Seguro que existirán por ahí unas cuantas biografías mejores de Jesús Aguirre, el penúltimo marido de Cayetana de Alba, pero es difícil que en ellas alguien haya conseguido concentrar un destilado superior al que Manuel Vicent nos ofrece en Aguirre el Magnífico.

De lo que le espera al lector es buena muestra lo que cuenta el biógrafo en el primer capítulo, cuando en la entrega del Premio Cervantes a Gonzalo Torrente Ballester, allá por el año ochenta y cinco del siglo pasado, con un pincho de chorizo de cantimpalos en la mano, el propio Aguirre le dijo al rey Juan Carlos I:Majestad, le presento a mi futuro biógrafo”. Y a continuación –nos cuenta Vicent- pronunció mi nombre y apellido, mascando con fruición las sílabas de cada palabra. El echó el tronco atrás con una carcajada muy espontánea y exclamó: `Coño, Jesús, pues como lo cuente todo, vas aviado´.

Y sigue Manuel Vicent, por si había alguna duda de lo que vendrá después: Puesto que me había nombrado su biógrafo oficial siendo testigo el rey de España, lamenté no tener el talento de Valle-Inclán, ya que Jesús Aguirre, como personaje, podría desafiar con ventaja a cualquier ejemplar de la corte de los milagros. Según Valle-Inclán, el esperpento consiste en reflejar la historia de España en los espejos deformantes del callejón del Gato. Si este hijo natural, clérigo volteriano, luego secularizado y transformado en duque de Alba, se hubiera expuesto ante estos espejos, probablemente los habría roto en pedazos sin tocarlos o tal vez en el fondo del vidrio polvoriento habría aparecido la figura del Capitán Araña".

Y es difícil para uno enmendar al autor después de su lectura cuando vuelve a traer como clave de la trayectoria que él sigue como “un trayecto de mi propia memoria y en ella aparece el protagonista Jesús Aguirre, el magnífico, rodeado de teólogos alemanes, escritores, políticos y aristócratas de una época, de sucesos, pasiones, éxitos y fracasos de una generación que desde la alcantarilla de la clandestinidad ascendió a los palacios. Un perro dálmata se pasea entre libros de ensayo de la Escuela de Francfort como un rasgo intelectual de suprema elegancia… Su vida fantasmagórica, pese a ser tan real, no puede distinguirse de la ficción literaria”.

Desde luego, si había alguien que pudiera contar una vida milagrosa como la de Jesús Aguirre, ese era Manuel Vicent, porque es difícil que alguien acierte a desplegar tanta cantidad de ironía malvada para contar la vida de un amigo.

Como complemento del aperitivo, la implacable crónica de la época de Gregorio Morán, también muy recomendable, El cura y los mandarines.

________________________

Manuel Vicent. Aguirre el magnífico. Editorial Debolsillo, 2016. 256 páginas. 9,45€.