dardos a la cara. Lo que viene siendo un agarrón, aunque sin pasar a mayores. Me ha parecido bien y me ha gustado el espectáculo: cada uno defiende lo suyo. Los chicos de la Mesa por Talavera han derrapado un poco con su idea de exigir que el AVE no pase por Toledo y ahí los alcaldes no han tenido más remedio que cruzarse unas palabritas. Cruz de navajas, pero sin navajas.

Claro, que también es verdad que el alcalde toledano ha estado un poco subidito de tono y fuera de lugar con eso de los tres millones de turistas que llegan cada año a la capital y soltando la frase que más duele: “No sé los que tiene Talavera”. Obviamente, muchos menos, Velázquez, obviamente, no hacía falta tanta sangre. No sé si ha sido un punto de altanería o de soberbia pero me cuentan mis espías en la Plaza del Pan, que son gente de bien, que el misil lanzado desde Zocodover no ha caído nada bien en el Ayuntamiento de Talavera. Ya digo: era innecesaria esa andanada y por eso Gregorio, sin entrar a saco pero sin callarse, le ha dicho a su compañero de partido que Toledo ya tiene AVE y que para él Talavera es lo primero, como no podía ser de otra manera. “Los talaveranos estamos hartos”, ha dicho y con razón. Batallitas domésticas.

Así las cosas, es hora de recomponerlo todo de nuevo a su sitio y tocar tambores de paz. Haya concordia y alegría, que el AVE Madrid-Lisboa debe serlo para todos. Otra cosa no parece tener mucho sentido. No a estas alturas, como ha recordado al hilo de la bronca Esther Padilla, consejera portavoz del Gobierno de Emiliano García-Page, que también lo ha dejado claro: “El AVE con parada en Toledo es indiscutible”. No hay duda. Me suena haber leído que hasta el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso lo tiene claro y está apoyando la “unidad” de acción de todos (Madrid, Castilla-La Mancha, Toledo y Talavera) para plantar cara al ministro de la cosa, ese inefable martillo sanchista que es Óscar Puente, y evitar el retraso que plantea el Gobierno de Pedro Sánchez nada más y nada menos que hasta el 2032.

Total, que esa unidad me parece imprescindible y ahí es donde hay que poner todas las ínfulas y no en batallitas de cuarta preferente. Por cierto, el ministro Puente y su ministerio llevan meses ninguneando a Talavera y sin responder a las cartas del alcalde y eso está muy feo y es de mala educación. A un alcalde se le contesta en tiempo y forma y José Julián Gregorio no recibe desde diciembre ninguna respuesta a sus peticiones de reunirse para hablar del AVE, del soterramiento de las vías y del tercer carril de la autovía A-5, entre otros asuntillos. Debe estar el ministro de Transportes muy ocupado insultando a la oposición.

Vamos, que la semanita está caliente. Por eso el presidente Page se ha ido a Viso del Marqués, ha convocado a una minicumbre a su gobierno y, todos juntitos en amor y compañía, han hecho sesión doble de autobombo y muchas promesas para el resto de la legislatura. Me ha impactado la contundencia: “Vamos a cumplir al cien por cien”. ¡Toma ya! Page pone las pilas a sus consejeros y acelera la moto de su equipo a doscientos por hora, lanzado como está en demostrarle a Pedro Sánchez cómo se gobierna desde el centro, la sensatez y, sobre todo, la mayoría absoluta, que es lo que parece no sobra en la Moncloa. Era obvio que los mundos felices de Yupi-Page, tan bien contados a los periodistas por el vice segundo Josele Caballero, poco o nada iban a convencer al PP de Paco Núñez, que lo ha dicho alto y claro: “Incumplimientos, mentiras y sumisión al sanchismo”. Películas, o sea. Y digo yo que entre el rosa de Page y el negro de Núñez debe haber una florida gama de colores que serán el punto medio y la verdad. ¿O no?

Yolanda descalifica a la manchega Isabel

Lo ha contado El Español y yo siempre me pongo de parte de la ministra de Vivienda, Isabel Rodríguez, más por manchega que por ministra, claro. Tiene una guerra abierta con la vice Yolanda Díaz a cuenta de las políticas socialistas de vivienda y todo es un lío que la gente de Sumar anda también estos días ventilando, no sé si por las sucesivas campañas electorales que tenemos por delante o porque les gusta enredar en un gobierno con el que discrepan mucho pero del que nunca se van. Sería delicioso verlos abandonar el sillón, el sueldo, la moqueta y el coche oficial y pasarse a la oposición, pero ese milagro "sumarísimo" no va a ocurrir. El caso es que el acercamiento de Isabel Rodríguez a los promotores ha caído mal al yolandismo y han lanzado esta frase (y otras del estilo) contra la manchega: “Esperamos más de una ministra de Vivienda que debería defender a los vecinos sobre los especuladores”. El topicazo elevado a categoría política. Gobernar con el comunismo pesando tanto en la mochila parece un imposible, pero Sánchez, Rodríguez y los suyos llevan la penitencia en el pecado. Qué bien, qué bien, hoy comemos con Isabel. A los de Sumar les vendría bien un Puente que los oscarice, o sea.