Al PSOE no le va bien en las encuestas y podría perder el Gobierno de España si los datos demoscópicos no varían en los dos próximos años. Una de las razones de estos malos augurios, según los analistas políticos y según los propios socialistas, sería la dependencia que tienen del abanico de partidos con los que se han asociado para gobernar, y muy especialmente de Podemos y los ministros que ha colocado en el gobierno.

Esta coalición centra la actualidad política los últimos días debido al choque de trenes que se ha producido en el área económica del Ejecutivo, por un lado, y en el Congreso de los Diputados, a cuenta de la condena del diputado podemita -ya expodemita- Alberto Rodríguez, por otro. Tal como informaba este lunes Alberto D. Prieto en El Español, "en una cosa coinciden esta ala crítica y otra `también socialdemócrata de toda la vida, y a mucha honra´, pero integrada en el equipo de Moncloa desde el principio: `Podemos no es de fiar, y hay que dejar claro al electorado que no lo queremos como compañero´".

En ese sentido citaba al presidente de Castilla-La Mancha y secretario general del PSOE-CLM, Emiliano García-Page, por una frase suya en una entrevista en 13 TV que coincide con la de otro barón socialista de los que "nunca dejamos de ser socialdemócratas, ni cuando usaban lo de 'felipista' para insultarnos", rememorando el anterior congreso del PSOE, el que en 2017 tiró del partido hacia "la izquierda" y lo radicalizó "para competirle en extremismos a Podemos".

Tras el congreso quieren que Sánchez aproveche el enorme capital de ilusión y unidad que se vivió en Valencia para decirle a la ciudadanía "que gobernamos en coalición no por gusto, sino porque no hay más remedio", que no están a gusto con Podemos y que en las próximas elecciones quieren una mayoría suficiente, tal como recogía El Español en la información antes citada.

Page, del que dice Alberto D. Prieto que es el barón socialista que más se atreve a enfrentarse a Sánchez, lo tiene muy claro y parece que así lo ha transmitido a Moncloa. No son pocas las voces dentro del PSOE que consideran necesario ir abandonando a sus socios de gobierno porque el ciudadano medio no entiende la situación y además es difícil explicarla. Page, el único presidente autonómico que ha tenido consejeros de Podemos en su Gobierno, sabe de lo que habla. El apoyo de este partido a su investidura le pasó un precio muy alto durante los dos primeros años de la pasada legislatura. Después los integró en el Gobierno y a partir de ahí anuló todo su protagonismo y originó una crisis interna dentro de Podemos de la que todavía no se han recuperado. La operación le salió redonda.

Lo que está ocurriendo en el gobierno nacional es justo lo contrario ya que no dejan de producirse choques y enfrentamientos entre ministros socialistas y podemitas, casi siempre con resultados negativos para el PSOE, y además se está encumbrando a la que se perfila como la dirigente más solida a la izquierda del Partido Socialista, Yolanda Díaz, que aprovecha precisamente su condición de vicepresidenta y sus disputas con el socialismo para medrar política y mediáticamente. Un mal negocio para el PSOE del que es perfectamente consciente García-Page, que teme, como el resto de barones socialistas, que todo este barullo les va a pasar factura en las autonómicas de 2023.