Dice Pedro Jota que Sánchez no es ni ángel ni diablo y que en estos casi dos años que lleva en el Gobierno ha hecho cesión irreversible o fundamental alguna. Tiene razón, aunque a los españoles nos ampara la ley, también frente a un presidente del Gobierno. Solo faltaba. No puede conceder referéndum ni independencia alguna, pues lo maniata la Constitución. En esto Sánchez, aunque nos duela, ha sido más listo que todos nosotros. Concedió los indultos y comenzaron las grietas en el otro bando. La Historia es imperecedera y solo hay que saber leerla sin sectarismo. Antes se montan ellos la guerra civil solitos que le declaran la independencia a España. Pero, en cambio, hay contrapartidas. Y muchas. Y muy caras. Y nuestra región no iba a ser menos.

El informe de la A-43 que aparca la autovía por Puertollano y Almadén en un cajón es prueba de ello. Resulta que regalamos a los catalanes una ampliación del Prat de casi dos mil millones de euros y no la quieren. Aquí, en cambio, mendigamos lo que es justo, lo que debe ser para que un país pueda cruzarse de este a oeste y nos mandan al fondo del cajón. No hay vertebración posible ni discurso verdadero de la España rural. Todo en Sánchez es postureo e instagramer, desde los bronceados al sol a los saludos a la bandera. No cede nada el señorito dando un cabezazo a la senyera, eso lo sabemos. Pero sisa una autovía que podía relanzar Almadén, Puertollano y Extremadura.

El oeste, Page dixit, es el verdadero olvido del país, no tanto el sur. Hemos dejado que se marchite como un fado portugués y coja colores cetrinos. Qué pronto se olvidó Isabel Rodríguez de su pueblo o qué bien hace la voz de su amo. Hay quien la consideraba sustituta de Emiliano tras el nombramiento de ministra. Si no ha encontrado los carriles de la autovía, cómo buscar los caminos de Fuensalida. Page dice que hay esperanza y que la autovía será por Almadén y Puertollano o no será. Ya tiene sus Hoces del Cabriel como Bono. Otra sonrisa o mueca de la Historia.

Almadén ha sido la cuna del mercurio de Europa. De la antigua Sisapo se extraía todo el cinabrio que hacía falta en el mundo. Hoy queda en silencio con una mina a cielo abierto que cae a plomo. Recuerdo que hace veinte años, Onda Cero, Cope y Ser hicimos un programa juntos por Almadén. Y ahí seguimos, esperando a Godot, mientras las minas se vuelven patrimonio y la plaza hexagonal, reclamo turístico. La bandera de España es la que ampara la soberanía de todos; por supuesto, el mandato de las instituciones autonómicas. No está mal que el presidente rinda honores a la senyera. Pero su bandera es la española, que alguno birló para la foto. Es el habitual juego de trileros de los indepes; con eso se conforman. Pero en un jirón de la rojigualda también estaba Almadén y su autovía. La que nos quitaron como por arte de magia.