Alfred Hitchcock hubiera dado un giro de guion de esos que tanto gustaba con la historia de Pepe Lomas, el librero de Ciudad Real. En lugar de Atrapa a un ladrón podría cambiarse el título por Agarra a la víctima. Eso y no otra cosa es lo que han hecho el fiscal y la juez de Ciudad Real, legislación mediante, con quien sufrió un ataque en su propia casa. Esperemos que ambos no sufran nada parecido y, por supuesto, ninguno de los legisladores que han consentido en tanto tiempo que el delincuente en España tenga más derechos que la víctima. En realidad, esto no es nuevo y viene de atrás. El cuerpo social lo aplaude y consiente. Solo hay que ver dónde se encuentran hoy personas como Irene Villa u Ortega Lara y qué papel político desempeñan sus verdugos. La gangrena moral carcome ya todo el cuerpo de la nación.

Pero pensábamos que quedaba la propiedad privada. Y resulta que tampoco, que se le han cargado, que ya no es un templo ante al que hay que descalzarse para entrar. Los okupas y la revolución podemita han ultrajado lo más sagrado que tiene una democracia y una de las bases más sólidas sobre la cual se asienta, la propiedad privada. Bakunin dijo que era un robo, como buen anarquista, pero cualquier demócrata sabe que sin seguridad jurídica sobre los bienes que uno posee, no hay libertad posible. La ley debe proteger al ciudadano y no asomarlo al abismo, porque si no, es el ciudadano el que tira al abismo los legisladores. Un sistema se tambalea cuando deja de ser útil para lo que fue creado y el endiosamiento de la clase política, así como su narcisismo y egolatría, han propiciado un modelo donde la peña comienza a hacerse preguntas. Si ya con lo que nos roban vía Hacienda no tienen bastante para sostener el tinglado, ahora van, nos expolian, ponen bocabajo, sacuden los bolsillos y se meten en nuestras casas. Qué maravilloso era el progreso.

La historia de Pepe Lomas, el librero de Aspa, es paradigmática de los tiempos que corren y nos ha tocado vivir, un tiempo líquido, sin sangre, callado, de un mutismo sideral. Los medios están más débiles que nunca y se echa en falta valor y denuncia social. No puede haber libertad ni democracia con medios sometidos o de rodillas ante el poder. Es la piedra de toque de todo sistema que se precie. La podemicie ya sabemos lo que piensa y cuál es su modelo, pero una sociedad está viva si no se somete y no deja que la pirámide de la lucidez y la inteligencia se invierta. El ladrón no puede ser el bueno y jamás debe quedar por encima de su víctima. Si uno no puede defenderse cuando le entran en casa, para qué coño pagamos impuestos. Los invitamos a cenar y les preparamos un cocktail. Abrimos las joyas, damos conversación y luego les pelamos los langostinos. Buenas noches, señor ladrón, que su botín le haya merecido la pena.

La jueza y el fiscal verán lo que proceda, pero creo que hay elementos suficientes para dejar a este hombre en libertad con cargos y después ya se verá. El garantismo no puede justificar la injusticia ni la indolencia. Mala suerte la del hondureño que entró donde no debía. Tampoco tenía papeles ni estaba legalizado. Llevaba ya varios golpes criminales. De verdad, ¿tan difícil es mandar a esta gente fuera como integrar a quienes verdaderamente vienen a buscar trabajo y contribuir a la riqueza del país? A veces, parece que España está cerrada por vacaciones todos los días del año.