Se presentó vestido de negro y me recordó a Raphael, el cantante. Solo le faltó dar dos vueltas en el escenario para terminar de bordarlo. Emiliano García-Page revalidó ayer con un noventa y nueve por ciento el apoyo del partido a su candidatura, a seguir haciendo las cosas a su manera, a continuar liderando a su modo. Es curioso cómo los partidos se parecen a sus líderes y tratan de amoldarse a ellos. El Congreso del PSOE este fin de semana en Toledo ha sido una balsa de aceite, amabilidad y cariño. Ya llovieron las hostias otras veces y están curados de espanto. El sábado por la tarde podía verse a unos y otros en comandita, pedristas y emilianistas, si es que alguna vez hubo esa distinción. Hasta Manuel González Ramos vino y se presentó con unas deportivas blancas como si nada hubiera pasado. Han sido listos. Ya no hay guerras que valgan, que lo peor está fuera.

Page ha clavado en su discurso lo que debe ser un partido político, un medio y jamás un fin en sí mismo. Es lo que le ha pasado a los populistas, cuyo partido acababa donde la bragueta del líder. Como dice Emiliano, el PSOE es un partido serio, de gobierno, aunque a veces dé dolores de cabeza. Explicó que la cercanía es la marca de los socialistas y que todos deben actuar como si fueran alcalde, “como cuando te paran por la calle y te dicen que este no es el momento, pero mira lo que me pasa”. Emiliano lleva varios libros escritos y se sabe hasta las anotaciones a pie de página. Me gusta su figura porque es de los eslabones que unen lo viejo con lo nuevo. Empezó tan joven que se acuerda de todo. Y no olvida que lo importante es la gente.

Recordó a sus padres y dictó una clase de magisterio político. Su madre le dijo que nunca hablara mal de nadie, hasta el punto de que la llamaron en una encuesta para preguntarle por Cospedal y le puso un cinco. Pero, sobre todo, le enseñó que, si quieres a la gente, la gente te termina queriendo. Emiliano en estado puro, con camisa y chaqueta negra. Sigue siendo aquel.

Santos Cerdán dio la homilía del domingo y parecía un reverendo padre en la lectura del misal. Pronto despertará y se le pegará el tono mitinero, pero aún tiene que aprender. Alguno echó una cabezada, pero por la noche anterior. Los congresos sirven para estar con la gente que no ves habitualmente. Había ganas después del covid y se notaba. El ambiente de la tarde del sábado fue excelente, como si todos fueran a ser consejeros. Los partidos atrapalotodo tienen estas cosas. Cuando gobiernan, miel sobre hojuelas.

El Congreso concluyó con la Internacional, unos con el puño en alto y otros con el puño bajo. Es curioso que haya llegado a nuestros días como himno final. Supongo que vale para subir la moral y recordar de dónde venimos. Los socialistas se fueron del Beatriz con las pilas puestas; lo difícil está fuera. Como dice Page, la gente está a sus problemas y no en los partidos. Quienes más se mimeticen con ella, se llevarán el gato al agua.