La Confederación Hidrográfica del Guadiana ha denunciado un Chinatown en plena Mancha. En aquella película de los años setenta, un río californiano que abastecía a Los Ángeles, desaparecía misteriosamente cada noche ante la mirada escéptica y perpleja de un detective interpretado por Jack Nicholson al que le costaba media nariz su descubrimiento. Chinatown es una de las mejores películas filmadas por Roman Polanski y desde luego su mejor incursión en el cine negro, ese género amasado entre gánsteres, crítica social, amargura y desencanto. Ahora en plena Mancha, en el triángulo de la mar de viñedos, lo que desaparecen son caudales de agua inmensos de aguas subterráneos que no pasan por los contadores de aforo de los miles de pozos de la zona. La picaresca de la 13 Rue del Percebe se ha instalado con toda su fuerza entre los regantes y ya lo raro es encontrar un contador contador sin imán adosado ni trampa electrónica.

Las cuentas no le salen a la CHG; los acuíferos bajan sin control como si un tremendo agujero se hubiera abierto en el fondo de la llanura y buscara llevar el agua al lugar más profundo de la litosfera. Nadie se resigna a aceptar el cupo de agua asignado y los argumentos a favor del latrocinio se revisten de comparaciones con el birle impuesto legalmente al agua de superficie que sigue corriendo hacia Levante: "no hacemos otra cosa que gastar lo nuestro", "ms roban con el trasvase", "maricón el último", en fin… la eterna justificación de cualquiera que mete la mano o la bomba de aspiración donde sabe que no debe. Uno, la verdad, cuando se ponen a hablar los presuntos ladrones y te cuentan sus cuitas, llega a comprenderlo. Pero como casi siempre ocurre, y en este caso es muy claro, los más perjudicados son los propios agricultores que cumplen la ley. Las restricciones y la reversión de cupos son inevitables lo mismo que el aumento del malestar en el campo dónde la demagogia y el populismo más ramplón tiene el terreno abonado.

Aunque duelan, las leyes están para cumplirlas. El Estado de Derecho no existe nunca allí donde una mayoría social impone el criterio de ignorar las leyes. No hay planificación hidrológica que resista la ausencia de normas o el pasárselas por el forro.

El agua, subterránea manchega es uno de esos recursos que no se pueden descuidar, no pueden estar sin ley y no pueden regirse con las triquiñuelas del Chinatown de Polanski.