Emiliano García-Page no quiso acudir este lunes al Senado pero se hubiera divertido. Ya no está solo el presidente de Castilla-La Mancha dando estacazos al sanchismo: también Pere Aragonès, el presidente y socio catalán, le dio un revolcón a Pedro Sánchez que dejó en pañales al banco azul y destrozó la estrategia de diseño del Gobierno de presentar la amnistía con esa inmensa trola del “reencuentro” y la “reconciliación”. Ya le advirtió el otro día el propio Page al hombre de la Moncloa: el ridículo puede ser histórico.
Así que el cuento de la concordia no se lo cree ni Salvador Illa, el pobre. Menudo infundio. Aragonès, Puigdemont y todo el separatismo patrio, tan españolazos, van en la dirección contraria de la moto averiada que nos vende Sánchez. Lean las palabras del presidente de Cataluña este lunes en el Senado, que es sede parlamentaria: "La amnistía dejó de ser imposible y sucederá lo mismo con el referéndum". Una perlita de Pere Aragonès que viene precedida de otras mil por el estilo que todos los dirigentes independentistas, Puigdemont incluido, vienen largando desde hace meses, pese a la propaganda que emana pestilente del sanchismo.
Blanco y en botella: el "reencuentro" era esto. Una vuelta a 2017, cinco años perdidos, marcha atrás, gobierno de progreso. Y es que el separatismo es maravilloso. Lo último que acabo de leer, más allá de la perplejidad, me ha elevado tres metros por encima del suelo y por esas alturas ando todavía navegando. Pasen y vean y tengan cuidado de no derretirse: cuenta The Objective que un ensayo nacionalista publicado en catalán asegura que El Quijote no sucedió en La Mancha sino en Cataluña. ¡Toma ya! No me digan que no es emocionante y fabuloso. Han tenido que pasar los siglos para que llegue este buen hombre llamado Pere Coll, de no sé qué centro de estudios nacionalistas, y nos traiga un poco de luz sobre la obra magna de la literatura española, que ahora lo será de las letras catalanas: Don Quijote de La Mancha pasa a ser En Quixot de les Garrigues a les Muntanyes de Prades. No puedo más: estoy a punto de ebullición.
Creo que fue mi admiradísimo Josep Pla, catalán y uno de los grandes escritores españoles del siglo XX, el que dijo que en la vida se puede hacer cualquier cosa menos el ridículo, que es la misma advertencia que Page le lanzó el otro día a su secretario general. Por ahí andan los tiros, así que no me dirán que no fue un grave error de Page no pasarse ayer por el Senado a reírse un rato y asistir en directo al baño de realidad que los indepes le dieron al presidente del Gobierno. La "reconciliación" de los puigdemones consiste en que las correrías manchegas de Alonso Quijano transcurrieron en realidad en Les Garrigues, aunque Félix Bolaños, ese hombre, todavía no se ha enterado. ¡Viva el vino!
Total, que viene el día cargado de noticias. Hablando de manchegos, una que leo en El Español me ha llamado la atención: nuestro Pedro Almodóvar se ha llevado a comer a Julianne Moore, Dua Lipa y Tilda Swinton, ¡qué suerte, el tío!, al restaurante Bibo de Dani García en la Castellana de Madrid, que es un sitio muy bonito y con muchas cosas ricas. Almodóvar anda enredado con su nueva película, La habitación de al lado, y se ha ido con sus estrellas a probar las delicias andaluzas del Bibo, tan ricamente y tan feliz. Las nuevas chicas Almodóvar son maravillosas.
Otro cocinero, el talaverano Carlos Maldonado, amaga con irse de Talavera y llevarse su restaurante Raíces, con estrella Michelín, a un pueblo colindante, cosa que no me gustaría. El Ayuntamiento de José Julián Gregorio se ha puesto manos a la obra para evitar el éxodo y confío en que las aguas no se salgan de su cauce. Hablando se entiende la gente e intuyo que Maldonado no quiere irse, aunque vaya usted a saber. Todo es cuestión de (buena) voluntad por ambas partes y arreglar lo que pueda haberse roto. Sea.
Y termino con otra talaveranista. La llamada Mesa por Talavera, que agrupa a no sé cuántos grupos locales, ha pedido que el AVE no pase por Toledo: creen que ese es el "gran obstáculo" que está demorando el proyecto y la única forma de que pueda ponerse en marcha de una vez, ¡glups! Una siente, como talaverana, que no está a la altura de tanto talento y a veces piensa declararse apátrida. Mayormente para no desmerecer a los genios, pero mejor me callo, que la lío.