El Museo Nacional del Prado reunió la semana pasada a una veintena de especialistas en neurociencia para debatir sobre las conexiones entre el arte y el cerebro, para determinar cómo la experiencia estética activa procesos cognitivos complejos, genera bienestar emocional y transforma las redes neuronales. Se les preguntó, entre otras cosas, si se puede objetivar la belleza y vaya… Pueden ustedes encontrar la respuesta en las redes.
Se empeña el museo más visitado de España en acortar la supuesta brecha entre las ciencias y las letras. Ya en 2014 impulsó una serie de reportajes en televisión en los que científicos y científicas de referencia explicaban su trabajo apoyándose en algunas de las obras más famosas de la pinacoteca.
En 2022 organizó un ciclo de conferencias que exploraba "solapamientos, eclipses y paralelismos entre las ciencias y las artes" y al año siguiente acogió un congreso internacional sobre los orígenes del estudio científico de las obras de arte. Y todo esto, recordemos, en un lugar que nació como gabinete científico y después tornó en museo.
Pero mi fusión favorita es la que tuvo lugar el 6 de abril de 2019, cuando el investigador del Centro de Astrobiología (CSIC-INTA) Carlos Briones ofreció la conferencia El arte y la vida: un científico en el Museo del Prado. Carlos estudia el origen y la evolución temprana de la vida y destaca (muchísimo) por su actividad divulgadora, acreditada por sus libros, sus colaboraciones en medios o sus intervenciones en eventos como Naukas o el ciclo toledano Maridajes Cuánticos, impulsado por la asociación Ciencia a la Carta.
Se presenta como curioso, esgrimiendo la ciencia para entender el mundo y la poesía para nombrarlo. Tiene club de fans y gana en las distancias cortas, donde se revela como hábil conversador y tipo divertidísimo capaz de amenizar cualquiera de los tiempos.
Aquella tarde de primavera en el Prado nuestro científico se atrevió a contar la historia del universo a través del arte, recorriendo los 13 700 millones de años que nos separan del Big Bang con el exclusivo apoyo visual "de unos cuantos cuadros". En su exposición, Briones convocó obras de Rothko, Miró, Warhol, Dalí, Kandinsky, Monet, Rubens y otros muchos para incidir en el origen y la evolución de la vida hasta llegar al ser humano.
Su discurso, pleno en conocimiento y poesía, invitaba a mirar el arte y la ciencia desde una conciencia cósmica y biológica, recordando que la humanidad no ocupa un lugar central en el universo. "Habitamos un planeta corriente que orbita una estrella común dentro de una galaxia entre miles de millones. Nuestro origen está en la química primitiva de la Tierra y somos solo una rama del gran árbol de la vida". Por eso, insistió en que no debemos situarnos por encima de la naturaleza, sino reconocernos como parte de una biodiversidad de la que dependemos para existir.
Con mirada humilde, Carlos advirtió que la creatividad humana solo puede mantenerse si respetamos el entorno que nos sostiene. "Cuidar el planeta y las demás especies es condición para seguir combinando imaginación y razón, fantasía y conocimiento". Solo así, afirmaba, "podremos continuar maravillándonos ante el cosmos, transmitiendo curiosidad a las próximas generaciones y construyendo, desde el arte y la ciencia, nuevas metáforas para comprender nuestro lugar en el universo".
La charla está disponible en YouTube para gozo y solaz de quienes apreciamos y defendemos la tercera cultura. Corran.