El tablero se mueve y comienza el runrún de las elecciones. Falta un año justo para el cuarto domingo de mayo y los voxeros dicen que igual Ortega Smith es candidato. Cañizares sustituye a Olona en el Congreso y tiro porque me toca. Mientras tanto, en Castilla-La Mancha se aprecian con claridad los efectos de la política del achique de espacios que practica Emiliano García-Page. Esta semana vino Feijóo a Villarrobledo y por poco pide que voten al socialista en lugar de su candidato. La contraposición que hizo entre Sánchez y Page y su declaración de que debiera ganar más influencia este último frente al primero no son moco de pavo. Contra eso, Núñez tiene poco que hacer. Desgañitarse como lo hace, pero nada más. Y es que Emiliano vuelve a demostrar que es un maestro en el achique de espacios, dejando casi sin respiración al contrario hasta sacarlo del cuadrilátero.

Es verdad que la declaración de Feijóo podría tomarse por las hojas de que Page pinta frente a Sánchez lo que la Tomasa en los títeres. Sin embargo, Emiliano, poco a poco, con la táctica de la hormiguita ha conseguido algunos logros como la retirada del proyecto de residencias. Page, que es un lince y vislumbra la sangre, carga contra Podemos como el águila frente a su presa y no la suelta. Las belarras y garzones son el blanco preferido de quien conoce a la perfección cómo caza la perrilla. No en vano, tuvo que tragarse a Molina y Llorente cuatro años en el Gobierno y sabe cuál es el talón de Aquiles de estos podemitas. Page no defrauda y sus declaraciones son maestras.

Por eso no me extraña que se pusiera la corbata que le regaló Feijóo cuando visitó Galicia. Ambos son amigos y eso, en política, no es poca cosa. El presidente nacional del PP apenas habla de Page cuando viene a Castilla-La Mancha y si lo hace, es para ponerlo bien. Por ese lado, difícil la oposición popular en la autonomía. Otra cosa es la economía, la inflación y la carestía, que cada día cuesta más todo y no nos llega la camisa al cuello. O las injurias a la Corona. De ahí que el panorama para los socialistas sea desalentador, por más que reinventen encuestas y tezanos. Las elecciones de Andalucía van a dejar las cosas en su sitio, incluso para Vox, que están muy creciditos y creen que Olona es Doña Jimena. Macarena es una excelente abogada del Estado y extraordinaria parlamentaria, pero una extravagante candidata. Lo de Salobreña no tiene un pase y revela la concepción paracaidista y propagandista de la vida y la política que maneja Vox. Pero siempre hay un salvavidas socialista que echa un flotador al rescate, como la alcaldesa granaína. Veremos qué pasa en tres semanas, pero Moreno Bonilla será el nuevo barón con miras a Génova.

Sigo a García-Page desde hace veinte años, cuando era portavoz de Bono. Dije en su día que era como el de Salobre, pero corregido y aumentado. El tiempo, hasta el momento, me ha dado la razón. Su gran obra, en contra de lo que muchos piensan, no fue tanto la derrota de Cospedal –donde confluyeron diversos factores-, como la reválida de la alcaldía de Toledo en 2011. Aquel año el tsunami azul del PP tiñó todo el mapa de España, menos tres o cuatro pueblos y ciudades. Una de ellas fue la conservadora Toledo en manos de un socialista. Consiguió que nadie del PP quisiera presentarse y que el partido se encomendara a una neófita en política. Estábamos en plena crisis, levantó la Abadía y abrió el ayuntamiento como agencia de colocación para los toledanos cuando Milagros Tolón era concejal de empleo. La alcaldesa aprendió también rápido. Recuerdo entonces que alguien cercano a su entorno me dijo que el espacio político que uno no ocupe, vendrá otro a hacerlo. Desde entonces comprendo esa teoría y la comparto.

Entiendo que Emiliano abra su abanico desde un extremo hacia al otro, para colocarse en el centro y airearlo según le conviene, unas veces a la izquierda, las más a la derecha. Las elecciones dentro de un año serán su Rubicón para ser el Feijóo del PP, pues cuando Sánchez caiga, el Psoe será un erial y volverán la mirada hacia los clásicos. Mientras tanto, achica espacios y luce corbatas azules. Cualquier día de estos, se pasea por el Alcázar vistiendo una de color verde.