La agricultura desempeña un papel fundamental para el desarrollo económico de los países, proporcionando materias primas de primera necesidad y creando puestos de trabajo entre otros aspectos. Sin embargo, la incertidumbre creada por el virus de la COVID que sigue actuando con fuerza y la crisis económica posterior pusieron todavía más de manifiesto la importancia de la agricultura y de la ganadería en nuestras vidas. La sociedad –y mediáticamente fue muy noticiable- experimentó el colapso de las cadenas de suministros con restricciones entre los países y vivió la escasez de alimentos provocando que no se pudiera acceder con facilidad a alimentos, tal y como ha ocurrido también con el conflicto de Ucrania.

Con el confinamiento nos dimos cuenta de que profesiones como la de agricultor, que parecía que era una profesión de tiempos atrás, era un trabajo esencial de primera necesidad; no es que no se supiera, sino que se puso más en valor. Nos dimos cuenta de que nuestra alimentación dependía de que estas personas cultivaran y distribuyeran los productos del campo. Ellos no podían quedarse en casa ni parar de trabajar porque el coronavirus quisiera. El campo no cerró. No pudo cerrar. Lo mismo que el sector de la ganadería que también se vio afectada por la crisis económica y sanitaria; incluso en el paro de los camiones y transporte de mercancías de inicios del mes de abril se comprobó cómo las granjas sufrieron el desabastecimiento de los piensos al cortarse el suministro de grano para los animales. Los ganaderos son fundamentales en la cadena alimentaria. No los olvidemos.

La escasa población en las zonas rurales ha provocado que durante años se produjera un abandono de las explotaciones agrícolas y ganaderas; pero sin embargo la pandemia y el confinamiento de la sociedad de estos dos últimos años, además de otros aspectos como la modernización de la agricultura ecológica, han facilitado que en muchos pueblos se esté revirtiendo la situación, contribuyendo el sector agrícola al crecimiento poblacional y económico de las regiones despobladas.

Ante la fiesta de San Isidro Labrador del 15 de mayo, un santo tan conocido, querido y celebrado, y sobre todo tan vinculado a la agricultura y a la ganadería; es momento para resaltar la labor de agricultores y ganaderos, trabajadores esenciales que durante la pandemia han trabajado para que no faltase en los mercados y supermercados los alimentos diarios necesarios.

Este sector que durante años ha estado olvidado por la sociedad y por las Administraciones públicas necesitan ayudas y políticas públicas que ayuden a mejorar las condiciones económicas y laborales; sector del que depende asimismo el desarrollo socio-económico de los países. Necesitamos de los agricultores y ganaderos para abastecernos, labradores como San Isidro, impresdincibles en la vida. 

GRUPO AREÓPAGO