Ha dicho Pedro J. Ramírez tras el acuerdo con El Digital que “vamos a desarrollar un gran proyecto mirando a la región como si fueran los Estados Unidos de Castilla-La Mancha con información específica de Toledo, Ciudad Real, Albacete, Guadalajara y Cuenca”. El señorito, como lo llamaba el añorado Umbral, ha puesto el ojo y la bala en el mismo sitio. La región desvertebrada, aunque menos que hace cuarenta años. Pedro Jota veló sus primeras armas en América con el Watergate y trajo en la cabeza el modelo americano para todo. También para el periodismo, por supuesto. Y es lo primero que hace y dice cuando desembarca en la región. Bien por Pedro.

La articulación de una región joven como la nuestra es un reto casi diario. Lo dice uno que lleva veinte años en Toledo haciendo información regional y comprueba cómo se diluye en ocasiones la comunidad entre lo nacional y local. Sin embargo, gran parte de las decisiones que condicionan nuestra vida surgen y parten del ámbito regional. Bono fue el verdadero arquitecto institucional y Page, su discípulo más aventajado. Ambos son quienes mejor han entendido la singularidad de esta tierra, sus particularismos y condicionantes comunes. A Barreda le tocó la herencia y a Cospedal, la diástole y el barceneo.

Castilla-La Mancha puede considerarse una de las regiones más ricas de España por el cúmulo desmesurado que atesora su acervo cultural. Solo el Quijote da para manuales y tratados de literatura universales y nos ha servido hasta para llevar vino y aceite al fin del mundo. Sin salir de las letras, a Infantes vino a morir Quevedo, la literatura misma, como dijo Borges. O El Greco en Toledo, cuyo aniversario estos días celebramos, con la melancolía propia de quien vio tiempos mejores. El mismo Jorge Manrique murió en los ríos que van a dar a la mar de su propia villa. O el arcipreste de Hita inauguró la escritura medieval, la sátira y la clerecía. Todo ello junto da para un tesoro de incalculables dimensiones que forman la raíz misma de España. Al fin y al cabo, Madrid, de la que tanto se habla ahora, no es otra cosa que un poblachón manchego.

Saludamos el acuerdo de El Digital y El Español con auténtica alegría, como algo bueno que le sucede a esta tierra. Cedena, Esther, César y De Pablos forman un póker de ases al que ahora se suma el repóker de los tirantes. Sin olvidar a Morlanes, Molero y la buena redacción que habita estas páginas. Llegan además en un momento espléndido de la vida nacional, regional y local. En la combinación exacta, medida y equilibrada de los tres elementos, más la óptica periodística y tecnológica, está la clave del éxito. Cómo no contar desde estas páginas el advenimiento de la Repúblika de Vallekas, los viajes de Pedro a África con los negritos del Domund, los de Page a Canarias para cambiar la hora y tomar impulso o los pactos con Ciudadanos en los ayuntamientos que llegan a su cénit. Aunque lo que más curiosidad me suscita, claro, es si Pedro se ha traído huchas del Domund en lugar de vacunas para pedir una limosnita por la santa infancia y distraer la atención.

Escribí hace un año que Pedro Jota era el periodista más brillante de su generación, ha marcado la agenda política en sus cuarenta años de director y ahora desembarca en mi tierra. ¡Larga vida al proyecto y enhorabuena, compañeros!