El de Maqueda es un castillo célebre. Su proximidad a la autovía de Extremadura hace que su perfil sea conocido en casi toda España, porque para cualquiera que haya pasado por allí es difícil olvidar su porte y la magnífica conservación de sus murallas. En cuanto a la historia puede competir con cualquiera de los que llenan la geografía española. Entre Escalona y Maqueda se acumulan unos cuantos estratos de grandes de Castilla y nobles de los que no se descubrían ante el rey. Pero como tantos, desde hace tiempo nadie sabe qué hacer con él. Desde hace años el Ministerio del Interior, su actual propietario, quiere deshacerse de él y no hay forma de conseguirlo. Empezaron pidiendo nueve millones y medio de euros, hace ocho años, pero ahora no hay quien lo quiera ni por la mitad.

Tener un castillo, como tener cualquier otro bien que pueda ser considerado de interés histórico, cultural o patrimonial por las autoridades es un mal negocio. Las cargas que se a asumen o que le vienen impuestas hacen que sólo el Estado, que somos todos, puedan asumir esa carga. Por eso le llama a uno la atención que el Estado quiera endosar a alguien la responsabilidad de su mantenimiento.

Por lo que parece el Estado invirtió una buena cantidad en lo que parecía ser el futuro museo de la Guardia Civil y no solo en el mantenimiento de la muralla exterior. El interior se renovó de nueva planta y nunca se intentó hacer una restauración, reconstrucción o recreación rigurosa de su interior. De manera que en realidad el posible atractivo para un comprador serían las instalaciones modernas que serían reaprovechadas para alguna actividad productiva. Cuestión de números y de imaginación, aunque a uno se le antoje, que por lo visto hasta ahora alguien pique.

En España cuando se fundó por el Estado la red de Paradores Nacionales, aunque el primero, que es el de Gredos, se construyera de nueva planta, uno de sus objetivos fundamentales era el mantenimiento de grandes edificios patrimoniales e históricos mediante su adaptación a la función de servir como alojamiento a los viajeros que comenzaban a hacer turismo por España. Castillos, palacios, conventos son hoy establecimientos hoteleros de primer orden, muchos de ellos rescatados de la ruina y el olvido. La fórmula, incluso ha sido adoptada por el sector privado cuando los números han cuadrado, porque mantener palacios, castillos o catedrales con ocho o diez siglos a cuestas no es fácil ni barato.

Esa es la salida que uno piensa siempre para un edificio de esta índole; algo al  alcance solo del propio Estado o de grandes  empresas que vean la posibilidad de negocio y  que desgraciadamente, a uno le da la impresión, no se da en el caso del castillo de Maqueda.